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“Yo soy el buen pastor: conozco a mis ovejas y las mías me conocen a mí. Del mismo modo, el Padre me conoce y yo conozco a mi Padre, y doy la vida por las ovejas”.

Comunitas Matutina

Domingo IV de Pascua – ciclo B

Lecturas:

1. Hechos 4: 8-12
2. Salmo 117
3. 1 Juan 3: 1-2
4. Juan 10: 11-18

Toda la vida de Jesús es un constante y creciente salir de sí mismo, siempre dedicado a dar vida a todos los prójimos con los que se cruzó en su vida, dando vida del espíritu y vida del cuerpo, haciendo a cada uno consciente de la amorosa predilección de Dios; no reserva nada para sí mismo, su proyecto de vida no está determinado por intereses personales sino por el interés del hermano, restablecer la armonía perdida en el pecador, la salud corporal en tantos ciegos, paralíticos, leprosos, que se acercaron a él con la esperanza de ser sanados, la dignidad afrentada por las injusticias y las opresiones; la vigorosa denuncia de todo lo que contraría el plan de Dios en esta materia, el reconocimiento amoroso del valor propio de cada hombre y de cada mujer. En Jesús está Dios dándose totalmente para salvación de la humanidad. [1] Los relatos evangélicos y todos los escritos del Nuevo Testamento son unánimes en testimoniar esta condición de Jesús trascendiendo de sí mismo hacia el Padre y hacia el hermano, con la claridad de que en este modo de proceder está acatando con máxima fidelidad la voluntad de Dios: “Toda la riqueza de Cristo es para todo hombre y constituye el bien de cada uno. Cristo no vivió su vida para sí mismo sino para nosotros desde su Encarnación “por nosotros los hombres y por nuestra salvación” hasta su muerte “por nuestros pecados” (1 Corintios 15:3), y en su Resurrección “para nuestra justificación” (Romanos 4:25). Todavía ahora “es nuestro abogado cerca del Padre” (1 Juan 2:1), “estando siempre vivo para interceder en nuestro favor” (Hebreos 7:25). Con todo lo que vivió y sufrió por nosotros de una vez por todas, permanece presente para siempre “ante el acatamiento de Dios en favor nuestro” (Hebreos 9:24). [2]

El evangelio de este domingo toma la figura del Buen Pastor como referente y modelo para acreditar el estilo amoroso y solidario de Jesús: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, que no es propietario de las ovejas, abandona las ovejas y huye, cuando ve venir al lobo; y el lobo hace presa en ellas y las dispersa”. [3] En su conocida y sabia pedagogía, Jesús enseña sobre el Reino de Dios tomando ejemplos de la vida cotidiana y doméstica de sus paisanos, de la de él mismo; así, muchos de sus contemporáneos se dedicaban a la actividad pastoril, de allí se inspira para esta bella metáfora que hace decir al Papa Francisco que debemos ser “pastores con olor a oveja”. [4] Este lenguaje es
el que inspira la acción evangelizadora de la Iglesia – núcleo central de su misión – , designándola con el nombre de PASTORAL. [5] Este es el quehacer de la Iglesia formando comunidades, cuidando a cada una de las “ovejas” que hacen parte de cada una de ellas, anunciando la Buena Noticia, esmerándose en un ministerio que debe caracterizarse por una total entrega, a tiempo y a destiempo, sin buscar recompensas ni privilegios ni homenajes, con una disposición que debe llegar hasta dar la vida por todas las que integran su redil: “Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos”. [6]

El teólogo Jon Sobrino define a Jesús como el “pro-existente”, el que existe exclusivamente a favor de los demás. [7] El significado etimológico de existencia es salir de sí mismo hacia lo que es distinto de uno, hacia lo otro – el prójimo – , hacia el Totalmente Otro – Dios –. Es imperativo cristiano pedir al Espíritu la gracia de no hacer de esto un lugar común, como tantos otros elementos que derivan en proclamaciones retóricas sin consecuencias de transformación existencial. En el Señor todo lo suyo es donación hasta la muerte y muerte de cruz , por eso el fundamento del ser cristiano es él mismo en este modo de entregarse sin límites, de atender a cada ser humano, de cuidarlo con máxima delicadeza, de reconstruirlo en su ser físico y espiritual, de preferencia por los más desvalidos y vulnerables, este elemento es normativo para todo el que decida seguir su camino. En esto consiste el pastoreo de Jesús, por eso el evangelio de Juan proclama que él es el Buen Pastor. [8]

