Animados por el encuentro y en actitud orante, el Cuerpo Apostólico de la región Bogotá – Soacha se reunió para subir al Santuario de Monserrate en una peregrinación de la esperanza. El sábado 14 de junio, cerca de 300 personas meditaron, dialogaron y compartieron la vida, la alegría y la paz en un recorrido de cerca de 2 km y 1605 escalones para llegar a la Basílica del Señor Caído de Monserrate. La jornada inició temprano. En el primer encuentro, los participantes se reconocieron, se alegraron de encontrar compañeros de las distintas obras, conversaron un poco y se dispusieron espiritualmente con una oración a cargo del padre Stivel Toloza, SJ, y físicamente con un estiramiento y calentamiento. Caminando como peregrinos de la esperanza se congregaron colaboradores de obras como la Iglesia San Ignacio de Bogotá, la Casa Ignaciana de la Juventud, la Red Juvenil Ignaciana, la Misión Vocacional de la Provincia, la Manzana Jesuítica de Bogotá, Fe y Alegría Colombia, la Curia Provincial, y los colegios Santa Luisa, Mayor de San Bartolomé y San Bartolomé La Merced. Además de haberse reunido como compañeros apostólicos, este peregrinaje fue una oportunidad para reunirse con voluntarios de las actividades que ofrecen cotidianamente estas obras.
Los participantes contaron con una guía de oración que los acompañó durante todo el ascenso y los invitó a reflexionar sobre “los signos, los acontecimientos, las personas, las circunstancias que los hace sentir esperanzados». Asimismo, a preguntarse: ¿Cómo puedes, en lo concreto de tu vida, seguir siendo peregrino de la esperanza? o ¿En qué situación o para quién/es puedes ser signo de esperanza? Fue un espacio para conectar con el Espíritu en medio del ruido citadino y entender su rol en el cuidado de la Casa Común. Acercarse a esta reflexión le presentó a cada participante un reto profundo pues, además de atreverse a poner su cuerpo a prueba con una exigente actividad física, se les propuso ascender con actitud y ritmo de contemplación.
Seguidamente, el padre Provincial Hermann Rodríguez, SJ, presidió una sentida eucaristía en la que con el corazón rebosando de alegría recordó la misión de la Compañía de Jesús y de sus colaboradores en la Provincia, reflexionó sobre los acontecimientos actuales de país; y pidió a los asistentes que fueran voceros de la esperanza, es decir, voceros de buenas noticias y buenas acciones en medio de los acontecimientos que nos adolecen. “Que nos vayamos de está peregrinación con el corazón renovado de esperanza”, concluyó.
Después de vivir esta experiencia e impregnados de esta esperanza por tantos corazones movilizados, seguimos este jubileo con la dicha de caminar como un solo Cuerpo unido, fraterno y solidario.