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“Vengan a compartir mi comida y a beber el vino que he mezclado”

Comunitas Matutina

XX Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B – (Proverbios 9: 5)

Lecturas:

  1. Proverbios 9: 1-6
  2. Salmo 33
  3. Efesios 5: 15-20
  4. Juan 6: 51-58

 

“Discutían entre sí los judíos: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?”.[1] Para la visión judía el ser humano era una realidad integral, no con la separación habitual de cuerpo y alma; cuando ellos hablaban de “carne” se referían a la persona entera, a la realidad humana completa, no sólo al aspecto físico disociado de esa totalidad. Por eso, para ellos era de extrema repugnancia la idea de comer la carne de otro, porque significaba que tenía que destruir al otro para hacer suya la sustancia vital de ese otro. Seguimos en este domingo con el capítulo 6 de Juan, el escándalo que se causa en los judíos ante las palabras de Jesús: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar es mi carne para vida del mundo”. [2]

Jesús, en vez de suavizar su propuesta, la hace aún más dura, porque si ya era inaceptable el comer la carne, ahora el asunto se hace más radical: “El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él”.[3] Les aterra esta expresión y su contenido, beber la sangre, que para ellos era la vida, es desafiar a Dios, porque esta solamente es de Él. Jesús les pone como condición indispensable para seguirle que coman su carne y beban su sangre.

Carne – ya lo dijimos la semana anterior – es el aspecto más bajo del ser humano, su fragilidad extrema, la causa de todos sus límites y precariedades, mientras que el cuerpo es el aspecto humano que le permite establecer vínculos, es la persona, el yo con su posibilidad de enriquecerse o empobrecerse en sus vínculos con los demás seres humanos. En este relato-testimonio de fe lo que se quiere afirmar es que esto es mi persona, esto soy yo, puesto en boca de Jesús, Él ofrece todo lo que es, también su carne frágil y su sangre que en la cruz se harán ofrenda total salvadora y liberadora, para darse como alimento y como bebida. “Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida”.[4]

No es cualquier pan, es un pan tomado, eucaristizado, partido, repartido y compartido. Es Jesús dándose todo y marcando una pauta fundamental para el comportamiento de quienes desean seguirlo.[5] Pero también conviene advertir que Juan cuando habla de carne, de la carne de Jesús, alude a la realidad más humilde y débil de su ser, esta es la que se da como alimento, la que se comparte en plenitud. Está en pleno juego el significado de la encarnación, Dios que se involucra ciento por ciento en la condición humana frágil y dolorosa.

Cuando Jesús nos dice que tenemos que comer su cuerpo y beber su sangre está afirmando que tenemos que apropiarnos de su persona y de su vida. Este comer y beber son símbolos de extraordinaria hondura para saber qué es lo que tenemos que hacer con Él: hacer nuestra su vida, apropiarnos de su sustancia, asimilarlo, Su vida tiene que pasar a ser nuestra vida. Esto hiere la sensibilidad de los judíos, porque no lo entienden. Les está hablando de la vitalidad de Dios que se inserta en el ser humano a través de Él: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día”.[6] Consecuencia clara de este alimento y de esta bebida es que nosotros, como Él, nos hagamos pan partido y sangre derramada, para que nos coman y nos beban, es el ejercicio radical del cristianismo, dejarnos configurar por la carne y por la sangre de Jesús para insertarnos vitalmente en el prójimo, alimentándolo con lo más íntimo de nuestro ser, que es el mismo Señor. [7]

“Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado, y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí”,[8] el designio de Dios es comunicar la Vida a Jesús y a nosotros; la actitud del que se adhiere a Jesús debe ser la misma que él tiene hacia el Padre: recibir vida y comunicarla a los demás. Al hacer nuestra su Vida, hacemos nuestra la misma Vida de Dios. La meta de todo ser humano es insertarse en el misterio de Dios, identificarse con Dios, hacer plena su humanidad en esa configuración con la divinidad.

