Por: Gustavo Jiménez Cadena, S.J.Agosto 25, 2016 Entraron en la contienda todos, lanza en ristre: padres de familia y rectores de colegio, el movimiento LGTBI y líderes políticos, diversas iglesias cristianas, la ministra Gina Parody y hasta el cardenal Rubén Salazar y el presidente Manuel Santos. El tema de las cartillas parece trivial, intrascendente, pero no hay tal: están en juego valores muy hondos de la sociedad como son la institución de la familia y la formación de la conciencia de los niños. De ahí las inmensas multitudes que se movilizaron para marchar en las principales ciudades del país. Las autoridades de la Iglesia Católica, aunque no promovieron las marchas, sí las apoyaron en sus objetivos de defender la familia y el derecho de los padres a dar a sus hijos una educación sexual de acuerdo con sus principios y valores morales. Lastimosamente en las marchas hubo insultos inaceptables, pero éstas lograron el objetivo principal de frenar la implantación de la ideología de género por parte del estado colombiano. Al menos, por ahora… Las marchas levantaron ampolla, especialmente en el Ministerio de Educación. Como reacción oficial vino la promesa pública y solemne de la Ministra y del Presidente de que no promoverán la “ideología de género”. El resultante comunicado del Ministerio de Educación es de una total ortodoxia. Me uno sin reservas a sus postulados. Reconoce el derecho primario de los padres de familia a la educación de los hijos, por encima de los derechos y obligaciones del estado: “El Ministerio insiste en que son los padres de familia quienes tienen en sus manos la formación de creencias, valores y principios de los niños, niñas y jóvenes en Colombia”. Sobre los manuales de convivencia la posición oficial es democrática. Afirma que “el Ministerio no ha impuesto ni puede imponer manuales de convivencia a las instituciones educativas. Los colegios son autónomos en la elaboración de los mismos, con la participación de rectores, docentes, padres de familia, estudiantes y comunidad educativa en general”. El Ministerio “promueve el respeto por la diferencia y la protección de los derechos de todos los colombianos”. Este propósito coincide con los principios cristianos de respetar a todo ser humano, sea cual sea su orientación sexual, y el rechazo al matoneo o “bulling” de cualquier índole. Una batalla se ha ganado. Pero es necesario permanecer con el ojo alerta, pues las presiones sobre nuestros gobiernos latinoamericanos, para imponer la ideología de género, vienen de países poderosos y de las mismas Naciones Unidas, apoyadas con fuertes sumas de dinero. El Papa Francisco se ha referido muchas veces a la ideología de género, a fin de denunciar sus consecuencia desastrosas para el futuro de la sociedad. En su vuelo de regreso de Filipinas lamentó la práctica occidental de imponer una agenda homosexual a otras naciones por medio de la ayuda financiera condicionada. En su reciente viaje a Polonia se quejó en estos términos: “Hoy a los niños -¡a los niños!- en la escuela se les está enseñando esto: que el sexo cada uno lo puede elegir. ¿Y por qué enseñan esto? Porque los libros son de las personas e instituciones que te dan dinero. Son las colonizaciones ideológicas, sostenidas también por países influentes. Esto es terrible”. Así nos alertó el Papa. Dadas las poderosas presiones internacionales, es fácil que en un plazo corto tengamos que dar una nueva batalla al gobierno de turno, para defender a nuestros niños y a la institución familiar.
