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“Después entró Jesús en una casa, y se juntó de nuevo tanta gente que ni siquiera podían comer él y sus discípulos. Al saber que estaba allí, los parientes de Jesús acudieron a llevárselo, pues decían que se había vuelto loco”

Comunitas Matutina

Domingo X del tiempo ordinario. Ciclo B. 09 de junio de 2024.

Lecturas:

  1. Génesis 3: 9-15
  2. Salmo 129
  3. 2 Corintios 4: 13 a 5:1
  4. Marcos 3:20-35

 

Sin lugar a dudas una dimensión esencial de Jesús, de su ministerio, es ser signo de contradicción. Así lo vislumbra el anciano Simeón, cuando José y María acuden al Templo de Jerusalén para cumplir con el ritual judío de circuncidar y presentar al pequeño Jesús: “Simeón les dió su bendición, y dijo a María, la madre de Jesús: Mira, este niño está destinado a hacer que muchos en Israel caigan y muchos se levanten. Será un signo de contradicción que pondrá al descubierto las intenciones de muchos corazones. Pero todo esto va a ser para tí como una espada que te atraviese el alma”. [1] Jesús revela al mismo Dios, pues él lo es en plenitud, esto – aunque hoy nos parezca inusitado porque ya estamos “acostumbrados” a él – desconcierta profundamente a unos y a otros: a sus discípulos que poco acertaron al comienzo en la captación de su misterio, a las multitudes que lo seguían y escuchaban, gratamente sorprendidas por su exquisito trato y por el modo amoroso y compasivo de su conducta pero también cuestionados por las rupturas que planteaba y, por supuesto, a sus detractores, los sacerdotes y dirigentes oficiales de la religión judía que vieron en él a un hereje y contradictor de las tradiciones religiosas de Israel. [2]

Su manera de hablar de Dios, como Padre-Abbá, su pretensión de autoridad: “La gente se admiraba de cómo les enseñaba, porque lo hacía con plena autoridad y no como los maestros de la ley” [3], su resuelta predilección por los más desfavorecidos, su postura ante los rituales y normativas de la religión, su discreto silencio cuando se retiraba a la intimidad de la plegaria, su propuesta del Reino tan a contracorriente de los valores habituales que nos proponemos los humanos en todos los tiempos de la historia, los antídotos evangélicos propuestos en las bienaventuranzas que se hacen programa de libertad , buscar el servicio para desarmar el poder, proponer la vida austera como signo de comunión con los pobres y como soberanía ante la idolatría del dinero, luchar por la justicia en abierta confrontación contra los excesos de la injusticia, enaltecer al ser humano por su sola condición de tal, enriquecida con el ser todos hijos de Dios, son las muchas señales que desconciertan , causan controversia y desacomodan principalmente a los jefes religiosos de Israel y a todos aquellos que se sienten dueños de la verdad de Dios. Por todas estas cosas dice el evangelio de este domingo: “Al saber que estaba allí, los parientes de Jesús vinieron a llevárselo , pues decían que se había vuelto loco”. [4] ¿En qué consiste la “locura” de Jesús? [5]

Veamos. En el contexto del relato evangélico de hoy están involucrados los “enemigos” de Jesús, los que finalmente le condenaron a muerte: “También los maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén decían: Beelzebú, el propio jefe de los demonios, es quien ha dado a este hombre poder para expulsarlos” , [6] aludiendo a sus exorcismos y curaciones milagrosas, y dejando ver que estaban profundamente escandalizados por su estilo tan novedoso y severo en su confrontación de la religión tradicional, enfocada principalmente en las formalidades minuciosas del culto y en la milimetría de su legislación. Quien tome en serio a Jesús, quien sea capaz de dar el paso cualitativo de una religiosidad de inercia sociocultural a una experiencia de libertad en Dios necesariamente rompe con los esquemas mundanos y con todas sus ofertas de fama, dinero, prestigio, poder, y con esa práctica de la religión marcada por la soberbia y por la presunción de sentirse mejores que los demás, típico proceder farisaico.[7]

