Ver para creer
Siempre me ha llamado la atención la escena que nos presenta el evangelio de este domingo. Tomás quiere evidencias palpables de la resurrección de Jesús. No cree en el testimonio de sus compañeros. Es una actitud muy común en el mundo de lo científico, de lo experimental, de las comprobaciones y seguridades. La búsqueda de todo aquello que nos permita comprobar y verificar lo tenemos como válido. Creo que es diferente en el campo de lo espiritual. No podemos pretender que las evidencias estén a la mano. Es algo muy distinto y que se desarrolla en el campo de la intimidad. Veamos. La experiencia de la resurrección no es algo de lo cual tengamos datos o crónica detallada. Todo lo que sabemos es por las manifestaciones del Señor resucitado a los discípulos, por el testimonio de quienes han cambiado su vida por la experiencia del resucitado. Los discípulos, antes débiles y temerosos, se transforman en personas valientes, dispuestas a arriesgarlo todo, aun la vida misma, por la causa de Jesús de Nazareth. Sin embargo, hoy hay muchos que se podrían llamar Tomás, personas que no confían en los demás, que asumen actitudes controladoras hacia las otras personas, hombres y mujeres exageradamente racionales, fríos y calculadores para quienes el único argumento válido es el de la evidencia comprobada y certificada. Necesitan meter los dedos en las llagas, la mano en el costado de ese Jesús que ha resucitado para creer. Me pregunto si eso será realmente fe. Me cuestiono sobre la actitud de quienes actúan como Tomás. No es que creamos las cosas de una manera ingenua. No se trata de seguir a cualquier vivo que se aproveche de la bondad de las personas, no se puede pensar en ser ingenuo para asumir ciertas actitudes. Ese no es el sentido de la fe. Pienso en la frase de Jesús “bienaventurados los que creen sin haber visto” y miro a mi alrededor. Somos personas que estamos haciendo actos de fe todos los días, varias veces en el día. Confiamos en la palabra de una persona que nos ofrece su amistad, confiamos en quienes realizan negocios con nosotros, confiamos en nuestros padres que nos llamaron a la vida. Todo esto nos habla de lo que podemos llamar fe humana, es decir, la actitud por la cual confiamos en las personas. ¿Por qué no creemos en un Dios que nos ha hablado por medio de su Hijo y nos ha mostrado el camino de la vida nueva? Si hemos vivido la celebración de la resurrección, si la invitación a la conversión hecha en la cuaresma cayó en tierra buena, estamos llamados a hacer vida nuestra fe en Cristo Jesús por medio de nuestras obras, que sean ellas las que hablen por nosotros. Esas obras son las que respaldan nuestra fe, la hacen testimonio creíble. Que la experiencia interior vivida se proyecte en las acciones de la vida cotidiana, en las relaciones interpersonales y sociales, en la casa y en el trabajo. No necesitamos ver para creer. Necesitamos actuar y vivir para que nuestra palabra sea creíble.
Una mirada integral de la ecología: con(s)ciencia del cuidado de la Casa Común
Conoce la experiencia del diplomado que desarrollan las nueve obras de la Compañía de Jesús en los Santanderes, mediante el programa de Regionalización. _________________________________________________________________________________________________________________ Las nueve obras de la Compañía de Jesús en los Santanderes, mediante el programa de Regionalización, están desarrollando el diplomado Una mirada integral de la ecología: con(s)ciencia del cuidado de la casa común, con la participación de 155 personas de Barrancabermeja, Cúcuta, Bucaramanga y su área metropolitana. El objetivo es dar una mirada integral a la ecología con(s)ciencia, es decir, siendo conscientes y enfrentándola con ciencia, para lograr un efectivo y eficaz cuidado de la Casa Común, con el fin de atribuir a todas nuestras diarias acciones, la responsabilidad que merece una educación ambiental. Esta conducta no es de exclusiva competencia de los naturalistas o de unos cuantos sentimentalistas. Los estudiantes, los campesinos, los sindicalistas, los militares, los colonos, los reinsertados, los profesionales, los sacerdotes, todos los colombianos deben aprender a convivir con esta Naturaleza que nos tocó en suerte y con la que conformamos un todo para nuestra propia supervivencia. Las competencias para desarrollar el diplomado son desde el Saber, el Hacer y el Ser, lo cual implica que los participantes estarán en la capacidad de actualizar y profundizar los conocimientos sobre la crisis ambiental y sus causas, y aplicar e innovar el conocimiento científico aunado a la resolución de problemas ambientales en su respectivo campo de acción, esto en lo que respecta al Saber. En el Hacer, por su parte, los participantes estarán en la capacidad de emprender su propia labor con mayor compromiso. Respecto al saber Ser se concientizarán de mantener una actitud de constante reflexión y critica sobre su propia “huella ecológica” y las acciones que podrán emprender para el cuidado de la Casa Común. Las cien horas de la experiencia se desarrollan con la participación de 8 ponentes expertos en los temas a tratar que desde Canadá, España, Bogotá, Medellín, Norte de Santander y Santander se unieron a la causa de la responsabilidad ambiental regional. Así, junto con el equipo de trabajo del servicio educativo de la Congregación Mariana Claver, liderado por el Padre Eduardo Uribe, S.J., se avanza en la experiencia de generar una con(s)ciencia sobre los retos a los que se ve enfrentada la humanidad frente a lacrisis ambiental actual, que propicie la sostenibilidad sobre los estilos de vida y hábitos de consumo para el cuidado de la Casa Común.
