fbpx

La venida del Espíritu Santo en el año de la pandemia

Cuerpo Apostólico

Por: Santiago Jaramillo, SJ

Santiago Jaramillo, SJ, se pregunta cómo recibe el mundo al Espíritu Santo en medio de la pandemia. Sus reflexiones construyen un diagnóstico de la situación, pero también proponen alentadores retos.

______________________________________________________________________________________________________________

Fotografía: Hiruka (CC)

16 de junio de 2020

______________________________________________________________________________________________________________

Este 2020 es sin duda alguna un año muy atípico para la humanidad y para la Iglesia, debido a los efectos producidos por la COVID-19. Todo se ha visto afectado en lo social, económico, relacional, personal y en las celebraciones más importantes en el año litúrgico de los católicos, así como en la manera celebrar los sacramentos (confesión, eucaristía…).

Las celebraciones del año litúrgico, de los acontecimientos vitales para la vida espiritual de los católicos, terminaron con la solemnidad de Pentecostés.

Nuevamente los católicos, para la celebración de Pentecostés, tuvieron que conformarse con “ver”, “mirar” por televisión, tal como sucedió con la celebración más importante del año litúrgico, la Vigilia pascual. Los fieles no pudieron participar presencialmente en la acción litúrgica con la que culminaba el tiempo pascual. Los templos seguirán vacíos…

En el mundo, ¿en qué circunstancias especiales acontecerá la celebración de esta especial Venida del Espíritu Santo en este año de la pandemia de la COVID-19? Será en medio de una sociedad agobiada por el temor de contagiarse con ese virus. Adolorida por la muerte de sus seres querido a quienes no pudieron acompañar en las exequias. En un aislamiento estresante que se ha vuelto desesperante para muchos. Agobiada por la incertidumbre económica, por la situación que tendrán que afrontar (¿conservarán el trabajo? Ya en Colombia se conocen cifras alarmantes de un desempleo de casi 20 %. Muchos ciertamente lo perdieron y se encuentran sin perspectivas de conseguir otro). Temerosa ante la incertidumbre de cómo será las relaciones con otras personas (algunos vaticinan que habrá desconfianza y temor al volver a estar con otros). Acongojada por la experiencia vivida de la vulnerabilidad de todas las personas. Con la comprobación hasta la saciedad de que el hombre no es omnipotente como se creía. Ansiosa por conocer los cambios que se presentarán en la manera de trabajar y de estudiar. Expectante ante la incertidumbre de cómo cambiará el mundo (¿quedará igual o peor que antes de la pandemia?). Desconcertada al encontrarse en un mundo inundado por la falsedad, (entre otras las fake news). Sociedad descompuesta, corrompida… ¡Ese es el mundo que encontró el Espíritu Santo!

Es cierto que se han visto los cambios positivos en la Casa común, se remozó. ¿Pero seremos capaces de seguir teniendo una relación amigable con el planeta rejuvenecido, o por el contrario el hombre en su ansia de dinero continuará depredando la naturaleza, infectando los ríos, dañando el aire…? (Ya se vio cómo en China, en un momento, la contaminación del aire volvió a ser impresionante y eso nos afecta a todos).

Y vendrá a Colombia y encontrará un país destrozado por la corrupción y el robo (perpetrados, empezando, por altos estamentos que deberían ser modelo de honestidad), un país inundado de coca (un lucrativo y fácil negocio de enriquecimiento), un país con profundas desigualdades sociales, políticos solo interesados en “sus cosas”, peleando e insultándose, que proponen “medidas que son paños de agua tibia”, populistas, en vez de estar todos dedicados de tiempo completo a buscar soluciones efectivas para que el país salga adelante en estas graves circunstancias en que se encuentra, que deberían estar decididos a crear un país nuevo. Ellos están muy bien, los demás…

¿Y en el aspecto religioso qué hallará? Una Iglesia que siente y se resiente de no haber podido celebrar ni la Vigilia pascual, ni el día de Pascua ni el tiempo pascual, ni el día de Pentecostés con las acciones litúrgicas propias.

Sin duda, encontrará gente muy buena, pero también, bautizados que no viven la fe, que obran como paganos, que solo están interesados en sostener su bienestar, que prescinden del necesitado, del vulnerable. Estos no entran dentro de sus preocupaciones… Su prójimo son los que los adulan y les sirven para sus fines…

En el ámbito espiritual: unos se prepararon espiritualmente para recibir el Espíritu Santo. Ellos obtuvieron las gracias renovadoras que Él trajo en abundancia. Y esa renovación de la vida en el Espíritu redundará en el mejoramiento de la sociedad, de las relaciones y comportamientos personales. Otros ni se dieron cuenta de lo sucedido. Continuarán siendo iguales. En nada contribuirán al cambio de época, que se espera sucederá después de este desbarajuste.

