“El paso de Dios parece, en ocasiones, el paso de un perdedor”,
Luis Raúl Cruz, SJ.
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El paso de Dios por nuestras vidas nos invita a creer en nosotros mismos para llevar a cabo los oficios que nos han sido asignados: remendar historias, tejer comunidades, alumbrar oscuridades, fortalecer debilidades y apostar por quienes han sido rechazados por la misma sociedad. Todo esto a través de la acción de consolar, que viene de esa pasión de tocar el corazón del otro.
“Consolar es animar el anhelo de lo infinito”, comenta Luis Raúl Cruz, SJ, es una acción que va más allá de la obsesión por obtener un logro inmediato, es algo que se enfoca en enriquecer el horizonte de la vida y sembrar grandes esperanzas en la comunidad.
Se trata de despertar una pasión hacia el trabajo de las realidades de los hermanos que nos necesitan, en solidaridad, amistad y amor, para vivir en profundidad el gozo compartido de la solidaridad.
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