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“Dios desplegó esta fuerza en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su diestra en los cielos, por encima de todo principado, potestad, virtud, dominación, y de todo cuanto tiene nombre, no sólo en este mundo sino también en el venidero”

Comunitas Matutina

Domingo VII de Pascua Ciclo B

Lecturas:

1. Hechos 1: 1-11
2. Salmo 46
3. Efesios 1: 17-23
4. Marcos 16: 15-20

Cuando revisamos ciertas tendencias para escribir y formular la historia de la humanidad en sus diversos períodos, encontramos que se hace desde los poderosos-as, desde los señores, desde los que mandan en lo político, en lo cultural, en lo económico. Muchas de esas narrativas son culto a la personalidad , adulaciones desmedidas, y desconocimiento casi total de las gentes, de los pueblos. Tales realidades revelan una mentalidad: que los únicos cuya vida se tiene en cuenta es la de los que detentan el poder, las comunidades se silencian totalmente, y se olvida o minimiza que muchos de esos “señores” han sido déspotas, dictadores, enfermizos sujetos concentrados en su ego y en su conciencia de ser indispensables para el destino de sus reinos, estados y naciones. Parte muy importante de la literatura contemporánea ha dedicado páginas de extraordinaria ironía para señalar la decadencia de los “dueños del mundo”, como la obra teatral de Eugenio Ionesco [1]El rey se muere[2] , en la que su personaje principal, el rey Berenguer, tipifica con ácido humor los excesos de los poderosos, y recorre los desvaríos de la condición humana cuando se apasiona por el poder, el desamor, la hipocresía, el vano honor del mundo [3]

En profético y radical contraste, en el mundo cristiano reconocemos a un Señor que es ajeno ciento por ciento a las veleidades y exageraciones ya señaladas, Señor que nos abre el horizonte para otra posibilidad llena de esperanza y de trascendencia para la humanidad, lo suyo es el vaciamiento de toda vanagloria, la ofrenda salvífica de su vida, la ausencia de toda señal de dominio abusivo, la implicación amorosa en la vida nuestra, el ir descalzo por las calles de la vida, el tener la cruz por trono, El, en quien el Padre Dios ha dicho en qué consiste ser auténticamente humano, auténticamente divino, la mayor denuncia que se ha pronunciado en la historia contra todo emperador, todo rey, todo dictador, todo deleznable poderoso. Lenguaje de Dios para salvación del género humano: “Dios desplegó esta fuerza en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su diestra en los cielos, por encima de todo principado, potestad, virtud, dominación, y de todo cuanto tiene nombre, no sólo en este mundo sino también en el venidero. Sometió todo bajo sus pies y le constituyó cabeza suprema de la Iglesia, que es su cuerpo, la plenitud del que lo llena todo en todo[4] En esta solemnidad de la Ascensión celebramos y reconocemos este Señorío .

Qué dice este genuino Señor a nuestra vida? Cómo responde El a nuestras expectativas, necesidades, búsquedas de sentido? Cómo es causa en nosotros y para nosotros de libertad y salvación? Cómo lo hacemos significativo para estos tiempos de la historia? Cada época del devenir de la humanidad exalta sus absolutos, entroniza personas, ideologías, modelos políticos, estilos, mentalidades. También cada época trae sus desencantos y frustraciones, sus nuevas esclavitudes. Cómo anunciar el señorío de Jesucristo en estas circunstancias concretas? El magisterio de la Iglesia, en especial a partir del Concilio Vaticano II, [5] junto con la teología y la propuesta pastoral encarnada en los diversos ámbitos del mundo, nos indican que hay una sincera preocupación para no evangelizar en abstracto, porque se impone una conexión explícita con los contextos de los seres humanos que atienden este llamado. El elemento esencial de la encarnación de Dios en nuestra historia y realidad es la clave para asumir esta dimensión indispensable del hecho cristiano. [6] Es fundamental para la misión eclesial anunciar a este Dios hecho historia, realidad, carne, humanidad. Lo captamos muy bien en la sincera preocupación pastoral del Papa Francisco, la revelación de Dios en Jesucristo da plena significación a la dignidad del ser humano: a los que él llama descartados, a los líderes sociales, a los jóvenes estudiantes, a los mayores en trance de jubilación, a los que se esfuerzan por lograr un sustento digno para sus hogares, a los que no se resignan a la injusticia, a los que persiguen apasionadamente un sentido absoluto para su existencia, a quienes no se resignan a una inmanencia irreversible.

