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Sentido del compartir

Pensando en Voz Alta

Por: Enrique A. Gutiérrez T., SJ

Hay situaciones en la vida que nos impactan. Son imágenes que llevamos grabadas en el corazón y que nos marcan para siempre. Pensemos, por ejemplo, en la madre que da su vida por el hijo enfermo, que no se detiene al salvar su vida o darle alimento y hace todo lo que esté a su alcance. Esto contrasta con lo que nos muestran las noticias en el mundo de hoy. Lo personal, lo que beneficia a cada uno, lo que responde a las propias conveniencias e intereses es lo que cuenta.

Al leer el Evangelio de este domingo y la primera lectura nos encontramos ante lo que significa el compartir, el pensar en las necesidades de los demás, en lo que puede ser su bienestar o lo que lo ayuda. Nos lo presenta la primera lectura cuando llegan donde el profeta Eliseo con unos panes como primicias. La respuesta del profeta no se hace esperar: “dáselos a la gente para que coma”. Ante la actitud del criado que dice “¿cómo voy a repartir estos panes entre cien hombres?”, el profeta le dice “dáselos a la gente para que coman, porque esto dice el Señor: ‘Comerán todos y sobrará’”.

Lo mismo nos expresa el pasaje del Evangelio. Es la escena de la multiplicación de los panes, ampliamente conocida por todos. Con pocos panes y peces se da de comer a una multitud y sobra comida. Humanamente, es algo incomprensible, nos muestra el sentido de profunda humanidad de Jesús ante una necesidad de la gente. No podía permanecer indiferente, no los podía enviar a sus casas porque desfallecerían en el camino. Algo había que hacer. Y lo hace. Los discípulos confían y creen en la palabra de Jesús. El signo se da.

La lección para nosotros es clara. No se trata de compartir desde la abundancia, desde lo que nos sobra. Se trata, ante todo, de compartir desde la necesidad, desde lo poco que se posee y que es necesario, porque así el compartir tendrá pleno sentido. En el texto que nos ocupa no se trata solamente de calmar el hambre material, es también la oportunidad para calmar el hambre espiritual, esa hambre que todos llevamos dentro, esa necesidad de encontrarle un sentido a nuestra vida, a lo que hacemos y lo que queremos. Es la búsqueda continua de aquello que nos ayuda a ser mejores personas, a darnos a los demás desde nuestra propia fragilidad. Así seremos más felices y nuestra vida se llenará de sentido.

“Compartir, compartir con alegría” es un estribillo que hemos escuchado muchas veces a raíz de la campaña de comunicación cristiana de bienes, que se hace cada año durante la cuaresma. Creo que esa frase nos ayuda a comprender el verdadero sentido del compartir, de lo que las lecturas de este domingo nos quieren transmitir como mensaje. Interioricémoslo y hagámoslo vida.

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