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Recibir para hacer fructificar

Pensando en Voz Alta

Por: Enrique A. Gutiérrez T, SJ

Noviembre 17, 2017

«¿Qué harías tú si recibieras una tarea semejante a la que se les confía a los personajes de la historia que nos presenta el Evangelio de este domingo? ¿Te colocarías entre el primero y el segundo, según los dones recibidos, o serías como el tercero? Analicemos la enseñanza y su aplicación en la vida ordinaria.

Es una historia que le puede suceder a cualquiera de nosotros. No es algo alejado de la realidad cotidiana. El punto de partida de la historia es la confianza que ese personaje importante tiene en los tres servidores a quienes les entrega su fortuna. Los considera buenos administradores, dignos de confianza. Todo lo hace porque piensa que el mejor camino es invertir, darle responsabilidad a esos servidores.

Cada uno, este es el segundo elemento, ha recibido según su capacidad. Se resalta el aspecto de las diversas cualidades recibidas. Podríamos decir, cada uno tiene su propio ingenio, sus habilidades y destrezas. El tercer elemento del relato está en la manera como cada uno responde y reacciona. El primero de los personajes es habilidoso, muy bien dotado, ágil y de gran ingenio. Logra duplicar lo recibido y así se lo hace saber al dueño cuando regresa.

Como el mismo señor le dice “fuiste fiel en lo poco, entra en el gozo de tu señor”. Había recibido mucho, por lo tanto, la exigencia era acorde a lo recibido, debía responder de igual manera. Podemos decir que hizo fructificar lo recibido. Eso está muy bien. En el segundo personaje encontramos una menor cantidad recibida, pero al mismo tiempo, el ingenio y la habilidad son semejantes, proporcionales a lo concedido al primero.

De acuerdo a eso se le iba a exigir. Sabe responder, da buena cuenta de lo que se le ha confiado y también lo duplica. Siendo diferente al primero, asume las cosas con responsabilidad, produce fruto y por eso escucha el mismo elogio de parte del amo que le había confiado esa administración. También lo hace muy bien, a su manera, en su estilo y de acuerdo a los dones recibidos. Eso también está muy bien. El tercer personaje es el prototipo de las personas que no se deciden, que les cuesta enfrentar los desafíos de la vida. Son aquellos que tienen buena voluntad pero no la ponen por obra.

El miedo y la cobardía los matan, les impiden desarrollar sus potencialidades. Lo que hace el personaje del relato, es la manera de actuar en medio de la indecisión. Por eso, el reproche del dueño, por eso el sarcasmo al hablarle sobre su falta de respuesta y su negligencia. Es una actitud que mata desde dentro, incapacita para la acción, desmotiva y hace que quien así actúa se presente como una persona pusilánime, débil y hasta enfermiza. Pienso que en la vida real de cada uno de nosotros se da una mezcla de los dos tipos. Que en ciertos momentos de la vida actuamos con ingenio y prontitud, somos creativos y dinámicos.

Hay otros momentos de la vida en los cuales parece que tuviéramos un peso que nos paraliza y nos impide actuar. Ser conscientes de lo uno y de lo otro, es el secreto para hacer fructificar abundantemente lo que hemos recibido. Así seremos felices.

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