Y hacia el futuro: en el campo social, unos creen que en adelante habrá cambios sustanciales, que las cosas ya no serán como antes, que habrá otro orden social-económico, religioso. Otros, no creen en esos cambios, se muestran pesimistas, incluso piensan que las cosas empeorarán.

Después de esta presentación (incompleta, por supuesto), ¿qué esperar de la venida del Espíritu Santo al mundo y a la Iglesia en este nuevo Pentecostés? El mundo y la Iglesia deben esperar una profunda renovación guiada por el Espíritu Santo.

En lo atinente a lo socio-económico-político, la acción está reservada a los líderes políticos. Ya algunos comienzan a mostrar preocupación e interés de construir un nuevo orden más justo y equitativo que reduzca las diferencias sociales y económicas, en donde haya menos incertidumbre… En Pentecostés la Iglesia pide para estos líderes y para todos los gobernantes que la luz y la fortaleza del Espíritu Santo los ilumine y guíe en tan importante y difícil labor de renovar profundamente la sociedad hasta crear en ella las estructuras que la COVID-19 mostró que requieren y exigen urgentemente un cambio sustancial, profundo. La Iglesia puede ayudarles en esta renovación con los aportes del Evangelio. Por fortuna, ya como que van tomando conciencia del momento apremiante que vivimos y empiezan a trabajar en esta obra.

El pueblo fiel ansía que este nuevo Pentecostés le produzca una profunda renovación espiritual. Veamos lo que dicen los textos litúrgicos. Empecemos por el salmo 104(103), 30. Es una alabanza al Creador, canta los esplendores de la creación. La Liturgia de las Horas lo emplea en el Oficio de lectura del domingo de Pentecostés, porque el versículo 30 habla del aliento con el que Dios renueva a faz de la tierra. La Iglesia piensa en la acción que el Espíritu Santo realiza en las personas.

Presento una lectura comparada de tres traducciones del versículo 30 para observar las variantes —las palabras que van en cursiva—. Tienen su importancia (en negro, la traducción de la Biblia de estudio ‘Dios habla hoy’; en azul, traducción de Luis Alonso Schökel, S. J. Salmos. Texto oficial litúrgico. Introducciones y notas; en rojo, la traducción de la Biblia de Jerusalén). Si se lee seguido lo que está en cada color, se tiene la traducción respectiva.

“Pero si envías {Si envías} {envías} tu aliento de vida, {tu aliento,} {tu aliento,} son creados, {son creados,} {y los creas,} y así renuevas el aspecto de la tierra.” {y renuevas la faz de la tierra} {y repueblas la faz de la tierra}.

El “aliento” habla del misterio de una vida que Dios infunde como un aliento suyo: aliento creador, vivificante y renovador. “El espíritu de Dios interviene en origen del ser y de la vida”. El Espíritu produce manifestaciones extraordinarias que renuevan las personas y la faz de la tierra. Su acción parte de dentro, en el caso de las personas, de las que están bien dispuestas.

Faz, rostro, cara: Superficie, vista o lado de una cosa (DRAE). Faz de la tierra hace mención del plano de la tierra, es decir, de la superficie que cubre a todos los seres humanos, animales, plantas y otros (Google).

Pero ¿qué espera la Iglesia toda con la Venida del Espíritu Santo? La respuesta objetiva se encuentra en los textos litúrgico, especialmente en la semana que precede al domingo de Pentecostés y el día mismo de esta celebración. Ellos ponen de manifiesto la aspiración de la Iglesia: que el Espíritu Santo renueve interiormente el corazón de los fieles, que la entrega al Padre sea cada vez más completa, que haya una creciente unidad en el amor entre los fieles y entre todas las naciones, que los fieles se dispongan internamente a recibir la acción creadora y vivificante del Espíritu de la Verdad, que las personas sean transformadas en templos de la gloria del Espíritu Santo, que los pensamientos de todos sean gratos a Dios y que nuestra voluntad esté siempre sometida a la de Dios.

Al Espíritu Santo que llena el universo” le suplica: “Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de los fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor, tú que con la diversidad de lenguas congregaste todos los pueblos en la confesión de una sola fe. Aleluya.”