Cuántos esfuerzos hacemos los humanos para alcanzar plenitud, muchos atinados, satisfactorios, creativos y otros, fuente de fracasos y desencantos. Es el viejo tema de las absolutizaciones de tal o cual personaje, ideologías, modos de vida, realidades que convertimos en fines cuando no son más que medios referidos a un propósito. El ser humano en su historia es un aventurero de la felicidad, testigo de apasionantes logros que se perpetúan en el constante trabajo de experimentar con creces el sentido de la vida, y también testigo de grandes frustraciones que resultan de no tener conciencia de los límites ni sabiduría para asumir la saludable relatividad de estas faenas. ¿Dónde queda en esto el carácter definitivo de Dios, del Dios de la Vida, del que hace que el ser humano permanezca en el ser hasta desbordar con extrema generosidad la respuesta a estos deseos infatigables de plenitud?[9]

En la primera lectura – del libro de los Proverbios, un libro sapiencial – hay una invitación a la sensatez y a la inteligencia, que el texto vislumbra en el compartir los alimentos de Dios, en aceptar su invitación a dejarse tomar por El: “Quien sea inexperto, que venga aquí. Y a los insensatos les dice: vengan a compartir mi comida y a beber el vino que he mezclado. Déjense de simplezas y vivirán, y sigan el camino de la inteligencia”. [10] Recordamos que el banquete es una figura muy utilizada en el mundo antiguo, los textos bíblicos echan mano de ella con bastante frecuencia, representa los bienes comunicados por la Sabiduría, que es el don de Dios por excelencia para hacer del ser humano alguien abierto a lo definitivo, libre y teologalmente inteligente, alimentado por Él mismo. En los evangelios, el banquete es uno de los grandes simbolismos del Reino de Dios.[11]

Volviendo a Juan, al evangelista le interesa dejar claro el sentido de la adhesión a Jesús, esta es la sabiduría, la lógica contenida en dejarse alimentar por su carne y por su sangre. Este discurso del capítulo 6 está conectado con la eucaristía y con el lavatorio de los pies, tal como se ve en Juan 13: 1-20, en el contexto de la última cena: “En verdad, en verdad les digo que quien reciba al que yo envíe me recibe a mí, y quien me recibe a mí recibe al que me ha enviado” [12] dice Jesús a los discípulos después de lavarles los pies. La eucaristía resalta el aspecto de entregarse a los demás, no puede ser una devoción individual desvinculada de la comunidad; el discurso del pan de vida acentúa el aspecto de alimento de la verdadera Vida y la necesidad de descubrirlo en la carne, en lo perceptible de Jesús; lavar los pies era una tarea que sólo se pedía a los esclavos, era un servicio de máxima humildad, es la diaconía, el servicio como gran consecuencia del ser alimentado por él, es clave para entender la nueva comunidad del Reino.

¿Vivimos esto plenamente en la Iglesia de hoy? ¿Hacemos caso a Jesús y a los evangelios atendiendo este requerimiento fundamental? ¿En la Iglesia la comunión (koinonía) de los hermanos resulta del servicio (diakonía) de unos hacia otros, con la vitalidad propia de quienes participamos de su cuerpo y de su sangre? ¿Somos capaces de dar el salto cualitativo de la religiosidad individual a la comunidad del banquete?

Se trata de la totalidad de la existencia vivida desde el significado de este pan-carne y de este vino-sangre, porque lo comemos y lo bebemos a él para que se haga vida en nosotros y para que nosotros nos hagamos vida en todos los prójimos a quienes somos enviados, instrumentos de ese Dios que en Jesús se revela como saciedad del hambre y de la sed de vivir. La vida de Jesús tiene que pasar a ser nuestra vida.

Pablo invita a los Efesios a esta novedad : “Por tanto, no sean insensatos, traten de comprender cuál es la voluntad del Señor. No se embriaguen con vino, que es causa de libertinaje; llénense más bien del Espíritu”,[13] como muchas alusiones paulinas esta es propuesta para asumir la nueva humanidad que se realiza en Jesucristo, alimentados por Él para revestirnos de la condición que nos hace libres en el amor.

Dar la propia vida, constituirnos en alimento y bebida para otros, debe ser común denominador de todos los que seguimos a Jesús, vivir así rompe muchos de los esquemas habituales de “egoísmo sofisticado” de la sociedad. La actitud de Jesús, de darse en carne y en sangre, escandaliza porque desarma esta mentalidad. Esta se logra si su vitalidad, su carnalidad y su sanguinidad, entran en nosotros y nos hacen nuevos para el reino de Dios y su justicia.