La Ascensión nos lleva a reconocer que en Cristo se hace definitiva realidad el contacto del ser humano con Dios; eso que llamamos “cielo” es un futuro pleno y decisivo que sólo nos viene gracias a la mediación salvadora-liberadora del Señor. En El y por El nos es dado superar la radical precariedad de nuestra contingencia , de los límites que nos imponen la muerte y el pecado, quedando abiertos para siempre a la trascendencia, asumidos por El y ascendidos con El a la plenitud del Padre. [7] En este modo de Dios nuestra humanidad accede a la justicia que le es debida por su dignidad y a la salvación que, gracias a la mediación de Jesucristo, obtenemos por vía de regalo amoroso e incondicional.

Explorar el mundo, conocerlo y estructurarlo en la comprensión de las diversas disciplinas científicas, con el fin de transformar la naturaleza en aras de mejor calidad de vida para todos; esforzarnos por captar los entresijos de la mente, estudiarla en profundidad, reconocer los más hondos dinamismos  que la configuran, promover la libertad a través de la explicitación de aquellos dinamismos inconscientes, formular posturas críticas que nos permitan emanciparnos de opresiones y dominios alienantes, desarrollar tecnología para agilizar los procesos de transformación del mundo, proponer un pensamiento que dé raíz y fundamento a toda la humanidad, analizar los comportamientos y sus condiciones, hacernos libres en la expresión artística y en la lúdica para hacer de la existencia una experiencia placentera, enamorarnos apasionadamente, empeñarnos en la justicia y en la equidad para que sean viables sociedades donde todos podamos participar de los beneficios en igualdad de condiciones, son , entre muchas otras, expresiones elocuentes de esa pasión por “ascender”, por ganarle la partida a la inevitable precariedad, por no terminar en un dramático proceso de descomposición orgánica. El señorío del ser humano adquiere plenitud de significado en el señorío de Jesús [8]

También nos salen al paso los tropiezos, inherentes a nuestra contingencia, donde las interminables limitaciones que nos acompañan se tornan lenguaje desafiante que nos invitan a ir “más allá” para encontrar la genuina razón del existir. Porque es claro que no podemos prescindir del sufrimiento, de la realidad del mal en sus inagotables evidencias, de la enfermedad, de la muerte, con su inevitable y definitiva cuestión sobre el sentido último de la vida. [9]

Hacer conciencia de todos estos elementos es un excelente caldo de cultivo para comprender y vivir la plenitud que nos viene de Dios, el “todo en todos” del que habla la carta a los Efesios, que tiene su concreción en la persona del Señor a quien designamos como Jesús, el Cristo: “Para que ustedes conozcan cuál es la esperanza a la que han sido llamados por El, cuál la gloriosa riqueza otorgada por El en herencia a los santos, y cuál la soberana grandeza de su poder para con nosotros, los creyentes, conforme a la eficacia de su fuerza poderosa” . [10] La subida de Cristo a los cielos, según el lenguaje más tradicional, es pasar del tiempo a la eternidad, de lo inmanente a lo trascendente, donde se articulan salvíficamente la humanidad y la divinidad, siendo esta última la que acredita que la existencia de todo ser humano, que libremente acceda a tal beneficio, quede para siempre abierta a Dios y asumida por El, aval en el que felizmente se nos garantiza que vivir no es quedar expuestos al absurdo de la finitud y de la muerte. La primera lectura de este domingo, comienzo del relato de Hechos de los Apóstoles, es un claro ejemplo de esto, con ello se formula una convicción de la fe de los primeros cristianos, que se transmite a todas las generaciones de creyentes: Jesús no fue revivificado ni volvió al modelo de vida humana que tenía antes de morir.