Admirar la creación y actuar
Una reflexión de Alejandro Londoño, SJ, sobre nuestra relación con la Casa Común. _________________________________________________________________________________________________________________ Introducción Este libro se me ocurrió escribirlo durante el tiempo de la pandemia. Todos los días salía un rato al jardín a descansar un poco. Comencé poco a poco a admirar allí los árboles, las flores, las mariposas y pajaritos. Lo interesante fueron las vivencias y las ideas que fui tomando con la contemplación de la naturaleza. Sobre estas precisamente más tarde escribí y fueron el origen de este libro. Con todo gusto lo dedico a las personas estudiosas de la Naturaleza y amigas de la Ecología, pero de modo especial, a las personas que les gusta vivir la Ecología integral, como la llama el Papa Francisco. Ojalá lo lean despacio, cada día un capítulo para poder reflexionar. Alejandro Londoño, S.J. 1. Mirar y admirar la Naturaleza Son dos verbos que he utilizado mucho en mis escritos, pero aquí quiero darles un sentido más pleno, de acuerdo con lo vivido en estas salidas al jardín y al contacto más intenso y cariñoso con la naturaleza. Comencemos con las FLORES. A cualquier persona que visita un parque o un jardín, es normal que le parezcan bonitas las flores. Lo mismo quien va a comprarlas a un almacén. Pero eso no es suficiente. Hagamos un día el ejercicio de mirar por 1 minuto una flor y cerrar los ojos. ¿Qué vimos? Algo muy bonito. De seguro nos llamó la atención el color de la misma, también el número de pétalos y sus dibujos internos tan bien organizados. Pero después dediquemos 5 minutos a mirar y a admirar la misma flor. De seguro quedamos sorprendidos por los colores, las líneas tan precisas que tiene, lo armonioso de los dibujos que alguien debió realizar. Es que, en realidad, en las flores existen dibujos. Pero lo admirable es que estos son iguales en todas las de un mismo árbol. Hagamos el esfuerzo de mirar estos dibujos con que las han pintado y saldremos admirados. Es decir, no solo hemos mirado, sino admirado. Miremos ahora los ÁRBOLES. En un primer momento nos llama la atención la variedad. Quizás en uno o dos de ellos nos hemos detenido más en nuestra vida. Pero ahora detengamos la mirada sólo en uno de ellos. No importa cuál. ¿Qué nos llama más la atención? Es frecuente que a algunas personas les interese el tallo central o las ramas. Así sucede a quien centra su mirada en un eucalipto. Qué armonía entre el tronco central y las ramas que se desprenden de él. Otra persona quizás elige un pequeño arbusto que nunca se había detenido a mirar. Y le llama la atención la cantidad de hojas pequeñas que tiene, pero todas iguales. Lo mismo las florecitas que viven entre ellas, pero todas iguales en el color y la forma. Si estuviéramos junto a un río elegiríamos un sauce. Cómo caen en sus aguas las verdes ramas, que parecen estuvieran vertiendo lágrimas en el cauce del río. Con toda razón en algunas partes los llaman sauces llorones. Y si nos detenemos más en el admirar, caeríamos en la cuenta de la belleza de esas hojas tan raras por lo extendidas y bien organizadas. Y quizás en algún momento pasa cerca de nosotros un esquivo ANIMAL. No es necesario ir a un zoológico para ver la variedad. Comencemos por el tamaño. Qué diferencia entre un perrito y un caballo. Y qué diferencia tan grande entre estos y un sancudo o una abeja. Entre los mayores de ellos y el hombre hay cierto parecido: tienen pies y manos, tienen ojos y orejas, etc. Pero la gran diferencia es la inteligencia. Aquellos son sensibles y el hombre también. Pero no tienen intelecto. Hoy con todos los inventos de la tecnología, la diferencia es mucho mayor. Antes casi en broma alguien preguntaba: ¿Quién corre más, un hombre o un león o un conejo? En un primer momento ganaba el animal, pero cuando la persona respondía con más agudeza hacía notar que el hombre era capaz de correr de nuestro país al Japón o al polo, gracias a sus inventos. Pero lo que nos interesa es no sólo mirar a un animalito, sino admirarlo. Cuando uno ve la belleza de los ojos de éste, cuando mira la agilidad de un gato, la preocupación de un perrito por ladrar y defender la casa del dueño, de seguro pasamos del ver y mirar al admirar. Ojalá suspendiéramos aquí esta lectura y viviéramos algunas de las propuestas sobre las flores, los árboles o los animales. Con qué gusto y alegría podemos pasar del ver al mirar y luego del mirar admirar. Ojalá se convirtiera no sólo en un momento estético, sino místico, porque en el fondo sentimos la presencia del Dios Creador, que manifiesta su belleza en la naturaleza creada por Él para nosotros. 