Lecturas:
- Ezequiel 34: 11-17
- Salmo 22
- 1 Corintios 15: 20-28
- Mateo 25: 31-46
En la película de Franco Zeffirelli , [1] “Hermano sol, hermana luna”, [2] sobre la vida de San Francisco de Asís, [3] hay una escena de gran fuerza simbólica, protagonizada por el santo. Está él en la catedral de Asís, en la misa mayor del domingo, presidida por el obispo de la ciudad. Nuestro joven asiste con sus padres, rodeado de gente pudiente, lujosamente vestida, grupo social al que pertenece su familia. En el rostro del muchacho se refleja notable ansiedad, ya ha vivido el fracaso de su alistamiento en la cruzada y ha empezado a experimentar el vacío de su vida actual y el deseo de algo más auténtico y liberador; en la parte trasera del templo están los pobres, desharrapados, revelando en su rostro el clamor del reconocimiento, totalmente separados de los ricos por una valla que les impide dar paso adelante. El altar mayor está presidido por un Cristo coronado como rey; Francisco mira ansiosamente a uno y otro lado, mira al Cristo, a sus padres, a los pobres; su amiga Clara [4] percibe su desasosiego, la cámara registra con rapidez las diversas sensibilidades manifestadas en los rostros de los presentes. En el momento culminante, Francisco protesta en voz alta, haciendo evidente su profunda inconformidad con esa abominable separación de ricos y pobres, con el desprecio manifestado a estos, con la liturgia carente de vida y de comunidad, con el opulento obispo desentendido de la realidad, con la vanidad de los ricos, con el silencioso clamor de la pobrecía, con el Cristo de apariencia monárquica. Negación total de las grandes inquietudes espirituales y humanas que empezaban a surgir en su interior. [5] Naturalmente, los padres del joven Francisco y las aristocráticas familias se indignan con esta “locura”, que después – por bendición de Dios – ha seguido irradiando en muchos ámbitos de la humanidad y de la Iglesia.
Este no es el mundo que ahora busca el joven de Asís. Su cambio empieza por una protesta profética en contra de una iglesia y de una sociedad lejanas del reino de Dios y su justicia. Francisco abandona la compañía de los aristócratas, incluyendo a sus padres, y sale caminando hacia los pobres. Lo que el Espíritu suscita en él es un retorno a la originalidad del Evangelio, a la fraternidad universal, a la reivindicación de los pobres, a la comunión con la naturaleza. Por eso, rompe con su modelo de hijo de familia poderosa y se aventura en el proyecto de Jesús, en el que, humildemente, se convierte en referente universal, aún vigente ocho siglos después. El Rey y Señor al que empieza a servir es descalzo y despojado de poder.
Esta referencia a la película de Zeffirelli, a su versión del popular santo de Asís, nos da pie para iniciar esta reflexión sobre el Señor Jesucristo, a quien en esta solemnidad final del año litúrgico celebramos como Jesucristo Rey del Universo. Las lecturas bíblicas de este domingo nos dicen de qué tipo de rey estamos hablando. Advertimos de antemano que la fiesta litúrgica nació durante el ministerio del Papa Pío XI, [6] después de la fuerte crisis provocada por el movimiento de reunificación italiana con la consiguiente retirada del dominio papal sobre los llamados estados pontificios, resarcidos simbólicamente mediante el tratado de Letrán, suscrito entre la Santa Sede y el estado italiano, en el que se concedió al papa el barrio romano conocido como Vaticano, que tiene categoría de estado independiente, a pesar de su minúsculo tamaño y de su escasa población. [7] Gracias al Espíritu Santo, cuya acción santificadora no tiene límites, la Iglesia siempre va más allá de estas fronteras de tipo jurídico para identificarse progresivamente con Jesús, con ser ella Pueblo de Dios y Sacramento Universal de Salvación, como la define el Concilio Vaticano II. [8]
Juntar en este comentario la historia del humilde y descalzo Francisco de Asís, y la pugna político-eclesiástica por el dominio de los en buena hora desaparecidos estados pontificios es punto de partida para esclarecer nuestra plenitud de creyentes en el Señor Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, según lo profesamos como convicción esencial de la fe cristiana. La Iglesia institucional, durante buena parte de la edad media y del renacimiento, se dejó seducir por los halagos del poder; pero el Espíritu Santo suscitó buenos y fecundos movimientos de renovación y retorno al Evangelio, como el del santo y su movimiento, el franciscanismo. Tal reflexión la hacemos con el ánimo evangélico de estar siempre en proceso de vivir lo esencial en nuestro seguimiento de Jesús. Y este prolongado contexto es para que podamos apreciar mejor lo que nos propone la Palabra en este domingo, sobre el “rey” Jesús, para Dios mismo y para las comunidades del Nuevo Testamento, Señor, Salvador, Redentor, Liberador, desde el despojo dramático de su nacimiento “extramuros” en Belén y desde la soledad de la cruz, ajusticiado fuera de las murallas de la ciudad de Jerusalén. El nuestro es un rey sin cetro ni corona. [9] Esta consideración – dato clave de la revelación cristiana – tiene carácter normativo para la Iglesia toda y para cada bautizado en particular.
