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Tiempo de conversión

Pensando en Voz Alta

Pensando en voz alta | 26 de febrero de 2023

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Por: Enrique A. Gutiérrez T., SJ.

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El pasado miércoles, comenzamos la cuaresma con la ceremonia de la imposición de la ceniza. Seguramente escuchamos al sacerdote decirnos: “conviértete y cree en el evangelio”. La cruz sobre la frente nos recordó lo que eso significa. Pero vayamos un poco más al fondo de las cosas y analicemos qué sentido tiene ese rito y cuáles son las exigencias que de él se desprenden.

Ante todo, la cuaresma es un tiempo de preparación para la pascua, la celebración de la muerte y la resurrección del Señor, es la fiesta central de nuestra fe, lo que le da sentido a nuestra vida como creyentes y nos hace ser lo que somos como comunidad. Son cuarenta días de reflexión, de tiempo de gracia para revisar nuestras actitudes y comportamientos, y ver qué debemos cambiar. Todo esto, en el plano del compromiso cristiano que ha de traducirse en nuestras relaciones con los demás.

No podemos quedarnos en lo externo de las cosas, no es simplemente recibir una cruz de ceniza en la frente. Hay algo más. El texto del evangelio de este domingo nos lo muestra. Los caminos para alcanzar la felicidad son diversos, todo depende de las opciones de las personas. En las dificultades que debe afrontar Jesús (llamémoslas tentaciones), se le plantean caminos fáciles: el poder, el prestigio, la riqueza. El camino para realizar la salvación y redención de la humanidad hubiera podido ser fácil, sin mucho sacrificio, marcado por la comodidad y el menor esfuerzo.

Sin embargo, Jesús escoge el camino que pasa por el amor, el servicio, la humildad y la pobreza. Eso no lo entiende el mundo marcado por el consumismo, el materialismo, el lujo, el derroche y la apariencia. Es un escándalo muy fuerte para ese ambiente hablar de otras actitudes y valores. No es fácil comprender que la felicidad verdadera pasa por esas situaciones y que ahí está el secreto de la felicidad auténtica. Pensemos en personas reales y concretas de la vida cotidiana que se mueven en el campo del poder, del prestigio y del dinero. Todo eso puede acabar en un abrir y cerrar de ojos, todo eso puede ser, y lo es, pasajero. ¿Cuántos han terminado su vida completamente ignorados porque se les acabó la fama, el poder o el dinero? Su buen nombre estaba basado en esos valores y al desaparecer no quedó en que apoyarse para lograr seguir siendo reconocido.

Es un tiempo llamado de conversión, que nos cuestiona sobre los pilares que le hemos colocado a nuestra vida y que deben dar sentido a la misma. ¿Son pilares de bases sólidas como la roca? ¿O son pilares cimentados sobre la arena? En el primer caso, podemos estar orientados en el buen camino. En el segundo, revisemos, hagamos los ajustes necesarios porque todo se nos puede derrumbar como un castillo de naipes, y el fracaso sería muy grande, porque habríamos trabajado en vano durante toda una vida. Seamos sensatos, aprovechemos este tiempo, démonos la oportunidad de corregir el rumbo de nuestra vida, todavía es tiempo. No lo dejemos para después porque puede ser tarde.

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