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“Al que tiene se le dará más, pero al que no tiene…”

El mensaje del domingo

XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A – noviembre 19 de 2023

En aquel tiempo Jesús les dijo a sus discípulos esta parábola: “Sucederá también con el reino de los cielos lo que sucedió cuando un señor que, estando a punto de irse a otro país, llamó a sus servidores, y los dejó encargados de sus bienes. A uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos y a otro uno, a cada uno según sus habilidades, y se fue. El que había recibido cinco talentos fue enseguida y empezó a negociar con ellos, y ganó otros cinco. De igual manera el que había recibido dos, gano otros dos. Pero el que había recibido un talento hizo un hoyo en la tierra y enterró la plata de su señor. Al cabo de mucho tiempo regresó el señor y les pidió cuentas a sus servidores. Se acercó el que había recibido cinco talentos, le presentó otros cinco, y le dijo: ‘Señor, cinco talentos me dejaste; mira, gané otros cinco’. El Señor le dijo: ‘Muy bien, servidor bueno y fiel. Como fuiste fiel en lo poco, te confiaré lo mucho. Siéntate a la mesa con tu señor’. Luego se acercó el que había recibido dos talentos y dijo: ‘Señor, dos talentos me dejaste; mira, gané otros dos’. El Señor le dijo: ‘Muy bien, servidor bueno y fiel. Como fuiste fiel en lo poco, te confiaré lo mucho. Siéntate a la mesa con tu señor’. Finalmente se acercó el que había recibido un talento y dijo: ‘Señor, supe que eres exigente, que cosechas donde no sembraste y cobras donde no invertiste; tuve miedo y escondí la plata bajo tierra. Aquí está tu plata’. El señor le respondió: ‘Servidor malo y perezoso, ¿sabías que cosecho donde no sembré y cobro donde no invertí? Pues debías haber puesto mi plata en el banco, para que al regresar me la devolvieras con la ganancia. Quítenle pues ese talento y dénselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará más y tendrá de sobra; pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese servidor inútil échenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación’.” (Mateo 25, 14-30).

1.- “Al que tiene se le dará más y tendrá de sobra: pero al que no tiene…”

El talento era una unidad monetaria de uso común en el imperio romano, que equivalía a una suma considerable de dinero. A partir de esta primera significación, y precisamente con base en la parábola del Evangelio de hoy, pasó a convertirse en sinónimo de las capacidades que cada ser humano tiene para aportar a la consecución de un objetivo personal o social.

Hoy en la gestión de las organizaciones se suele hablar del “talento humano”, y asimismo existen en la televisión concursos que exaltan los talentos musicales y otras cualidades de quienes participan en ellos. Cada uno de nosotros ha recibido de Dios unos talentos específicos. ¿Qué estoy haciendo con mis capacidades? ¿Las estoy haciendo rendir constructivamente? ¿O las estoy desperdiciando como el perezoso que enterró su talento sin realizar el esfuerzo de hacer rendir lo recibido? En esto último consiste precisamente el “pecado de omisión”, pues no basta con “no hacerle mal a nadie”; debo además hacer el bien, poniendo a producir, en la medida de mis posibilidades, la capacidad de amar que he recibido de Dios.

Queda resonando la reflexión final de Jesús: al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Su significado corresponde a la situación en que estemos cuando tengamos que rendirle cuentas al Señor. Si tenemos y podemos presentar como producto las buenas obras que son el resultado de haber puesto a rendir nuestros talentos, Dios nos dará una vida eternamente feliz. Pero a quien se presente con las manos vacías, lo que había recibido le será quitado y lo que podría recibir le será negado; su destino eterno será la oscuridad sin fin del encerramiento al que lo han llevado su egoísmo y su pereza.

2.- El valor del trabajo productivo, contra la vanidad de las apariencias.

La primera lectura (Pro 31, 10-13.19-20.30-31) nos trae al final del libro de los Proverbios un poema acróstico (cada verso comienza por una de las letras del alfabeto hebreo en su orden), y en él se exalta a la mujer que, en vez de la vanidad superficial y egoísta, dedica su vida al trabajo honesto y productivo para el bien de su hogar, y también para abrir sus manos a las personas necesitadas.

Esta imagen de la mujer ejemplar se opone al culto idolátrico de la apariencia física. Una apariencia con frecuencia engañosa, marcada por la ansiedad anoréxica, el artificio, la vaciedad de la mente y la ausencia de valores espirituales. En este sentido, podemos preguntarnos cuál es el ideal que promueven las pasarelas y las imágenes en cierta publicidad con frecuencia más orientada al consumo superfluo que al verdadero bienestar humano.

3.- “Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes…”

Esto que dice el apóstol san Pablo en la primera lectura (1ª Tesalonicenses 5, 1-6) se relaciona con el discurso «escatológico” de Jesús contenido en el capítulo 25 del Evangelio de san Mateo (escatológico, es decir referente a los últimos tiempos), del que hace parte la parábola de los talentos. La exhortación es a no vivir adormecidos en la inactividad improductiva sin pensar en la dimensión trascendente de nuestra existencia, sino a estar vigilantes para que no nos sorprenda desprevenidos el momento definitivo de nuestro encuentro con el Señor al final de la vida presente.

El Salmo 128 (127) dice en su versión tradicional: Dichoso el que teme al Señor. Esta traducción puede llevarnos a pensar que hay que tenerle miedo a Dios para lograr la felicidad. Pero no es así. La 1ª Carta de Juan (4,18) dice: Donde hay amor no hay miedo. Al contrario, el amor perfecto echa fuera el miedo, pues el miedo supone el castigo. Por eso, si alguien tiene miedo, es que no ha llegado a amar perfectamente. En este sentido, lo que suele llamarse el “temor de Dios” -que es un don del Espíritu Santo- es propiamente el respeto a su voluntad. Por eso es mejor la versión que ofrece del Salmo 128 la edición de la Biblia titulada “Dios habla hoy”: Feliz tú que honras al Señor y le eres obediente. El servidor de la parábola que escondió su talento y no lo puso a producir, le dice s su señor: “tuve miedo”; tuvo miedo de arriesgarse, prefirió la falsa tranquilidad de la inacción y este miedo fue su perdición, pues lo que nos hace posible ser felices no es el miedo paralizador, es la obediencia a Dios empleando productivamente los dones recibidos de Él.

Conclusión

Terminemos con esta oración: Danos Señor tu Espíritu Santo, para ser obedientes a tu voluntad, que es voluntad de amor productivo, y así lograr la felicidad eterna. Y a ti, María Santísima, te pedimos que nos alcances de tu Hijo Jesús la gracia que necesitamos para hacer rendir y poner productivamente a su servicio los talentos que Él nos ha dado, en el servicio constructivo a nuestros prójimos. Amén.

Preguntas para la reflexión
  1. ¿A qué siento que me invita el Señor con la parábola de los talentos?
  2. ¿Qué me dice la frase al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene?
  3. ¿Qué relación encuentro en la parábola de los talentos con el pecado de “omisión”?
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