Cuando el Papa Francisco en sus diversas intervenciones escritas y habladas insiste sobre la Iglesia en estado de misión, no autorreferencial, y otras alusiones semejantes, está pensando en el paradigma que es para todo cristiano esta conducta del Señor Jesús manifestada en su total dedicación al bien del rebaño al que es enviado para su salvación, redención y liberación. Nunca pasó por su mente un estilo de poder y de prerrogativas que lo pusieran por encima de los demás. Por esto, a la Iglesia entera le corresponde ser una comunidad ministerial, pastoral, evangelizadora, entregada incondicionalmente al bien de la humanidad y de ella misma, entendiendo como bien esa condición permanente de ofrenda de la vida para que haya vida en abundancia como reza bellamente el evangelio de Juan y como lo refiere la primera lectura de hoy narrando la actitud de Pedro y Juan ante el sanedrín: “Entonces, Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: jefes del pueblo y ancianos, puesto que, con motivo de una buena obra realizada en un enfermo, se nos interroga hoy por quién ha sido este curado, sepan todos ustedes y todo el pueblo de Israel que ha sido por el nombre de Jesucristo, el Nazareno, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos. Por su nombre, y no por ningún otro, tienen a este aquí sano, ante ustedes”. [9]

En este domingo tradicionalmente las comunidades honran a sus pastores, los obispos y presbíteros, dedicándoles especiales homenajes de afecto y gratitud. Pero no se puede olvidar que no se trata de exaltar una casta superior en la Iglesia, la de los clérigos, ni de rendir culto a la personalidad de quienes dedican su vida el ejercicio del ministerio ordenado. Conocemos bien los excesos de la excesiva honra al clero con sus nocivas consecuencias de poder y superioridad. Cada obispo en su diócesis y cada presbítero en su parroquia, grupo apostólico, es un servidor que debe inspirar su modo ministerial en el mismo Señor Jesús, debemos estar negados al “vano honor del mundo” , siguiendo en todo al Señor: “Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas y las mías me conocen a mí; del mismo modo, el Padre me conoce y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; también a esa debo conducir ; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño bajo un solo pastor”. [10]

En este reconocimiento cabe evocar a pastores que siguieron fielmente al Señor y a sus comunidades dando todo de sí para que sus ovejas abundaran en gracia y dignidad: San Damian de Veuster, [11] religioso belga que se entregó con extrema generosidad a los enfermos de lepra en la isla de Molokai, adquiriendo él mismo la enfermedad; nuestro Beato Mariano de Jesús Eusse Hoyos, [12] durante largos años párroco en Angostura (Antioquia), testimonio del auténtico e infatigable pastor; el arzobispo mártir de San Salvador en Centroamérica, San Oscar Romero, [13] defensor de la dignidad de comunidades campesinas oprimidas por la violencia e injusticia de los poderosos de ese país; el padre Alfred Delp, [14] jesuita alemán, consciente del horror de la tiranía hitleriana en los tiempos siniestros de la segunda guerra mundial, ayudó a muchos judíos a escapar del régimen, fue ajusticiado el 2 de febrero de 1945; nuestro compatriota, el arzobispo de Cali Isaías Duarte Cancino, [15] que sirvió generosamente a la Iglesia como obispo en Bucaramanga, Apartadó y Cali, asesinado en esta última ciudad en marzo de 2002; el Cura Brochero, [16] abnegado párroco argentino en el siglo XIX y comienzos del XX, canonizado por el Papa Francisco en 2016. Estos son pastores de total credibilidad por haber apropiado como suyo el estilo pastoral de Jesús. [17]