Cuando en el lenguaje evangélico se habla del “Reino de Dios y su justicia”, categoría que se aplica al mensaje y a la práctica de Jesús, se alude a un orden de vida comunitario, fraternal, igualitario, servicial, austero, solidario, significando que ante Dios – tal como se manifiesta en Jesús – todos los seres humanos somos iguales y poseemos una común dignidad. [10] Esta no es una simple función de integración social, es una significación sacramental del acontecer salvador de Dios en nuestra historia. Jesús lo concreta en las Bienaventuranzas, contenido que expresa los valores prioritarios de su misión, de la comunicación que él hace del Padre Dios, de la acogida equitativa a todas las personas, principalmente a los más pobres y abandonados por la sociedad. Él nunca se proclamó rey, lo que hizo fue ponerse al servicio total del Reino, la causa por la que dio su vida.
En este contexto entendemos bien el evangelio que se proclama este domingo, que hace parte del capítulo 25 de Mateo, orientado a revisar las grandes intencionalidades de Dios, también las grandes intencionalidades de los humanos, para verificar si estas últimas se inscriben en los valores de su reino. El criterio que propone Mateo para evaluar si la vida de alguien se realizó a cabalidad, si se salvó, es el de la solidaridad con los últimos del mundo, y lo hace con una imagen fuerte: “Señor, ¿Cuándo te vimos con hambre o con sed, o como forastero, o falto de ropa, o enfermo o en la cárcel, y no te ayudamos? El Rey les contestará: les aseguro que todo lo que no hicieron por una de estas personas más humildes, tampoco por mí lo hicieron. Esos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”. [11] Para Jesús, valorar la vida de una persona y sus realizaciones, reside en el camino a Dios a través del prójimo. A eso se orientan las preguntas del Señor en esta conocida y exigente parábola del juicio final. El mismo es el referente esencial, en su apertura radical al Padre, en su afán por acoger y vivir su voluntad, en su disposición para el prójimo, en su específica sensibilidad con los sufrientes, y en la donación salvífica de su vida en la cruz. Este es el lenguaje que afirma su señorío y su realeza, también su realismo, propio de la lógica del misterio de la encarnación. Este señorío y esta realeza suceden en la donación salvífica de su ser, este rey es tal dando todo de sí mismo para que los humanos seamos redimidos de los límites que establecen el pecado, el egoísmo, la injusticia y la muerte. [12]
Del espíritu del Reino debemos destacar la preocupación de Jesús por la gente, el exquisito cuidado que les prodigaba, la delicadeza en el trato, la escucha paciente de sus cuitas y necesidades, su compromiso con todos. Es el interés prioritario de Jesús por el ser humano. No en vano el evangelio de Juan ha acudido a la figura del Buen Pastor para caracterizar esta manera de proceder del Señor: “Yo soy el buen pastor. Así como mi padre me conoce a mí y yo conozco a mi Padre, así también yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. Yo doy mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil, y también a ellas debo traerlas”. [13]
El evangelio de Mateo no está centrado en el triunfo de Jesucristo, que lo supone y asume, sino en la conducta que debemos tener para participar en su Reino, el compromiso con los más débiles, participar de la misma misión restauradora de Jesús, afirmar el valor indiscutible del ser humano en perspectiva teologal. Jesucristo, como lo afirmamos en nuestra fe, es la nueva humanidad y es la plenitud de la historia, en él se realiza el modo de ser humano sustancialmente filial, con respecto al Padre, y sustancialmente fraternal, con respecto al prójimo. Esa filiación y esa fraternidad se integran en su señorío, [14] “porque Dios lo ha sometido todo debajo de los pies de Cristo”. [15]
Él ha vencido el poder del pecado, de la injusticia, de la muerte y se constituye en el primogénito de la nueva creación, salvación que ya se ha empezado a construir en la historia y apunta al mundo futuro definitivo, garantía de nuestra esperanza: “Y cuando todo haya quedado sometido a Cristo, entonces Cristo mismo, que es el Hijo, se someterá a Dios, que es quien sometió a él todas las cosas. Así, Dios será todo en todo”. [16]
Así concluimos este año litúrgico 2022-23 y nos disponemos para iniciar el próximo domingo el tiempo de Adviento, el nuevo ciclo 2023-24.
