Por: Gustavo Jiménez Cadena, S.J.Noviembre 24, 2016 Este día constituye una invitación a remar contra la corriente, a sentirnos libres frente a la sociedad de consumo, a rebelarnos contra la cultura del despilfarro y del descarte y contra la obligación que nos pretende imponer la sociedad de comprar toda clase de objetos inútiles. Es una invitación al gran público consumidor a prescindir de lo superfluo y comprar, eso sí, si el dinero nos alcanza, todo lo necesario y nada más que lo necesario o muy conveniente. Para ello existen dos razones fundamentales. Una de tipo ecológico: reducir la contaminación del medio ambiente. Sucede que todos los sobrantes del consumo, tarde o temprano se convertirán en basura, en contaminación ambiental. El Papa Francisco nos apremia a “no convertir la tierra, nuestra casa, en un inmenso depósito de porquería”. La otra razón es de simple dignidad humana: de sentirnos y ser verdaderamente libres. ¿Por qué dejarnos esclavizar por una sociedad que nos quiere imponer sus dictados hasta el detalle señalándonos hasta qué debemos usar, qué ropa ponernos, cómo divertirnos? Socialmente se considera como más importante aquel que tiene más dinero y que, por consiguiente, puede gastar más. La verdad es que el hombre vale por lo que es y no por lo que tiene. Dos grandes líderes mundiales de signo muy distinto, el Papa Francisco y el expresidente uruguayo Pepe Mujica, coinciden en defender la ecología, recomendar formas de vida más austeras y hacer frente a la cultura del desperdicio: esa cultura del “compre, use y tírelo a la basura”. O inclusive: “compre y tírelo a la basura por inútil, sin haberlo usado”. Circula en las redes una famosa grabación de Pepe Mujica: “Inventamos una montaña de consumo superfluo, y hay que tirar y vivir comprando y tirando. Y lo que estamos gastando es tiempo de vida, porque cuando yo compro algo, o tú, no lo compras con plata, lo compras con el tiempo de vida que tuviste que gastar para tener esa plata. Pero con esta diferencia: la única cosa que no se puede comprar es la vida. La vida se gasta. Y es miserable gastar la vida para perder la libertad”. El papa Francisco postula la necesidad de cambiar el modelo de desarrollo mundial: “Sabemos que es insostenible el comportamiento de aquellos que consumen y destruyen más y más, mientras otros todavía no pueden vivir de acuerdo con su dignidad humana” (LS 193). “El mercado -advierte el Papa Francisco- tiende a crear un mecanismo consumista compulsivo para colocar sus productos, las personas terminan sumergidas en la vorágine de las compras y los gastos innecesarios” (LS 203). Más adelante anota: “Mientras más vacío esté el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir” (LS 204).