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Bibliografía

[1] Juan 6:52

[2] Juan 6:51

[3] Juan 6:56. RIUS CAMPS, Josef. El anacronismo de invitar Jesús a los judíos a beber la sangre del Hijo del Hombre. En Fortunatae número 26; páginas 127-136. Universidad de La Laguna. Palma de Gran Canaria, 2015. FRAY MARCOS. Comer su carne y beber su sangre es identificarnos con él. En https://www.feadulta.com/es/buscadoravanzado/item/1437-comer-su-carne-y-beber-su-sangre-es-identificarnos-con-el.pdf FALQUE, Emmanuel. El que come mi carne y bebe mi sangre..En https://www.pdfcoffee.com/emmanuel-falque-el-que-come-mi-carne-y-bebe-mi-sangre-pdf-free.html PAPA JUAN PABLO II. Catequesis en la Audiencia General del 8 de junio de 1983. En https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/audiences/1983/documents/hf_jp_ii_aud_19830608.pdf

[4] Juan 6:55. VALENZUELA OSORIO VICENTE. La carne vulnerable como fuente primera y constitutiva de la teología. Trabajo de grado para optar al título de Doctor en Teología. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2016.

[5] CASTELLANO CERVERA, Jesús. Celebración litúrgica y existencia cristiana. En https://www.revistadeespiritualidad.com/upload/pdf/463articulo.pdf PAPA BENEDICTO XVI. Exhortación Apostólica Postsinodal Sacramentum Caritatis sobre le eucaristía, fuente y culmen de la vida y de la misión de la Iglesia. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 2007. ESPINEL, José Luis. La eucaristía del Nuevo Testamento. San Esteban. Salamanca, 1997. O´MALLEY, Timothy P. Convertirse en personas eucarísticas. Ave María Press. South Bend, 2023. TORRES QUEIRUGA, Andrés. La eucaristía, encuentro vivo con el Señor. En Horizonte volumen 6, número 12; páginas 21-40. Faculdades Jesuitas de Filosofia e Teologia FAJE. Belo Horizonte, junio 2008. BOROBIO, Dionisio. Eucaristía. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 2000.PUIG, Armand. De la última cena de Jesús a la liturgia cristiana antigua. Sígueme. Salamanca, 2021. LEON DUFOUR, Xavier. La fracción del pan. Culto y existencia en el Nuevo Testamento. Cristiandad. Madrid, 1983.

[6] Juan 6:54

[7] AGUIRRE MONASTERIO, Rafael. El memorial de la entrega de Jesús. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 6 de noviembre de 2012. CORDOVILLA PÉREZ, Angel. Haced esto en memoria mía (1 Corintios 11:24). La memoria en la escritura y la tradición de la Iglesia. En Sal Terrae número 108, páginas 103-116. Compañía de Jesús España. Madrid, 2020. GONZALEZ FAUS, José Ignacio. Memoria subversiva, memoria subyugante. Presentación de Jesús de Nazaret. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2011; Memoria de Jesús, memoria del pueblo. Reflexiones sobre la vida de la Iglesia. Sal Terrae. Santander, 1984. GUIJARRO PORTO, Santiago. La memoria viva de Jesús. Dinámicas de la transmisión oral. Sígueme. Salamanca, 2023. MARTÍNEZ DÍEZ, Felicísimo. Creer en Jesucristo, vivir en cristiano. Cristología y seguimiento. Verbo Divino. Estella, 2010.

[8] Juan 6:57

[9] TORBAY, Mirna. Deseo de plenitud….plenitud realizada. En Teresianum volumen 72, número 1; páginas 65-78. Pontificia Facultad Teológica Teresianum. Roma, 2021. GONZALEZ, Luis Jorge. Desarrollo humano en plenitud. Monte Carmelo. Burgos, 2002. LISÓN BUENDÍA, Juan Francisco. De la felicidad mínima a la plena felicidad. En https://www.uv.es/sfpv/quadern_textos/v35p133-145.pdf CAMPS, Victoria. La búsqueda de la felicidad. Arpa. Barcelona, 2019. MARGOT, Jean Paul. La felicidad. En Praxis Filosófica número 25; páginas 55-79. Universidad del Valle. Cali, julio-diciembre 2007.

[10] Proverbios 9: 4-6

[11] VASQUEZ ZAPATA, John Fredy. El banquete de “Doña” Sabiduría en Proverbios 9: 1-6. En Cuestiones Teológicas volumen 36, número 86; páginas 407-433. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, junio-diciembre 2009. BARRIOS TAO, Hernando. Comida, mesa banquete. De la primera a la segunda alianza. En Theologica Xaveriana volumen 58, número 166; páginas 347-380. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, julio-diciembre 2008. AGUIRRE MONASTERIO, Rafael. Compartir la mesa y conocer a Jesús. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 14 de noviembre de 2006; La mesa compartida. Sal Terrae. Santander, 1994. REID, Bárbara. El banquete de la sabiduría. Una invitación a la interpretación feminista de la Escritura. Verbo Divino. Estella, 2019.

[12] Juan 13: 20

[13] Efesios 5: 18

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