fbpx

Salió sangre y agua

El mensaje del domingo

Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús
Lecturas bíblicas: Oseas 11,1.3-4.8-9; Efesios 3, 8-12.14-19¸Juan 19, 31-37.
  1. El origen de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús

El reconocimiento al amor de Dios revelado en Cristo lo podemos constatar desde los inicios de la tradición cristiana. Ahora bien, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús como la conocemos hoy surgió en Francia a partir de las experiencias místicas de santa Margarita María Alacoque, religiosa de la orden contemplativa de la Visitación, quien las confió a su asesor espiritual, el sacerdote jesuita san Claudio de la Colombierè, para que contribuyera a su divulgación.

Santa Margarita dijo haber escuchado de Jesús en la semana posterior a la fiesta del Corpus Christi celebrada en junio de 1675: “Mira este Corazón mío que, a pesar de consumirse en amor abrasador por los hombres, no recibe de los cristianos otra cosa que sacrilegio, desprecio, indiferencia e ingratitud, aun en el mismo sacramento de mi amor. Pero lo que traspasa mi corazón más desgarradoramente es que recibo estos insultos de personas consagradas especialmente a mi servicio”. De este mensaje proviene la devoción al Corazón de Jesús expresada en especial los primeros viernes de mes y durante todo el mes de junio, revistiendo un sentido de reparación, de invitación a la conversión y de renovación comprometida de la fe en el Amor infinito de Dios manifestado en Cristo nuestro Señor. Y lo último que expresa el mensaje es la razón por la que, el día de la fiesta de su Sagrado Corazón, se celebra la Jornada mundial de Oraciones por la santificación de los sacerdotes.

  1. El Sagrado Corazón de Jesús nos revela el Amor infinito de Dios

Las lecturas escogidas por la liturgia para la Eucaristía de hoy nos muestran, entre otras, el reconocimiento del Amor de Dios, prefigurado en las profecías y revelado definitivamente en Cristo.

  • En la primera lectura el profeta Oseas (siglo VIII a.C.) evoca la acción de Dios como un padre amoroso que ha liberado a Israel de la esclavitud, lo ha conducido por el desierto hacia una tierra prometida, lo ha atraído con “lazos de cariño”, lo ha alimentado, y a pesar de los pecados de este pueblo, le ofrece su amor: “Mi corazón se conmueve dentro de mí y se inflama toda mi compasión”.

 

  • El Evangelio, al relatar que del costado de Cristo abierto por una lanza salió sangre y agua, nos da a entender que el amor infinito de Dios -no sólo a un pueblo sino a toda la humanidad-, encarnado en la persona de Jesús, se manifestó en la entrega total de su vida para nuestra salvación. Cuando en el corazón ya no hay nada de sangre, lo que queda es agua. Dios nos demostró así su amor misericordioso: derramando hasta la última gota de su sangre.

 

  • Y en la segunda lectura el apóstol san Pablo pide para los destinatarios de su carta la gracia de “comprender la anchura, la longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo, que sobrepasa todo conocimiento humano”.

 

  1. La consagración al Sagrado Corazón de Jesús

Colombia fue consagrada al Sagrado Corazón de Jesús en junio de 1902, para implorar el fin de la “Guerra de los mil días” que había comenzado tres años antes y terminaría cinco meses después. Hoy por ello es en nuestro país el Día de Acción de Gracias (distinto del “Thanks Giving Day” de los Estados Unidos de América, que tiene otro origen histórico también en el siglo XVII -1621- y se celebra el cuarto domingo del mes de noviembre).

Pero además es un día en el que expresamos de manera especial nuestra confianza en el Corazón de Cristo. Por tanto, pidámosle nuevamente la paz para nuestro país, fundada en la búsqueda sincera del reino de Dios y su justicia mediante la práctica de su mandamiento del amor, repitiendo la plegaria de renovación de la Consagración de Colombia al Sagrado Corazón de Jesús:

Señor Jesús, nuestro Redentor y Salvador: venimos ante ti en este día de acción de gracias. Tuyos somos y tuyos queremos ser, y para manifestar públicamente nuestra fidelidad, queremos en este día renovar como colombianos nuestra consagración a Ti. Señor, necesitamos que renueves en nuestra patria la fuerza de la fe; sabemos que muchos aún no te han conocido. Otros han rechazado tu Evangelio y otros han renegado de Ti. Te pedimos que, con la fuerza de tu Espíritu, los atraigas a todos al amor del Padre, manifestado en tu divino Corazón. Señor, ejerce tu reinado de amor no sólo sobre aquellos que nunca se han alejado de Ti, sino también sobre quienes te han abandonado o viven una fe sin sentido: haz que todos vuelvan, como el hijo pródigo, a la casa paterna.

Mira Señor con amor a nuestra amada patria Colombia, que consagramos una vez más a tu patrocinio, desde el Océano Atlántico hasta el Pacífico, desde la Guajira hasta el Amazonas, desde Nariño hasta Arauca, desde San Andrés y Providencia hasta el Vaupés: que todo nuestro territorio quede marcado con la insigne imagen de tu Corazón. Tú sabes que lo han invadido muchas semillas de maldad, de odio, de violencia. Tú conoces que la idolatría de la riqueza y la corrupción han ahogado la verdad y la justicia. Concede a esta tu tierra colombiana por fin la tan anhelada paz que sólo Tú puedes traernos; y a nosotros, ayúdanos a ser auténticos testigos de tu reino. Concédenos igualmente, Señor Jesús, la gracia de que en Colombia se mantenga siempre viva la fe en Ti y en tu Iglesia.

Finalmente, te consagramos nuestras familias, fundamento de la sociedad. Con el don de tu Espíritu fortalece y reanima nuestros hogares, para que cada uno sea de veras pequeña y primera comunidad cristiana por la fe, la oración y el testimonio, y que de cada una de ellas salgan hombres y mujeres que, queriendo llevar una vida consagrada a tu servicio, puedan saciar la inmensa sed de amor de tu adorable Corazón. Que la bandera tricolor baile gloriosa con el viento en este día de júbilo para todo nuestro pueblo, pues sabemos que Tú, Rey y Señor nuestro, has estado grande con nosotros y tus proezas se conocen de extremo a extremo del mundo. Tu Corazón santísimo ha sido fuente inagotable de amor y bendición para nuestra tierra, y lo seguirá siendo mientras levantemos con fe y humildad nuestros corazones al cielo. Que en el mundo reine para siempre tu adorable Corazón, Jesús dulce Maestro, que llegue a nosotros tu Reino, el Reino de la verdad y de la vida, el Reino de la justicia, el amor y la paz. Amén.

Compartir en redes

Homilías del autor

Homilías

28
JUL

Compartir es multiplicar

Ver más
21
jul

«Andaban como ovejas sin pastor»

Ver más
14
JUL

Elección, vocación y misión

Ver más
07
JUL

¿No es éste el carpintero?

Ver más
30
JUN

«No temas, basta que tengas fe»

Ver más
Ir al contenido