El fue constituído Señor viviendo la vida divina en la plenitud de su humanidad: “Dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube lo ocultó a sus ojos” , [11] realidad que también afirma el evangelio de Marcos: “Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios” . [12] Todos nuestros esfuerzos por afirmar la maravilla de la dignidad humana, nuestra lucha por la justicia y por la equidad, la denuncia profética de las realidades pecaminosas que oprimen a millones de personas en el mundo, la negativa a estructurar proyectos de vida sobre ambiciones de poder y de riquezas, la fe en el servicio y en la solidaridad, también en la libertad, son realidades que, para nosotros creyentes en Jesús, tienen raíz en su señorío, en ese estar El a la diestra del Padre para que el ser humano sea, en nombre de Dios, señor de la vida, señor de sus decisiones, señor de su libertad, señor de la fraternidad y de la solidaridad. [13] Consecuencia de todo lo anterior es la invitación misional de Jesús a sus discípulos y a nosotros, el asunto no puede permanecer encerrado en un rincón de la historia, se trata de propagarlo porque están en juego la esperanza y el sentido de vida de la humanidad: “Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación…..Estos son los signos que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y, aunque beban veneno, no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien” . [14] El cristianismo es una novedosa condición en la relación de Dios con el ser humano, el Espíritu del Señor alienta para ir a todos los rincones de la humanidad a anunciar esta buena noticia: “Mientras ellos estaban mirando fijamente al cielo, viendo cómo se iba, se les presentaron de pronto dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: Galileos, por qué permanecen mirando al cielo? Este Jesús, que de entre ustedes ha sido llevado al cielo, volverá tal como lo han visto marchar[15]

___________

[1] Slatina, Rumania, 26 de noviembre 1909; París , Francia, 28 de marzo 1994.

[2] IONESCO, Eugenio. Le roi se meurt (El rey se muere). Folio-Gallimard. París, 1990.

[3] GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. El otoño del patriarca. Random House. Bogotá, 2022. ROA BASTOS, Augusto. Yo, el Supremo . Real Academia Española de la Lengua. Asociación de Academias de la Lengua. Madrid, 2019. ASTURIAS, Miguel Angel. El Señor Presidente. Alianza Editorial. Madrid, 2013. CABALLO, Vicente E. Un análisis psicológico de Donald Trump. En https://www.behavioralpsycho.com/wpcontent/uploads/2018/10/13.Caballo_25-1-pdf COLLINS, Jim. Cómo caen los poderosos. Harper Collins Publishers. New York, 2009. LÓPEZ HERRADOR, Marcos. Los poderosos. La rebelión de las élites mundiales. Sekotia. Córdoba, 2021. CASTRO GÓMEZ, Santiago. El tonto y los canallas. Notas para un republicanismo transmoderno. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2019. ARMARIO, Diego. Los tontos con poder. Almuzara. Madrid, 2006. VARGAS LLOSA, Mario. La fiesta del Chivo. Alfaguara. Buenos Aires, 2022.

[4] Efesios 1: 20-22.

[5] CONCILIO VATICANO II. Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo Moderno Gaudium et Spes. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 1967. SANTIAGO SANTIAGO, Eloy A. El hombre, imagen de Dios, a la luz de Cristo. Antropología cristocéntrica de la Gaudium et Spes. En Almogaren número 37, páginas 151-172. Centro Teológico de Las Palmas. Palma de Gran Canaria, 2005. OCHOA CADAVID, Víctor Manuel. Una lectura antropológica de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. En Cuestiones Teológicas volumen 35, número 84; páginas 282-300. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, junio-diciembre 2008. CARRODEGUAS NÚÑEZ, Celestino. El concepto de persona a la luz del Vaticano II. Una reflexión desde el derecho. En Estudios Eclesiásticos número 323; páginas 825-841. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid, 2007. TORAÑO LÓPEZ, Eduardo. El misterio del hombre en la Gaudium et Spes. En Teología y Catequesis número 129; páginas 105-133. Universidad Eclesiástica San Dámaso. Madrid, 2014.