Con ellos también reconocemos a multitud de hombres que , en silencio y máxima discreción, lo apuestan todo por sus comunidades, pastorean sin buscar honores, hacen del Evangelio su proyecto de vida, defienden a sus ovejas, les brindan los mejores elementos para una genuina existencia evangélica, se preocupan por todos, no esperan que la gente vaya hacia ellos porque siempre orientan su vida a la salida pastoral, sin descanso ni ganancias personales, configurándose en todo con el Señor Jesucristo. Ahora, cuando en la Iglesia pasamos la profunda pena que deriva de los escándalos de pedofilia y abuso sexual a niños y adolescentes protagonizados por sacerdotes y religiosos, volvemos la mirada y el corazón a estos santos varones que honran el Evangelio y el ministerio ordenado, todo esto para que nuestras vidas sean impecables, no por mérito nuestro, sí por la gracia del buen Dios. Este horrendo pecado de los abusos es una evidencia de esa cultura clerical de superioridad que no tiene nada de evangélico, que ayuda a crear una conciencia elitista con detrimento de la dignidad y autonomía de los laicos, y con poco aprecio por el aporte de estos últimos al quehacer eclesial.

Sí, la humilde y responsable conciencia de esta pecaminosidad nos remite a la esencial configuración con el Señor Jesucristo, a una experiencia de oración y discernimiento que nos apoye en nuestra búsqueda fiel de la voluntad de Dios, a un trabajo juicioso de modelación psicoafectiva, a un sabernos enviados a pastorear con la más alta calidad evangélica y humana, a rechazar con vehemencia el “carrerismo eclesiástico”, al más exquisito respeto por cada una de las personas que son confiadas a nuestro ministerio, también a construir redes de apoyo y comunidad de vida con los hermanos obispos y presbíteros, descartando todo individualismo y aislamiento. El modelo auténtico de pastor es el mismo Señor, su narrativa pro-existente es la referencia que define la identidad y el quehacer de los BUENOS PASTORES de la Iglesia.

 


[1] SANHUEZA, Krety. Jesucristo, prototipo de justicia y martirio, a favor de los pobres y marginados. En Cuestiones Teológicas volumen 43, número 99; páginas 175-1997. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, enero-junio 2016. SOBRINO, Jon. El principio-misericordia. Bajar de la cruz a los pueblos crucificados. Sal Terrae. Santander, 1992; La fe en Jesucristo. Ensayo desde las víctimas. Trotta. Madrid, 1999. CABRERA TAPIA, Jesús Francisco. Ser-con y ser-para los demás: una exigencia humana ineludible. CETYS Universidad. Mexicali, 2007. CASTILLO, José María & ESTRADA, Juan Antonio. El proyecto de Jesús. Sígueme. Salamanca, 1987. ARRUPE, Pedro. Hombres y mujeres para los demás. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2015.

[2] CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. Número 519. San Pablo. Bogotá, 2022.

[3] Juan 10: 11-12

[4] PAPA FRANCISCO. Pastores con olor a oveja. Cuarenta rasgos desde el corazón del Evangelio PPC. Madrid, 2016. FARES, Diego. El olor del pastor. El ministerio pastoral en la visión del Papa Francisco. Sal Terrae. Santander, 2015. OCASIO, David S. Olor a ovejas. Perspectivas y principios para el servicio. Vida Miami, 2010.

[5] FLORISTÁN, Casiano. Teología práctica: teoría y praxis de la acción pastoral. Sígueme. Salamanca, 1993. RAMOS, Julio. Teología Pastoral. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 1995. GUTIERREZ MERINO, Gustavo. Líneas pastorales de la Iglesia en América Latina. Análisis teológico. Centro de Estudios y Publicaciones CEP. Lima, 1983. NEIRA FERNÁNDEZ, Germán. Edificar la Iglesia hoy: teología práctica. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 1994. MERLOS ARROYO, Francisco. La pastoral de la Iglesia en el cambio de época. PPC. Madrid, 2012. ANDRÉS VELA, Jesús. Reflexiones de un teólogo “pastoralista” sobre la teología. En Teológica Xaveriana volumen 59; número 167; páginas 17-40. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, enero-junio 2009.