2. Admirar y agradecer Lo normal es que cuando nos dan un regalo seamos agradecidos. Así debería pasar con la Creación, con los ejemplos que colocamos arriba y con millones y millones más que hemos recibido y que algunos de ellos los vemos y los admiramos, y otros que ni siquiera sabemos que nos están haciendo bien para nuestro cuerpo y espíritu. Por fortuna, contamos con muchas personas que nos han enseñado a ser agradecidos con el Creador por todo lo que nos ha regalado. Y eso sin contar a Nuestro Señor Jesucristo, quien sabía admirar la creación para alabar al Padre en el Espíritu Santo. Además sacaba bellas enseñanzas, utilizando los prados, los ríos, los árboles, las aves y demás criaturas para componer parábolas. De los evangelistas, nos bastaría con leer en Lucas las parábolas del que siembra en diferentes terrenos (8,4-8),la del grano de mostaza que se convierte en un inmenso árbol (13, 18-19) y la oveja perdida (15, 1-7). Mateo también nos presenta unas parábolas bien dicientes como: el sembrador (13, 1-9), el trigo y la cizaña (13, 24-30). De seguro más de una de estas las hemos escuchado varias veces y las recordamos fácilmente. Podríamos
Compromiso de Ecojesuit para reconstruir una nueva normalidad
Los coordinadores de ecología de las diferentes conferencias de la Compañía de Jesús emitieron este compromiso en la búsqueda de un nuevo modelo de desarrollo humano. _________________________________________________________________________________________________________________ Jesuitas Colombia se permite replicar esta comunicación. *** La vulnerabilidad humana y la degradación ambiental, quedan al descubierto una vez más a medida que crece la pandemia y los registros de los países revelan la propagación del virus. Todos estamos en riesgo, pero, al igual que con otros desastres, siempre son los pobres y los marginados los que más sufren por la continua negligencia de la sociedad, dejándolos con opciones limitadas y voces debilitadas. El continuo abuso y la invasión de un entorno ya en degradación, aumenta el potencial de pandemias, a pesar de los avances en ciencia y tecnología impulsados por un modelo tecnocrático de desarrollo (Laudato Si’ 194). Volver a la normalidad no es aceptable – lo que se necesita es reconstruir una nueva normalidad con renovada urgencia. Una nueva normalidad requiere abordar las desigualdades e injusticias estructurales a nivel global, y reducir la vulnerabilidad de los pobres y marginados. Una nueva normalidad significa construir una economía justa, equidad generacional y una cultura de solidaridad centrada en el bien común, inclusivo y bajo en carbono. Una economía de exclusión exacerba los efectos tanto del cambio climático como de la pandemia. Una nueva normalidad nos arraiga en la conciencia humilde y agradecida de nuestra interdependencia, llevándonos a un proceso de conversión personal y colectiva con compasión y esperanza, integrando nuestras acciones como un cuerpo a través de diferentes niveles, realidades y dimensiones. Este es el contexto en el que surgió un diálogo más profundo con los equipos de Ecojesuit de las seis Conferencias, y un entendimiento de que es necesario que las Conferencias fortalezcan su solidaridad con las comunidades locales. La necesidad de reconstruir una nueva normalidad fue la conclusión compartida. Esto invita a que las Conferencias fortalezcan la solidaridad con las comunidades locales, a una escucha más profunda y un mayor compromiso. Esto significa compartir sus historias para permitirles participar en el llamado global por la justicia, como respuesta a la extensa invitación para una gestión cuidadosa del oikos. Estamos necesitados de un nuevo modelo