Oración por las Vocaciones
En el Día de la Vida Consagrada, les compartimos la oración por las vocaciones escrita por nuestro hermano jesuita P. Nilson Jair Castro, SJ. ______________________________________________________________________________________________________________________________ Señor, llama y envía obreros a tus campos. Hay mucha tierra aún por remover, hay mucho por plantar, hay mucho por cosechar, Nuestras técnicas no dan abasto, nuestras manos están llenas de experiencia y nuestros cuerpos de cansancio y, a veces, de escepticismo. Señor, Renueva nuestra esperanza; llámales: mírales a los ojos, seca sus lágrimas, pronuncia sus nombres, levántales con tu abrazo, hazles arder sus corazones, como lo has hecho con nosotros… ¡Tantas veces! Señor, Válete de tus preferidos: que los pobres les enseñen tu generosidad; que los excluidos les enseñen tu acogida; que quienes lloran les enseñen tu alegría; que los últimos les enseñen tu poder; que los culpables les enseñen tu perdón. Señor, envíales en misión, en medio de Lobos: en medio de el desprestigio global de los sistemas de autoridad; en medio de nuestras incoherencias institucionales; en medio de la ausencia de referentes; en medio de la barbarie acostumbrada; en medio de el hastío desesperanzado; en medio de sus propios límites. Señor, dales un corazón puro: que tengan el coraje de asumir su propia realidad, y no se oculten tras muecas ‘correctas’, pero falsas; que imaginen lo inimaginable, y no se limiten a reproducir formas ya conocidas y desgastadas. que se arriesguen siguiendo tu voz, y no quemen sus esfuerzos en defender sus cortos egos; que aprendan a abrazar lo que parece opuesto, y no se queden ahogados en sus propios discursos; que hagan del silencio su hogar, y no se justifiquen en activismos y monólogos solipsistas; que sea la soledad su escuela, y no le huyan a la dificultad asumiendo que les has abandonado. Señor, de entre todos ellos, que te dan sus sueños y esperanzas en medio de tanto frenesí, llama a algunos, a consagrar la totalidad de su ser sólo a ti: cada suspiro, cada pasión, cada talento, cada aburrimiento, cada deseo, cada ilusión, cada caída, cada gota de sangre y sudor, cada latido del corazón, cada dolor, y cada amor. Señor, Que seas tú quien les llame, porque los nuestros son esfuerzos vacíos. No queremos reemplazos útiles, para apaciguar nuestros miedos; ¡Queremos compañeros Enamorados! de ti, de tu Reino. Dispuestos a darte su vida entera y cada instante de ella en un servicio profundo y en compañía… ¡En La Compañía! Señor, Y a nosotros, danos el coraje de asumir con amor lo que no conocemos, de recibirles con generosidad, de compartirles nuestra experiencia, de acompañar tus sueños en ellos, de animarles en sus desiertos, de aprender de su ‘fragilidad’, de dejarnos congregar por su novedad. Señor, que juntos podamos ofrecernos a ti, dejarnos atravesar por tu pasión, llevar este peso de amor, reflejar la incandescencia de tu luz, anunciar tu novedad, ser testigos de tu bienaventurada felicidad, dar cauce a este caudal de Presencia que nos habita, hacer de este mundo una real Eucaristía. Señor, ¡Acá estamos! Con nuestra fragilidad e incoherencia, con nuestros sueños y deseos, ¡Nos consagramos a ti!
El Padre General nos invita a orar por los difuntos de la COVID-19
Oremos de manera especial por nuestros colaboradores, seres queridos y hermanos jesuitas que han perdido la vida recientemente. ____________________________________________________________________________________________________________ Fotografía: flickr/jesuitsglobal ____________________________________________________________________________________________________________ Este 25 de junio, el Padre General de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa, S.J., envió una invitación a todo el Cuerpo Apostólico de la Compañía, para que, unidos en la oración, recordemos a nuestros compañeros, jesuitas y familiares que han fallecido durante la COVID-19. Nos permitimos citar una parte de la comunicación y adjuntamos el documento original: En todo el mundo, la pandemia COVID-19 se ha extendido en los últimos meses, y todavía no está extinguida. No es la primera vez que una pandemia afecta al planeta, y otras enfermedades persistentes siguen afectando a las familias a gran escala. Este es el caso, por ejemplo, de la malaria. Se ha cobrado el COVID-19 varias vidas entre de nuestros colaboradores y amigos, nuestros familiares y en nuestras comunidades jesuitas. En Roma no tenemos los nombres de todos los difuntos, pero queremos llevarlos en nuestro recuerdo orante. Varias provincias y comunidades de todo el mundo han organizado, o desean organizar, momentos de oración para confiar a Dios a estos hombres, mujeres y niños que han muerto recientemente. Deseo animar vivamente estas iniciativas que dan testimonio de nuestra fe y esperanza.