Siempre me he preguntado por qué es tan difícil que las personas nos unamos para lograr propósitos comunes. Pueden más en nosotros los intereses particulares y personales. Casi que podríamos decir que esta es una prioridad que está a flor de piel. Sin embargo, la realidad debería ser otra. Pensar con criterio de comunidad, de bien común, de apoyarnos los unos a los otros, de creer que juntos es posible alcanzar metas grandes. El evangelio de este domingo es un buen ejemplo de esto.
Nos presenta el texto la imagen de un labrador que cultiva una viña y nos dice “yo soy la verdadera vida y mi Padre es el labrador”. Para los oyentes del tiempo de Jesús era una imagen bastante familiar dado que las plantaciones de la vid, de la uva, se encontraban en abundancia. No era, como sí lo es para nosotros, algo extraño o desconocido. Son las comparaciones que usa Jesús para acercarse más a la gente, para hacer más comprensible su mensaje.
Quien tiene una plantación, en este caso una vid, la debe cuidar, podar, abonar para que la cosecha sea abundante y los resultados sean los esperados. Debe darse la unión entre los sarmientos y la vida “como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, tampoco ustedes si no permanecen en mí. Yo soy la vida, ustedes los sarmientos”. Estar unidos es el primer paso para lograr algo en común. Esto se da cuando nos proponemos metas para alcanzar entre todos, cuando los fines son compartidos, cuando los medios se han buscado entre todos. Nos lo completa el texto “el que permanece en mí y yo en él ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada”.
El texto va más allá pues nos dice “al que no permanece en mí, lo tiran fuera, como al sarmiento, y se seca”. Es la expresión de la realidad de las personas que no se unen a las causas comunes, que con son disociadoras con sus actitudes, que prefieren aislarse y marginarse pensando solo en lo personal o particular. Esto se da en muchas situaciones y circunstancias de la vida.
Pienso en lo que podríamos alcanzar y lograr si nos comprometiéramos de verdad en lo que se llama la búsqueda del bien común. Sobre esto tenemos muchos ejemplos en la historia de la humanidad. Grupos que se han unido para lograr algo y sin tener muchos recursos disponibles han logrado grandes cosas. Grupos humildes y sencillos que han salido adelante porque han tenido la fuerza de la unión, como nos dice el adagio popular “la unión hace la fuerza”. Han tenido líderes que les han mostrado el camino para superar la dificultad, para unirse en la causa común.
El ejemplo del texto de hoy es diciente y nos habla de una manera clara: si quieren lograr algo grande únanse, ayúdense, apóyense porque somos sarmientos que debemos estar unidos a la vid, al tronco, para dar fruto y que este sea abundante.
Es bueno revisar si nos sentimos dispuestos a hacer causa común para el logro de los objetivos que como colectividad, como región, como país, podemos proponernos y ver si hay actitudes que podemos y debemos cambiar. Como digo en el título “unidos podemos lograr grandes cosas”. Ánimo.