Estamos ante una dialéctica que encontramos a menudo en los textos evangélicos: las oposiciones entre Reino de Dios-religión ritual, adorar al Padre en espíritu y en verdad-pureza exterior , libertad del ser humano en Dios-sometimiento a la ley, es un asunto clave que marca líneas de coherencia en el Evangelio de Jesús. El, en el mismo relato de Marcos, confronta a sus opositores “dueños de la religión”: “Les aseguro que Dios perdonará a los hombres todos los pecados y todo lo malo que digan; pero el que ofenda con sus palabras al Espíritu Santo no tendrá perdón, sino que será culpable para siempre. Esto lo dijo Jesús porque afirmaban que tenía un espíritu impuro”. [8] Ir contra el Espíritu Santo es rechazar de plano el don de Dios manifestado en Jesús y empeñarse en absolutizar la religión y su cumplimiento por sí misma y no como mediación entre Dios y la humanidad. [9]

Las reiteradas polémicas de Jesús con los maestros religiosos del judaísmo de su tiempo concluyen en que estos se negaron definitivamente al don de Dios del que él es portador. No cupo en sus mentes rígidas la libertad del Evangelio, tampoco el Reino de Dios y su justicia; Jesús les resultó una enorme contradicción, desde su óptica no les era posible aceptar esta novedad, por eso lo llevaron al juicio, a la condena y a la cruz. A lo largo de los siglos se han filtrado en el cristianismo posturas semejantes, absolutizando lo ritual y legal externo y demeritando la conversión del corazón y la indispensable libertad de los hijos Dios, aportada por Jesús. La economía de salvación del Evangelio es radicalmente distinta: “La Escritura dice: tuve fe y por eso hablé. De igual manera, nosotros, con esa misma actitud de fe, creemos y también hablamos. Porque sabemos que Dios, que resucitó de la muerte al Señor Jesús, también nos resucitará a nosotros con él y, juntamente con ustedes, nos llevará a su presencia”. [10] Trabajo de siempre en el mundo cristiano es recuperar la originalidad de Jesús, su misterio teologal, su prodigiosa síntesis de humanidad y divinidad, su Buena Noticia en la que la misericordia de Dios protagoniza la inclusión de todos los que se sienten perdidos y abandonados.

En su vida el acatamiento de la voluntad de Dios es principio y fundamento: “Y mirando a los que estaban sentados a su alrededor, añadió: “Estos son mi madre y mis hermanos. Todo el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”. [11] Jesús es el relato definitivo de Dios, en él y por él sabemos quién es el Padre, esto lo avala con la constante referencia a su voluntad. Esta consiste en la plenitud trascendente del ser humano, para eso Él no escatima esfuerzo de crear oportunidades y modos para que nada de lo nuestro fracase y se pierda, ni por el pecado, ni por la injusticia, ni siquiera por la contundencia de la muerte. Por eso, todo el proceder de Jesús se arraiga en esa voluntad, con ellos también nos comunica un modo de ser para lograr plenitud y felicidad. La herramienta del discernimiento, consagrada en la tradición espiritual del Nuevo Testamento, es el modo del cristiano comprometido para sintonizar con la voluntad de Dios,[12] disipando tantos malentendidos que se le asignan a ella para justificar interpretaciones erróneas de la misma o arbitrariedades nuestras, que bajo el signo de esa voluntad imponemos a nuestros prójimos.

La soberbia humana, el pretender constituirse como medida de todo, prescindiendo de Dios y del prójimo, es la expresión concreta del desconocimiento de esa voluntad, que se traduce en tantas injusticias, violencias, guerras, pobrezas, exclusiones, maltrato a los seres humanos, afectos desordenados por el dinero, abuso del poder, implementación de modelos políticos y económicos que atentan contra nuestra propia dignidad, ideologías que proponen el lucro como criterio prioritario, negación del sentido trascendente de la existencia, atropello a la vida en todas sus manifestaciones. A propósito de este elenco de rupturas con Dios, pecaminosidades las llamamos, tenemos presente que hay personas que se molestan profundamente cuando se toca el sensible asunto del pecado, tal vez hastiadas de la antigua predicación fundamentalista sobre esta materia o sumergidas en la disolvente cultura del relativismo moral. Constatarlo no es motivo para silenciar la palabra profética que tiene como deber aludir a esta realidad, porque sería otorgar argumentos y autoridad a quienes – personas o instituciones – pactan con el mal.[13]