Bibliografía:
[1] Célebre director de cine, italiano (1923-2019), muy conocido por producciones destacadas en la cinematografía del siglo XX como “Jesús de Nazareth” (1977), “Romeo y Julieta” (1968), “El Campeón” (1979), “Turandot” (1989), “Té con Mussolini” (1999), “Hamlet” (1990). ZEFFIRELLI, Franco. Todo sobre mi película Jesús de Nazaret. Noguer. Barcelona, 1979; Autobiografía. Lorenzo de Medici Press. Florencia, 2019.
[2] Producida en 1972.
[3] 1181-1226
[4] Santa Clara de Asís, 1194-1253. Su nombre original era Chiara Scifi. Participó plenamente con Francisco en su proyecto de vida comunitaria, de pobreza evangélica, de contacto con la naturaleza, de servicio a los pobres. BRUNELLI, Denir. Clara de Asís: camino y espejo. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 2002. GREAL, Jacqueline. Vida de Santa Clara. San Pablo. Madrid, 1997. BOSCH PONS, Gadi. Me llamo Clara de Asís. Ediciones Franciscanas. Arantzazu, 2011. KUSTER, Niklaus. Francisco y Clara de Asís: una biografía doble. Capuchinos Editorial. Madrid, 2016.
[5] LARRAÑAGA, Ignacio. El hermano de Asís Lumen. Buenos Aires, 1993. SPOTO, Donald. Francisco de Asís, el santo que quiso ser hombre. Vergara. Barcelona, 2004. LE GOFF, Jacques. San Francisco de Asís. Akal. Madrid, 2003. BOFF, Leonardo. San Francisco de Asís, ternura y vigor. Sal Terrae. Santander, 1994. LECLERC, Eloi. Sabiduría de un pobre. Marova. Madrid, 1987. VAUCHEZ, André. Francois d´Assise: entre histoire et memoire. Fayard. Paris, 2009. CHESTERTON, Gilbert Keith. San Francisco de Asís. Encuentro. Madrid, 2012. HESSE, Hermann. San Francisco de Asís. Edhasa. Barcelona, 2013. MERINO, José Antonio. Don Quijote y San Francisco de Asís: dos locos necesarios. PPC. Madrid, 2000; Humanismo Franciscano: franciscanismo y mundo actual. Cristiandad. Madrid, 1982.
[6] 1857-1939, fue papa desde 1922 hasta 1939. Su nombre Achille Damiano Ambroggio Ratti.
[7] SAVARINO, Franco & MUTOLO, Andrea. Los orígenes de la Ciudad del Vaticano. Estado e Iglesia en Italia. ICET-IMDOSOC. Ciudad de México, 2007. AUBERT, Roger. Nueva Historia de la Iglesia Tomo V. La Iglesia en el mundo moderno: 1848 al Vaticano II. Cristiandad. Madrid, 1977. LABOA GALLEGO, Juan María. Historia de los Papas: entre el reino de Dios y las pasiones terrenales. PPC. Madrid, 2022.En esta interesante obra destacamos los apartes dedicados a Pío IX (papa 1846-1878), y a Pío XI; al primero en las páginas 760-771, al segundo en las páginas 837-852. Pío IX es el papa al que la reunificación italiana le quita el dominio sobre los llamados estados pontificios.
