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Padre, Hijo y Espíritu Santo

El mensaje del domingo

Solemnidad de la Santísima Trinidad. Ciclo B

Lecturas bíblicas: Deuteronomio 4,32-40; Romanos 8,14-17; Mateo 28,16-20.

En aquel tiempo Jesús se acercó a sus discípulos y les dijo: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y enseñen a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado; y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28,16-20).

 

1.   El Misterio de Dios uno y trino

Se cuenta que un teólogo paseaba por la playa dando vueltas en su cabeza al dogma de la Trinidad, y vio a un niño que corría hacia el mar, llenaba un cubo de agua, volvía y lo vaciaba en un hoyo. Le preguntó: “¿Qué haces?” El niño respondió: “Pongo toda el agua del mar en este hoyo”. El teólogo le dijo: “Es imposible”. Y el niño replicó: “Más imposible es comprender en tu mente el misterio de Dios”. Este misterio es al que nos referimos al afirmar nuestra fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo: tres personas distintas, un solo Dios verdadero que se nos revela trinitariamente en su acción creadora, salvadora y santificadora.

En varios textos bíblicos del Antiguo Testamento hay referencias implícitas a la uni-trinidad de Dios:

  • En Génesis 1,26 Dios habla en plural: Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza.
  • En Génesis 18,1-3, Dios se le presenta Abraham en figura de tres personas, a las que recibe como un solo ser: Señor, si te he caído en gracia, no pases de largo.
  • El profeta Isaías (6,3) escucha la alabanza al tres veces Santo (Santo, Santo, Santo es el Señor del Universo), y a Dios que dice ¿A quién enviaré?, y luego en plural ¿Quién irá de parte nuestra?

Pero es en el Nuevo Testamento donde encontramos más clara la mención de las tres personas divinas:

  • En la Anunciación el ángel le comunica a la Virgen María la voluntad de Dios Padre, y el Hijo de Dios se encarna haciéndose hombre en el seno de ella por obra del Espíritu Santo (Lucas 1,26-38).
  • En el Bautismo el Padre le dice a Jesús Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco, y el Espíritu Santo se posa sobre Él en figura de paloma (Marcos 1,10-11; Mateo 3,16-17; Lucas 3,21-22; Juan 1,32-34).
  • En la Última Cena Jesús mismo se refiere explícitamente a la Santísima Trinidad (Juan 14,23-26).
  • E inmediatamente antes de su Ascensión, Jesús les dice a sus discípulos: Vayan, pues, y enseñen a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mateo 28,19).
2.   La palabra bíblica clave y los símbolos que intentan expresar la uni-trinidad de Dios

En el Nuevo Testamento encontramos una palabra clave, no para definir a Dios, pues el Infinito es indefinible, sino para indicar cómo obra en nosotros: Dios es AMOR (1 Jn 4,8.16). Esto significa que el Dios único afirmado en la primera lectura de hoy (Deuteronomio 4,32-40) es comunidad de amor: el amor de Dios Padre que se manifiesta en su Hijo Jesucristo, Dios hecho hombre por obra del Espíritu Santo, quien a su vez es Dios mismo que, como dice la segunda lectura (Romanos 8,14-17), nos mueve a llamar al Creador Abba -Papá-. Así lo llamaba Jesús.

Y varios símbolos suelen ser empleados para tratar de expresar el misterio de Dios uno y trino. Por ejemplo:

  • El sol, que es fuente de energía, luz y calor: el Padre es la fuente de energía creadora, el Hijo es la luz que libera de la oscuridad, y el Espíritu Santo es el fuego que enciende la llama del amor.
  • El triángulo: cada ángulo es distinto de los otros dos, pero los tres forman una sola figura geométrica.
  • La flor de lis, que se utiliza como representación de la Santísima Trinidad debido a sus tres pétalos.
  • El trébol, que empleaba en Irlanda san Patricio (387-461 C.) para explicar el misterio de Dios.
  • Las tres teclas, con las que san Ignacio de Loyola (1491-1556 C.) se refiere en su Autobiografía (No. 28) a la experiencia mística que tuvo de la armonía de Dios: “veía la Trinidad en figura tres teclas”.
3.   En la liturgia de la Eucaristía se expresa varias veces la fe en la Santísima Trinidad
  • Iniciamos con la señal de la cruz invocando a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, y el sacerdote saluda refiriéndose a la Trinidad divina como lo hacía el apóstol san Pablo en sus cartas.
  • En el himno del “Gloria” alabamos a Dios uno y trino, y luego el sacerdote ora en nombre de la comunidad reunida invocando al Hijo que vive y reina con el Padre en la unidad del Espíritu Santo.
  • En el Credo proclamamos nuestra fe en cada una de las personas de la Santísima
  • Después de la alabanza al tres veces Santo, el sacerdote le pide a Dios Padre que envía al Espíritu Santo sobre el pan y el vino para que sean Cuerpo y Sangre de su Hijo, y luego hace el brindis: Por Cristo, con Él y en Él, a Ti Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria.
  • Y al finalizar la Eucaristía, el sacerdote imparte la bendición invocando, otra vez con la señal de la santa cruz, a Dios uno y trino.
Conclusión

En su libro de meditaciones titulado El Dios de los Cristianos, el gran teólogo Joseph Ratzinger, luego Papa Benedicto XVI (2005-2013), escribió lo siguiente: «¿Cuántas veces hemos hecho la señal de la cruz sin recapacitar? Pues bien, otras tantas hemos invocado a Dios trino y uno. Esta invocación es renovación bautismal, aceptación de las palabras con las que fuimos hechos cristianos, y apropiación de lo que en el bautismo se infundió en nuestra vida. En aquella ocasión se derramó agua sobre nosotros mientras eran pronunciadas las palabras: “Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” ».

Pidámosle pues al Señor, invocando la intercesión de María santísima, que nos conceda su gracia para que esta celebración nos mueva no sólo a expresar de palabra nuestra fe en el misterio de Dios, sino también a realizar lo que esta fe significa: que habiendo sido creados a su imagen y semejanza, y re-creados asimismo espiritualmente por el Bautismo, cumplamos la voluntad divina de ser nosotros también una auténtica comunidad de Amor, y de esta manera manifestemos con hechos lo que rezamos al decir Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Preguntas para la reflexión
  1. ¿Qué mociones espirituales suscita en mí la manifestación de Dios como comunidad de Amor?
  2. ¿Cuál de los símbolos que intentan expresar la uni-trinidad de Dios me mueve más y por qué?
  3. ¿A qué compromisos de acción siento que me mueve mi fe en la Santísima Trinidad?
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