[6] Juan 15: 12-13

[7] SOBRINO, Jon. Jesús en América Latina. Su significado para la fe y la cristología. Sal Terrae. Santander, 1990. TORRES SERRANO, Juan Manuel. La proexistencia: un modo de ser y de hablar de Dios en el contexto latinoamericano. En Revista Iberoamericana de Teología volumen VI, número 10; páginas 25-48. Universidad Iberoamericana. Ciudad de México, enero-junio 2010. MOLINA PÉREZ, Sergio. El amor como modo primordial de la existencia. En Cuestiones Teológicas volumen 47, número 108; páginas 155-166. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, julio-diciembre 2020. ZIZIOULAS, Johannis. Comunión y alteridad: persona e Iglesia. Sígueme. Salamanca, 2009. ARENAS MOLINA, Enrique. No hay amor más grande. Uniagustiniana. Bogotá, 2019. ARREGI GURIDI, Joxe Mari. Una historia de amor. Seguir a Jesús en la vida consagrada hoy. Verbo Divino. Estella, 2015. SCHÜRMANN, Heinz. El destino de Jesús: su vida y su muerte. Sígueme. Salamanca, 2003. KASPER, Walter. La proexistencia de Jesús; en Idem. La misericordia, clave del Evangelio y de la vida cristiana. Sal Terrae. Santander, 2014; páginas 75-80.

[8] BEUTLER, Johannes. El discurso del Buen Pastor en Juan 10. En Cuestiones Teológicas volumen 32, número 78; páginas 243-270. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, julio-diciembre 2005. GUERRA, Luis María. El Buen Pastor, estudio exegético-teológico de Juan 10: 1-18. En Almogaren número 10, páginas 25-93. Centro Teológico de Las Palmas. Palma de Gran Canaria, 1992. LOPEZ VERGARA, Juan. Conozco a los míos, y los míos me conocen a mí (Juan 10: 1-21). En Revista Iberoamericana de Teología volumen XIII, número 26; páginas 99-124. Universidad Iberoamericana. Ciudad de México, 2018. PAPA JUAN PABLO II. Exhortación Apostólica Postsinodal Pastores Gregis sobre el Obispo Servidor del Evangelio de Jesucristo para la Esperanza del Mundo. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 2003.

[9] Hechos 4: 8-10.

[10] Juan 10: 14-16

[11] 3 de enero de 1849 Tremelo (Bélgica); 15 de abril de 1889, Kalawao, HawaI.

[12] 14 de octubre de 1845 Yarumal (Antioquia); 13 de julio de 1926, Angostura (Antioquia)

[13] 15 de agosto de 1917 Ciudad Barrios (El Salvador); 24 de marzo de 1980 San Salvador (El Salvador)

[14] 15 de septiembre de 1907 Mannheim (Alemania); 2 de febrero de 1945, prisión de Plöttzensee, Berlín
(Alemania)

[15] 15 de febrero de 1939, San Gil (Santander); 16 de marzo de 2002, Cali.

[16] 16 de marzo de 1840 Villa Santa Rosa (Argentina); 26 de enero de 1914, Villa del Tránsito (Argentina).

[17] GONZALEZ DORADO, Antonio. Sacerdotes dignos de crédito, perspectiva latinoamericana. Sal Terrae. Santander, 1990. PAPA JUAN PABLO II. Exhortación Apostólica Post Sinodal Pastores Dabo Vobis sobre la Formación de los Sacerdotes en el Mundo Actual . Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 1992. WEST, Morris. Las sandalias del pescador. Editorial B. Madrid, 2015. JARAMILLO RIVAS, Pedro. Queridos sacerdotes, claves y propuestas para vivir la espiritualidad sacerdotal. Audiencias, discursos y homilías del Papa Francisco para consagrados y sacerdotes . PPC. Madrid, 2018. BOROBIO, Dionisio. Los ministerios en la comunidad. Biblioteca de Pastoral Litúrgica. Barcelona, 1999. RESTREPO, Javier Darío . La revolución de las sotanas. Planeta. Bogotá, 1995. BUSTILLO, Francisco Javier. Testigos, no funcionarios. El sacerdote en un cambio de época. Librería Editrice Vaticana, 2023.

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