Quienes recibieron las gracias del Espíritu Santo se llenaron de la auténtica alegría pascual y rejuvenecidos y renovados por la vida del Espíritu en ellos, mostrarán la faz renovada de la tierra y el Espíritu Santo los constituye ante el mundo testigos valerosos del Evangelio.

En resumen: la Iglesia espera y pide ardientemente que el Espíritu Santo venga a renovar y rejuvenecer espiritualmente al pueblo de Dios, que ese Fuego que descendió sobre los Apóstoles purifique internamente a los fieles y los ilumine, que Ella comunique al mundo la Vida, que muestre a todas las personas a Cristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida. Entonces sí se renovará la faz de la tierra.

Con los efectos demoledores dejados por la pandemia del coronavirus termina una época para el universo (Pérez Esquivel) y comienza la nueva época de la humanidad y de la Iglesia. Esta nueva época debería estar regida por el Espíritu Santo.

Parece que hay un consenso grande (¿unánime?) en pensar que de esta pandemia no se sale igual, se sale mejor o peor. Lo afirma también el Papa. Ahora bien, la “salida” de todo lo que la COVID-19 puso de manifiesto —lo que ya existía y es muy grave— debe ser para mejorar, para que el mundo —Colombia— inicie una época nueva.

Llegados a este punto vuelve a presentarse la inquietante pregunta: si esto es así, ¿qué deben hacer los líderes mundiales (los líderes colombianos) para cambiar el ambiente socio-político, que renueve el mundo (y al país)?

En la Iglesia: ¿Qué debe hacer? ¿Cree que todo está muy bien? ¿Cree que los templos vacíos, sin culto, son el producto de un “rebote” de una enfermedad externa?

Es urgente una Nueva REvangelización, una reingeniería —como también la necesita el mundo— y un organismo con mucha autoridad que impulse y lleve a feliz término los cambios que la Iglesia está necesitando.

¿Qué va a hacer usted, ¡católico!, que está leyendo este artículo para cambiar su situación personal y la de su entorno?

En el mundo: se necesitan unos líderes quienes, con creatividad, dejen a un lado intereses personales para encontrar cómo terminar al máximo las inequidades socio-económicas. Las noticias dan cuenta de la formación de ese grupo.

En Colombia:

  1. En el Noticiero de televisión de RCN de las 19.00 del 03 de junio se anunció el inicio de la campaña “Todos, ideas para avanzar”. Es una unión de medios de comunicación: Noticiero de televisión RCN, NTN 24, otros medios radiales y el periódico La República, que invita a todos los ciudadanos a enviar sus ideas para elaborar un documento que proponga el camino y los cambios para que Colombia inicie la nueva época. Con estos aportes aparece ya alguna luz para solucionar necesidades particulares y generales, y para involucrar a los ciudadanos en la solución de una situación que también los compromete a ellos.
  2. El anuncio de que el Gobierno creó un “Grupo de Sabios” de nivel internacional, liderados por la vicepresidenta de la República, para estudiar qué debe hacerse para solucionar las graves situaciones que la COVID-19 destapó clara y definitivamente.

Pero digámoslo sin ambages: sin la transformación interior e íntima de las personas, que es obra del Espíritu Santo, no podrá conseguirse la ansiada nueva época ni en el mundo ni en la Iglesia.

¡Sin personas nuevas, renovadas, no se podrán conseguir resultados nuevos y renovadores!

 

Compartir en redes

Noticias destacadas

Actualidad

Cuerpo Apostólico

Primera Asamblea del Año de la Región Bogotá – Soacha

El viernes 7 de junio de 2024, nos reunimos como cuerpo apostólico para celebrar la...
Cuerpo Apostólico

Jornada de gratuidad y evaluación: reafirmando lazos comunicativos

El 18 y 19 de junio, el equipo de la Oficina Provincial de Comunicaciones se...
Administración

Reencuentro en la Finca San José de Potosí: un vínculo perdurable

En el bullicio de la ciudad, donde el ritmo de la vida se acelera y...
Cuerpo Apostólico

Una obra de puertas abiertas

Artículo extraído de la edición Junio de Noticias de Provincia, la publicación mensual de Jesuitas...
Cuerpo Apostólico

Visita del nuncio apostólico al Santuario de San Pedro Claver

Con motivo del lanzamiento de las celebraciones por los 500 años de presencia de la...
Ir al contenido