para el desarrollo humano y nuevas relaciones con la creación y entre nosotros, a medida que nos damos cuenta de nuestra interdependencia e interconexión. Todos compartimos una casa común, y su cuidado solo será efectivo cuando haya solidaridad para satisfacer las necesidades básicas y la acción urgente por el oikos. Ecojesuit busca fortalecer la colaboración con otras redes, ya que todos construimos una visión por un mundo justo en el que todas las vidas son valoradas. Las historias locales y regionales de cambio provenientes de las prácticas de comunidades, inspiran y fortalecen la solidaridad, llevándose los temores, el aislamiento y la sensación de ser pequeños y estar solos en medio de un problema global. Con la solidaridad como base, Ecojesuit está adoptando un enfoque de “aprendizaje a través del trabajo en red” en el que colaboramos para profundizar en el aprendizaje, reconociendo con humildad que no tenemos las respuestas, pero tenemos el deseo de contribuir a una base para la acción social. La integridad de esa respuesta requiere una conversión interna que se encuentra en el corazón de estos cambios, y en la humilde transparencia de la comunidad jesuita y la vida institucional que Ecojesuit también busca compartir. Se identifican seis acciones principales para contribuir al proceso de reconstruir una nueva normalidad, en las que las Conferencias pueden participar activamente. 1. Conectar agricultura y emprendimiento El acceso a los alimentos es una preocupación primordial, manifestada claramente en todas las Conferencias. Esta acción implica aprovechar las actividades agrícolas y de emprendimiento de profesionales, organizadores, otras redes y asociaciones de exalumnos. En relación a esto, está la preocupación por generar empleo local y cuestiones más amplias sobre desarrollo rural, migrantes retornados, desigualdades en el mercado productor y cambios en el uso de la tierra. El esfuerzo que surge ahora para Ecojesuit, es el de desarrollar una plataforma global para compartir historias y estrategias locales en agricultura sostenible y comunitaria, a través de dinámicos intercambios virtuales. 2. Abordar la integridad social, económica y ambiental frente a la pobreza profunda – como es habitual – y la degradación ambiental Los impactos de la crisis por el COVID-19 se comparan con los de los desastres naturales, dada la necesidad de preparación y adaptación, al tiempo que las crisis ambientales como las sequías y las plagas de langostas, también afectan a las mismas comunidades vulnerables. No hay respuestas de libro sobre cómo reconstruir mejor, pero las mayores esperanzas están en las acciones tomadas a nivel local, en respuesta a las experiencias del terreno y las medidas efectivas que tomen los gobiernos y organizaciones locales. También es necesario involucrar a los tomadores de decisiones estatales, gubernamentales y locales para profundizar nuestra respuesta. Ecojesuit promoverá una serie de diálogos, eventos en línea y comunicados en medios que resalten e interconecten estas diferentes realidades, a medida que se vaya desarrollando el conocimiento para contribuir a construir la nueva normalidad. 3. Abogar por la acción climática, los derechos humanos y la contribución de los pueblos indígenas El movimiento de acción climática liderado por jóvenes en los últimos años, basado en logros históricos como el Acuerdo de París, indicó la creciente conciencia mundial de que los impactos del cambio climático no son solo ambientales, sino que destacan el derecho humano a un clima estable. Desde la extracción de combustibles fósiles, hasta las repercusiones de los desastres relacionados con el clima, las comunidades y el medio ambiente experimentan profundamente tanto los impulsores como los impactos del cambio climático. Las comunidades indígenas, que son guardianes de los bosques, están entre los más amenazados en su búsqueda por proteger sus tierras, cultura y formas de vida. Muchos países necesitan asistencia técnica y financiera para no verse atrapados en la dinámica de la energía sucia y barata y el ciclo industrial, a medida que su economía busca crecer, pero teniendo la opción preferencial de