[8] CONCILIO VATICANO II. Constitución Dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium. Librería Editrice vaticana. Ciudad del Vaticano, 1964. SCANNONE, Juan Carlos. La teología del pueblo: raíces teológicas del papa Francisco. Sal Terrae. Santander, 2017.
[9] GRAVES, Robert. Rey Jesús. Edhasa. Barcelona, 2003. SOBRINO, Jon. El seguimiento de Jesús pobre y humilde. En https://www.redicces.org.sv/jspui/bitstream/10972/1168/1/RLT-1991-024-D.pdf CODINA, Víctor. Una Iglesia nazarena: teología desde los insignificantes. Sal Terrae. Santander, 2010. MEIER, John P. Un judío marginal: nueva visión del Jesús histórico. 5 volúmenes. Verbo Divino. Estella, 2008. MIRÓ, Miguel. Vivir la pobreza: gracia y reto. Agustinos Recoletos. Roma, 2020. IRIARTE, Lázaro. La pobreza y humildad de Nuestro Señor Jesucristo. En https://www.franciscanos.org/temas/iriarte10.htm GUTIÉRREZ MERINO, Gustavo. En busca de los pobres de Jesucristo. El pensamiento de Bartolomé de Las Casas. Sígueme. Salamanca, 1993.
[10] PAGOLA, José Antonio. Recuperar el proyecto de Jesús. PPC. Madrid, 2011. CASTILLO, José María & ESTRADA, Juan Antonio. El proyecto de Jesús. Sígueme. Salamanca, 2000. CASTILLO, José María. El Reino de Dios: por la vida y la dignidad de los seres humanos. Desclée de Brower. Bilbao, 1999. De este libro del Profesor Castillo sugerimos el capítulo final (13) Repensar la Iglesia desde el Reino de Dios, páginas 407-467. AGUIRRE MONASTERIO. Rafael. Jesús anuncia el Reino y nos revela un Dios Padre entrañable y misericordioso. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 8 de noviembre 2011. RATZINGER, Joseph. Introducción al cristianismo. Sígueme. Salamanca, 2005.
[11] Mateo 25: 44-46
[12] VIVES PÉREZ, Pedro Luis. Jesucristo, Salvador absoluto y plenitud de sentido. Aportaciones de la soteriología contemporánea a la significatividad de la fe cristiana. En Scripta Fulgentina año XXVIII número 56, páginas 89-104. Instituto Teológico San Fulgencio. Murcia, 2018. COSTADOAT, Jorge. Cristo liberador, mediador absoluto del Reino de Dios. En Teología y Vida volumen XLIX, páginas 97-113. Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, 2008. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Olegario. Cristología. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 2001. DUCQUOC, Christian. Cristología: ensayo dogmático sobre Jesús de Nazaret. Sígueme. Salamanca, 1985. SESBOUE, Bernard. Jesucristo, el único mediador (2 volúmenes). Secretariado Trinitario. Salamanca, 1990.
[13] Juan 10: 14-16
[14] GUARDINI, Romano. El Señor. Meditaciones sobre la persona y la obra de Jesucristo. Cristiandad. Madrid, 2018. BINGEMER, María Clara. Jesús, servo de Deus e Messias glorioso. Paulinas. Sao Paulo, 2008. GRILLMEIER, Alois. Cristo en la tradición cristiana. Sígueme. Salamanca, 1997. EQUIPO BIBLICO VERBO. Jesús, salvación y misericordia de Dios. Encuentros bíblicos desde la Lectio Divina con el Evangelio de Lucas. Verbo Divino. Estella, 2017. RATZINGER, Joseph-BENEDICTO XVI. Jesús de Nazaret (dos volúmenes). La Esfera de los Libros. Madrid, 2007. PAPA JUAN PABLO II. Carta Encíclica Redentor del Hombre. Librería Editrice vaticana. Ciudad del Vaticano, 1979. ZAMORA ANDRADE, Pedro Pablo. Seguir a Jesús, el Señor, y proseguir su proyecto. Verbo Divino. Estella, 2021.
[15] 1 Corintios 15: 27
[16] 1 Corintios 15: 28.