“El oficio es una tarea, una responsabilidad de aporte en el encuentro con el otro. Consolar es volver a construir, reafirmar, reconstruir, restablecer, tal como hizo Jesús con quienes habían compartido con él por los caminos de Galilea”,
Luis Raúl Cruz, SJ
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El oficio de consolar nos mueve a un compromiso espiritual en todos los aspectos de nuestra vida: con nuestra familia, en el trabajo y en la sociedad en general. Esta es una oportunidad para hacernos hermano del otro, de quien nos necesita. Es un encuentro con la empatía que nos impulsa a salir hacia la misericordia.
“El resucitado con su oficio de consolar, desencadena como efecto: fe en Tomás, esperanza en las mujeres, amor en Pedro”, asegura Luis Raúl Cruz, S.J. en la reflexión El oficio de consolar… mirar el día a día con el “examen”. Jesús, con su resurrección, nos trae la herencia del Espíritu: nos consuela, anima y entrega como oficio hacer lo mismo que él , consolar a otros e inundar con la alegría de su presencia.
El encuentro con Cristo resucitado se trata de abrir el corazón a un Dios que nos quiere mejores y más humanos; más allá de “hacernos buenas personas”, consiste en adquirir una actitud recíproca con aquel que es bueno con nosotros.
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