Comunicado oficial: Situación actual del JRS-Colombia
El pasado 24 de enero, la Oficina de Población, Refugiados y Migración (PRM) del Departamento de Estado de los Estados Unidos emitió una notificación oficial informando la suspensión de los fondos asignados a los programas de ayuda internacional mientras se lleva a cabo una revisión de los mismos para determinar si se alinean con la política exterior y prioridades del Gobierno de los Estados Unidos. A raíz de esta comunicación, el JRS-Colombia se vio en la necesidad de detener el proyecto denominado «Horizontes de Fraternidad: Acompañamiento y protección a la población migrante en su camino hacia la inclusión efectiva en Colombia” en el marco del cual se pretendía acompañar entre septiembre de 2024 y agosto de 2025 a 12.370 personas a lo largo y ancho del territorio nacional con un presupuesto de 4.5 millones de dólares. La suspensión de este proyecto obligó al JRS-Colombia a cerrar seis de sus oficinas (Ipiales, Palmira, Bucaramanga, Santa Rosa del Sur, Tibú y Cartagena) y a reducir en un 59% su planta de personal y la negociación de acuerdos de indemnización cuyo valor ascendió a 1.200 millones de pesos, dinero que puso a disposición de la organización, el JRS-USA. De enero a febrero, el JRS-Colombia pasó de contar con 155 colaboradores a una estructura mínima conformada por 67 personas, incluidos 7 aprendices SENA. Como resultado de esta decisión, unilateral y atípica del Gobierno de los Estados Unidos, el JRS-Colombia no alcanzó a brindar acompañamiento a 9.140 personas en movilidad humana forzada que sueñan con construir o reconstruir un proyecto de vida en alguna región del país. Aún así, el JRS-Colombia sigue dando vida a la misión de acompañar, servir y defender a las personas y comunidades en movilidad humana forzada por medio de 8 oficinas que siguen operando en Cúcuta, Barrancabermeja, Buenaventura, Arauca, Soacha, Ibagué, Pasto y Pereira; en estos territorios se avanza en la implementación de 14 proyectos con componente de protección, medios de vida, integración comunitaria y/o educación. De aquí a finales de abril, cuando se cumpla el plazo de los 90 días de suspensión, el gobierno de los Estados Unidos decidirá el futuro del proyecto que implementa el JRS-Colombia; esta decisión puede traducirse en alguno de los siguientes escenarios: 1. Suspensión definitiva de los fondos, 2. Descongelamiento parcial de los fondos, con modificaciones de los montos, metas y condiciones de financiación, o 3. Descongelamiento total de los fondos. El JRS-Colombia celebra en 2025 treinta años de presencia en el país, por lo que la crisis desencadenada por la orden de suspensión constituye un momento idóneo para redoblar esfuerzos por conseguir medios que permitan seguir dando vida a la misión de este Centro Social de la Provincia. Un mes después de la emisión de la orden de suspensión, la organización avanza en la formulación de más de diez proyectos y sigue explorando nuevas fuentes (flexibles y no flexibles) de financiación para seguir contribuyendo a la construcción de una Colombia más hospitalaria y reconciliada.
Una obra de puertas abiertas
Artículo extraído de la edición Junio de Noticias de Provincia, la publicación mensual de Jesuitas Colombia. ___________________________________________________________________________________ Fotografía: Equipo de la Oficina Nacional del JRS – COL, Bogotá – 2024. ___________________________________________________________________________________ A finales de la década de los 90s, producto de la violencia, la inseguridad y las disputas políticas, el país experimentó un aumento significativo en el desplazamiento interno de personas. Desde el inicio del conflicto con los grupos armados, Colombia pasó de tener una población urbana del 30.9% (1938) al 72.3% (1994)[1] debido a la llegada masiva de población rural a las capitales. Esta migración forzada aumentó las problemáticas sociales y humanitarias debido a la falta de acceso a servicios públicos y la insatisfacción de las necesidades básicas de la población. Como respuesta a la coyuntura del momento, en 1995, el Servicio Jesuita a Refugiados comenzó su operación en el país acompañando inicialmente a las comunidades del Magdalena Medio. “La obra fue una forma en la que la Provincia se comprometió a trabajar más activamente por las personas que estaban sufriendo el conflicto armado, sobre todo en temas de desplazamiento forzoso”, comenta el P. Juan Enrique Casas, SJ, actual director del JRS Colombia. A nivel internacional, esta organización fue fundada el 14 de noviembre de 1980 por el P. Pedro Arrupe[2] quien conmovido por la difícil situación de los boat people (refugiados vietnamitas que buscaban asilo a bordo de precarias embarcaciones) animó a las provincias jesuitas del mundo a coordinar una respuesta humanitaria global: “No podemos ignorar -esta situación- si queremos seguir siendo fieles a los criterios que ha señalado San Ignacio para nuestro celo apostólico”, decía el P. Arrupe en su carta “La Compañía y el problema de los refugiados”. Actualmente, está presente en más de 60 países en todo el mundo trabajando por diversas comunidades, algunas de ellas en guerra como es el caso de Sudán, Siria, Irak y la crisis humanitaria en Venezuela.