El relato del Génesis que es primera lectura de este domingo revela la confrontación entre Dios y el ser humano, cuando este va en contra de su realización y emprende el fracaso del pecado: “Pero Dios el Señor llamó al hombre y le preguntó: ¿dónde estás? El hombre contestó: oí que andabas por el jardín y tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí. Entonces Dios le preguntó: ¿y quién te ha dicho que estás desnudo? ¿Acaso has comido del fruto del árbol del que te dije que no comieras? El hombre contestó: la mujer que me diste por compañera me dió de ese fruto y yo lo comí. Entonces Dios preguntó a la mujer: ¿por qué lo hiciste? Ella respondió: La serpiente me engañó y por eso comí del fruto”. [14]

Extraordinario don de Dios es nuestra libertad, con ella lo acogemos y vivimos libres y felices en Él, o lo rechazamos y construimos nuestros propios modos. En el relato bíblico Dios “pide cuentas” a Adán, luego a Eva, ninguno se hace responsable, la culpabilidad está en “otra realidad”, la culpa se diluye y el mal campea con su poder destructivo sin encontrar una fuente de responsabilidad. ¿Así, las situaciones y estructuras de pecado son producto de tristes causalidades? ¿Se trata de causas indeterminadas a las que no es posible confrontar? Algo así como el infantil “yo no fui, fue Juanito”, cuando papá y mamá exigen al niño que asuma su culpa por lo cometido. A la profecía de Jesús le compete denunciar el mal moral, no soslayarlo, y proponer el bien moral según el Evangelio como alternativa de felicidad y plenitud.

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Bibliografía:

[1] Lucas 2: 34-35

[2] MONTES, Fernando. Jesús como signo de contradicción. En Mensaje volumen 64 , número 643; página 19. Jesuitas Chile, octubre 2015. NOGUEZ, Armando. Las grandes controversias de Jesús. Relatos, historia y mensaje descolonizador según Marcos. Verbo Divino. Estella, 2023. SOBRINO, Jon. El principio misericordia: bajar de la cruz a los pueblos crucificados. Sal Terrae. Santander, 1992. ECHEGARAY, Hugo. La práctica de Jesús. Centro de Estudios y Publicaciones CEP. Lima, 1986. KASPER, Walter. La misericordia: clave del Evangelio y de la vida cristiana. Sal Terrae. Santander, 2012. MEIER, John P. Un judío marginal: nueva visión del Jesús histórico (5 volúmenes). Verbo Divino, 2005. PAGOLA, José Antonio. Recuperar el proyecto de Jesús. PPC. Bogotá, 2015. SCHWEIZER, Edward. Jesús, signo de contradicción. En https://www.seleccionesdeteologia.net/assets/pdf/045.07.pdf DROUZY, M. Jesús come con los pecadores. En https://www.seleccionesdeteologia.net/assets/pdf/016_08.pdf GARRIDO, Javier. El camino de Jesús. Sal Terrae. Santander, 2006.

[3] Marcos 1: 22

[4] Marcos 3: 21

[5] AGUILERA, Juan Miguel. La locura de Dios. Suma de Letra. Madrid, 2003. GIL ARBIOL, Carlos. La locura de la cruz y el desafío al imperio. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 21 de octubre de 2008. OCTARIANO WIDIANTORO, Dominicus Savio. “Loco por Cristo”: en la tradición, en San Ignacio y en el mundo de hoy. Trabajo de grado para obtener el título de Master en Espiritualidad. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid, junio 2022. GONZALEZ FAUS, José Ignacio. Locura y escándalo: un Mesías Crucificado y una historia marcada por la cruz. En Perspectiva Teológica volumen 52 número 3; páginas 585-606. Faculdade Jesuita de Filosofía e Teología FAJE. Belo Horizonte, septiembre-diciembre 2020. GUERRERO, José Ramón. El otro Jesús. Sígueme. Salamanca, 1978. BLINZLER, Josef. El proceso de Jesús. Editorial Litúrgica Española. Barcelona, 1959. MACHOVEC, Milan. Jesús para ateos. Sígueme. Salamanca, 1977.

