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“Hemos visto salir su estrella y venimos adorarlo”

El mensaje del domingo

Epifanía del Señor – 7 de enero de 2024

Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces unos magos de oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”. Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: “En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el Profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel‟. Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén diciéndoles: “Vayan y averigüen cuidadosamente por el niño, y cuando lo encuentren avísenme para ir yo también a adorarlo”. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y, cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino. (Mateo 2, 1-12).

1.  La “Epifanía” es la manifestación de la universalidad del reino de Dios

La fiesta que en el lenguaje popular se conoce como de los “Reyes Magos”, cuya fecha tradicional es el 6 de enero, pero que en algunos países como Colombia se traslada al domingo siguiente, recibe en la liturgia de la Iglesia el nombre de EPIFANÍA DEL SEÑOR. El vocablo griego epifanía significa super- manifestación, y la Iglesia Católica lo emplea para celebrar la manifestación de Jesús que iba a ser reconocido por todos los pueblos de la tierra como el Mesías que vendría al mundo para establecer el reinado de Dios, según las profecías del libro de Isaías escritas unos cinco siglos antes en el texto bíblico de la primera lectura (Isaías 60, 1-6), y de acuerdo con el sentido del Salmo 72 (71), que en la Misa de la fiesta de la Epifanía se recita como salmo responsorial.

Este es también el sentido de lo que dice el apóstol san Pablo en la segunda lectura, tomada de su carta a los primeros cristianos de Éfeso (Efesios 3, 2-6), al referirse a los “gentiles” -es decir, los no judíos- como igualmente destinatarios de la acción salvadora de Jesucristo.

2.  El significado de los “Magos de Oriente” y la estrella que los guía

El texto del Evangelio (Mateo 2, 1-12) no es un relato estrictamente histórico. Pertenece a un género literario llamado en hebreo “midrash”: una narración con fines didácticos. La enseñanza que corresponde al relato de los “magos” (más exactamente sabios estudiosos de las estrellas), que no dice que fueran reyes (aunque los textos bíblicos mencionados del Antiguo Testamento parecen darlo a entender), ni que fueran tres (aunque tres son los dones que ofrecen), ni cuáles eran sus nombres, razas o nacionalidades (aunque se indica que vienen “de Oriente”), consiste en una invitación a reconocer la epifanía o manifestación poderosa del comienzo del reinado universal de Dios a partir del misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, desde el comienzo de la vida de Jesús en la tierra como luz del mundo, a la cual se refiere el símbolo de la estrella que los guía hacia Belén.

Los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar, mencionados en un Evangelio apócrifo (no reconocido oficialmente por la Iglesia), escrito en el siglo II d.C. y atribuido al apóstol Bartolomé, aparecen también en un Códice de la Biblioteca de París, entre los siglos V y VII d.C. Sus características raciales fueron atribuidas en el siglo XVI teniendo en cuenta la narración del libro del Génesis que se refiere a los hijos de Noe: Sem, antepasado originario de los asiáticos, es representado por Gaspar; Cam, antepasado de los africanos, por Baltasar; y Jafet, antepasado de los europeos, por Melchor.

La estrella se ha explicado de diferentes maneras. Johannes Keppler dijo en 1606 que fue un fenómeno astronómico debido a la conjunción de la Tierra con Saturno y Júpiter. Para la Iglesia se trata de un símbolo de la luz divina que guía a todos los pueblos para que reconozcan en Jesús al Señor del universo.

3.  El significado de los dones ofrecidos a Jesús

Es también significativa la descripción de los dones. Además de anunciar simbólicamente lo que ocurriría en el transcurso posterior de la historia de la humanidad, cuando los poderosos y los sabios de este mundo se postrarían para reconocer y adorar en el humilde niño Jesús al Rey del Universo, los dones de oro, incienso y mirra han sido interpretados como signos respectivamente de la realeza, la divinidad y la humanidad de Jesús. (La mirra se empleaba en los ritos funerarios orientales para embalsamar los cuerpos de los difuntos, lo cual da pie para simbolizar con ella la condición mortal de Jesucristo en su naturaleza humana).

Acojamos la enseñanza que nos trae el relato evangélico de la Epifanía del Señor, siguiendo como los magos la estrella que nos conduce a reconocer en Jesús al Señor de nuestras vidas, y abriéndole los cofres de nuestros corazones para ofrecerle todo lo que somos y tenemos, de modo que su Reino, que es el poder del Amor porque Dios es Amor, sea acogido de verdad por cada uno de nosotros y por todos los seres humanos en los ambientes en los que transcurre nuestra existencia: en nuestros hogares, en nuestros lugares de trabajo, en nuestra ciudad, en nuestro país y en el mundo entero.

Preguntas para la reflexión:
  1. ¿Qué siento que significa en mi vida la Epifanía del Señor?
  2. ¿Cómo percibo que puedo contribuir a que sea efectiva la universalidad del mensaje salvador de Jesús?
  3. ¿Qué siento que debo ofrecerle como donación de mi parte al Señor?
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