[6] PARRA, Alberto. Textos, contextos y pretextos. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2003; “Dicen pero no hacen” Teología de la Acción. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2022. BEVANS, Stephen. Modelos de teología contextual. Verbo Divino. Quito, 2004. GIBELLINI, Rossino. La teología del siglo XX. Sal Terrae. Santander, 1998. BOFF, Clodovis. Teología de lo político: sus mediaciones. Sígueme. Salamanca, 1980. GUTIERREZ MERINO, Gustavo Teología desde el reverso de la historia. Centro de Estudios y Publicaciones CEP. Lima, 1977. SEGUNDO, Juan Luis. De la sociedad a la teología. Carlos Lohlé. Buenos Aires, 1973. ELLACURÍA, Ignacio. Filosofía de la realidad histórica. Trotta. Madrid, 1991. SOLS LUCÍA, José. La teología histórica de Ignacio Ellacuría. Trotta. Madrid, 1999. CERVERA CONTE, Ignacio. La contextualización en el quehacer teológico. En Estudios Eclesiásticos volumen 81, número 316; páginas 145-176. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid, 2006.

[7] GONZALEZ, Justo L. La Ascensión: una doctrina descuidada. Mundo Hispano. El Paso, 2022. HERRERA GABLER, Jorge F. Cristo, exaltado en la cruz. Eunsa. Pamplona, 2012. BOFF, Leonardo. Qué significa que Cristo subió a los cielos? En https://www.donbosco.org.ar/uploads/recursos/recursos_archivos_128_944.pdf GONZALEZ, Justo L. Jesús es el Señor. El señorío de Jesucristo en la Iglesia primitiva. PUMA. Lima, 2011. CAPELLETI, Lorenzo. El señorío de Cristo en el tiempo. En https://www.30giorni.it/articoli_id_20860_12.htm AMATO, Angelo. Jesús, el Señor. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 1998. PAGÁN, Samuel. Jesucristo es el Señor. Cristología del Nuevo Testamento. Clie. Barcelona, 2022. KASPER, Walter. Jesús el Cristo. Sígueme. Salamanca, 2000.

[8] LUCAS LUCAS, Ramón. Horizonte vertical: sentido y significado de la persona humana. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 2010. LUCAS, Juan de Sahagún. Dios, horizonte del hombre. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 1994. TABET, Miguel A. El hombre, imagen de Dios. En https://www.dadun.unav.edu/bitstream/10171/5949/1/MIGUEL%20A.%20TABET.pdf ARMENDARIZ, L. Hombre y mundo a la luz del Creador. Cristiandad. Madrid, 2001. MOORMAN, K. Teología de la Creación en un mundo en evolución. Verbo Divino. Estella, 2005. RUIZ DE LA PEÑA, Juan. Imagen de Dios. Antropología Teológica Fundamental. Sal Terrae. Santander, 1988. ESTRADA DÍAZ, Juan Antonio. El ser humano como proceso: don y naturaleza. En Revista Iberoamericana de Teología volumen 10 número 19; páginas 77-104. Universidad Iberoamericana. Ciudad de México, julio-diciembre 2014.

[9] ESTRADA, Juan Antonio. El sentido y el sinsentido de la vida: preguntas a la filosofía y a la religión. Trotta. Madrid, 2010. FERRATER MORA, José . Las crisis humanas. Alianza Editorial. Madrid, 1983. LUYPEN, Wilhelm. Fenomenología Existencial. Carlos Lohlé. Buenos Aires, 1969. LIPOVETSKY, Gilles. La era del vacío. Anagrama. Barcelona, 1986. FROMM, Erich. El corazón del hombre: su potencia para el bien y para el mal. Fondo de Cultura Económica FCE. Ciudad de México, 1995.

[10] Efesios 1: 18-19

[11] Hechos 1: 9

[12] 12 Marcos 16: 19

[13] SARDIÑAS IGLESIAS. Loida Lucía. Dignidad humana: concepto y fundamentación en clave teológica latinoamericana. Universidad de Santo Tomás. Bogotá, 2019. PAPA JUAN PABLO II. Carta Encíclica Redemptor Hominis Redentor del Hombre. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano 1979.

[14] Marcos 16: 15-18

[15] Hechos 1: 10-11

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