[6] Marcos 3: 22

[7] GARCÍA, Pedro José. Los valores y antivalores en el plan del Reino proclamado por Jesús: su actitud ante el dinero, el poder y el prestigio. En Teoría y Praxis número 6; páginas 93-105. Universidad Autónoma de Quintana Roo. Chetumal, 2005. THEISSEN, Gerd. El movimiento de Jesús. Historia social de una revolución de los valores. Sígueme. Salamanca, 2009. AGUIRRE MONASTERIO, Rafael. Jesús anuncia el Reino y nos revela un Dios Padre entrañable y misericordioso. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 8 de noviembre de 2011; La mirada de Jesús sobre el poder. En Teología y Vida volumen 55, número 1; páginas 83-104. Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, 2014. CASTILLO SÁNCHEZ, José María. El Reino de Dios: por la vida y la dignidad de los seres humanos. Desclée de Brower. Bilbao, 1999. RUIZ ORTEGÓN; Laura Catalina. El Reino de Dios como un proyecto presente. En Reflexiones Teológicas número 13; páginas 115-136. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, julio-diciembre 2014. HORSLEY, Richard. La revolución del Reino. Cómo Jesús y Pablo transformaron el mundo antiguo. Sal Terrae. Santander, 2005.

[8] Marcos 3: 28-30

[9] FEUILLET, André. La situación privilegiada de Israel en su rechazo de Cristo según la Carta a los Romanos. En Scripta Theologica volumen 15 número 1; páginas 31-82. Universidad de Navarra. Pamplona, 1983. CASTILLO, José María. La alternativa cristiana. Sígueme. Salamanca, 1981. SANDERS, E.P. Jesús y el judaísmo. Trotta. Madrid, 2004. BUBER, Martin. Dos modos de fe. Caparrós. Madrid, 1996.

[10] 2 Corintios 4: 13-14

[11] Marcos 3: 34-35.

[12] CASTILLO, José María. El discernimiento cristiano: por una conciencia crítica. Sígueme. Salamanca, 1984.GARCÍA DE CASTRO, José. La historia del discernimiento espiritual. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 28 de noviembre de 2017. CATALÁ, Toni. Discernimiento y vida cotidiana. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2016. ARENAS MOLINA, Enrique. Abandonarse con confianza en Dios. Uniagustiniana. Bogotá, 2019. WINKLER KOCH, Andrés. En qué sentidos se es libre cumpliendo la voluntad de Dios, según san Agustín. Trabajo de grado para obtener el título de Licenciado en Filosofía. Universidad de Chile, 2014. THUNE, Robert & WALKER, Willa. La vida centrada en el Evangelio. New Growth Press. Greensboro, 2009. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA. Aquí estoy, Señor, hágase tu voluntad. Materiales para la jornada mundial de la vida consagrada. CEC. Madrid, 2014. MIFSUD, Toni. El discernimiento: de la espiritualidad a la ética. En Cuestiones Teológicas volumen 47, número 108; páginas 34-54. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, julio-diciembre 2020.

[13] ESQUIVEL ESTRADA, Noé Héctor. Del relativismo moral al universalismo ético y sus paradojas. En La Lámpara de Diógenes, volumen 5, números 8 y 9; páginas 199-138. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2004. APPEL, Karl Otto. Ética comunicativa y democracia. Crítica. Barcelona, 1991. RATZINGER, Joseph. Verdad, valores , poder. Piedras de toque de la sociedad pluralista. Rialp. Madrid, 2020. SINA, Petrus. La dictadura del relativismo y la política en Benedicto XVI. Tesis de grado para obtener el título de Doctor en Filosofía. Universidad Pontificia de Salamanca, 2021. GIL ESPINOSA, María Isabel. Conciencia de pecado y sentimiento de culpa. En Cuestiones Teológicas volumen 36, número 86; páginas 303-326. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, junio-diciembre 2009. ESPINOSA ARCE, Juan Pablo. El pecado, negación consciente al o(O)otro. Una interpretación desde la filosofía de Byung Chul-Han. En Proyección volumen LXVII, páginas 301-310. Universidad Loyola de Andalucía. Granada, 2020. VIDAL, Marciano. Cómo hablar del pecado hoy. Hacia una moral crítica del pecado. PPC. Madrid, 1977.

[14] Génesis 3: 9-13.

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