[3] Desde que inició su labor en Colombia, el JRS se ha encargado de acompañar, servir y defender a las personas en situación de refugio, migración, desplazamiento, confinamiento, y a las comunidades receptoras[4]. Casi 30 años de camino ininterrumpido son una muestra del compromiso que mantiene la esperanza a pesar del dolor y una respuesta a las crisis que afectan al mundo. De acuerdo con el P. Casas, durante el 2023 prestaron 35 mil servicios en el país, esto en promedio equivale a 95,8 por día y 205,8 por colaborador, si se tiene en cuenta que el JRS tiene alrededor de 170 colaboradores apostólicos distribuidos en sus oficinas territoriales en el Magdalena Medio, sur de Bolívar, Soacha, Ibagué, Nariño, Norte de Santander, Valle del Cauca, Eje Cafetero y Cartagena. Su trabajo se despliega a través de cinco áreas misionales en las que desarrollan programas de acompañamiento, construcción y fortalecimiento de redes comunitarias, así como capacidades de agenciamiento en las personas y procesos acompañados. En el área de protección prestan asesoría jurídica, atención psicosocial y apoyo para el acceso a derechos fundamentales desde una perspectiva dignificadora. En la integración comunitaria despliegan mecanismos y alianzas con entidades públicas y privadas para favorecer la empleabilidad y la visibilización de los emprendimientos personales y comunitarios; ejemplo de ello es la marca delAlma, una iniciativa institucional que destaca la contribución social y económica de personas que han experimentado movilidad humana forzada[5]. La educación es otra de las áreas en las que han generado importantes acciones hacia la construcción de un futuro esperanzador, entendiendo que la formación académica aporta al pleno desarrollo y la autosuficiencia de la población. Otra de las áreas es la incidencia que a través de acciones y procesos políticos, sociales y de opinión pública responden al llamado del Padre General Arturo Sosa, SJ; lo anterior, junto a distintos programas estratégicos, permiten “hacer una planificación estratégica en profundidad, reaccionar con agilidad ante la novedad de las situaciones y mejorar la capacidad de administrar responsablemente los recursos económicos y humanos”.[6] Gracias a esto, han podido influir directamente en sentencias y reglamentaciones en la Corte Constitucional, el Senado de la República y las Asambleas Departamentales. Por último, están las comunicaciones que permiten dar visibilidad a los procesos y fortalecer las capacidades de agenciamiento por medio de la comunicación para el cambio social. El 1 de julio de 2022, el liderazgo de la obra fue asumido por el P. Juan Enrique Casas Rudbeck, SJ, después de trabajar como académico del Centro Universitario Ignaciano en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) en Guadalajara, México. En esta misión que hoy desempeña reconoce un regalo que ha podido desempacar “de la mano de hombres y mujeres que caminan juntos y juntas donde los mueva el corazón”. “El jesuita no debe caminar solo, porque esa no es la misión. El liderazgo es construir juntos y reconocer que la verdadera sabiduría está en los equipos”, explica. Igualmente, esta labor es una confirmación de su Principio y Fundamento que ha implicado “redoblar la oración para saber hacia dónde caminar”. En el corazón del JRS Colombia están sus equipos, sus momentos cotidianos de profunda reflexión y discernimiento, así como su espíritu de unidad. “Tenemos en nuestro horizonte dos cosas: la reconciliación, como el volver a estar juntos representado en el sol de justicia que brilla para todos y todas, y por otro lado, la hospitalidad como la luna en la noche, en el sentido de la sagrada familia que va buscando acogida”, afirma el P. Casas. En este marco, el trabajo lo desarrollan bajo varios enfoques, entre ellos el de género, retomando el decreto 14 de la Congregación General 34 sobre el rol de la mujer en la sociedad y la Iglesia; el enfoque diferencial que reconoce la diversidad étnica, cultural y social del cuerpo apostólico y de las comunidades acompañadas, la rendición de cuentas articulada con las personas que reciben los servicios humanitarios y, al interior de la obra, la identidad y la misión teniendo en cuenta la invitación de la Congregación General 36 a asumir el apostolado como un estilo