Por: Gustavo Jiménez Cadena, S.J.Junio 9, 2017 El Papa llegará a Colombia en septiembre. Con toda seguridad el grado de polarización política se habrá acentuado. Ya estarán en plena marcha las candidaturas presidenciales para las elecciones del 2018. Y como en Colombia se va aceptando cada vez más el principio de que en política todo vale, es casi seguro que cada uno de los grupos contendientes tratará de aprovechar para sus fines electoreros la visita del pontífice. El riesgo de manipulación es evidente. Los conglomerados políticos, tanto los impulsores del proceso de paz como los que buscan ponerle a éste la zancadilla, estarán atentos a cada uno de los discursos del pontífice y a cada uno de sus gestos. Hasta un saludo, un apretón de manos, una sonrisa, o al revés, una cara seria, un lugar distanciado en una foto con alguno de los dirigentes políticos, serán seguramente interpretados por los medios como un apoyo o un rechazo político por parte del Papa. Digan lo que digan los políticos, chillen como chillen, el Papa Francisco, por encontrarse en el avispero colombiano, no dejará de ser lo que siempre ha sido. El Papa siempre ha sido defensor de la paz a través del diálogo y la negociación; jamás por medio de las balas hasta la aniquilación del enemigo. Así lo ha propuesto para Siria y Etiopía, para Somalia y también para Colombia. El Papa dijo que se sentía feliz, cuando le llegó la noticia del acuerdo entre nuestro gobierno y las FARC. Si las palabras del Papa en favor de la reconciliación y la paz favorecen o perjudican los intereses de un grupo político, ese no es problema del Papa, ni es parte de sus intenciones. Si viniera visiblemente Jesús de Nazaret, ¿no nos animaría también a progresar en el camino de la reconciliación, el perdón y la paz? Monseñor Fabio Suescún, responsable de organizar la visita papal, pide al país político un esfuerzo por no manipularla en favor de intereses personales o de grupo: “sería restarle a la visita toda su fuerza, porque el Papa quiere la unión, no ponerse al servicio de intereses particulares”. Y añade: “En un país que ha quedado resentido y martirizado por la guerra, la invitación del Papa al perdón y a la reconciliación va a ser un bálsamo importante para sanar heridas e invitarnos a un futuro mejor”. En una oración el Papa pide para nosotros la valentía de expresarnos así: “Nunca más la guerra; con la guerra todo queda destruido. Infúndenos, Señor, el valor para llevar a cabo gestos concretos para construir la paz”. Mi recomendación final: por respeto al Papa y a Colombia no manipulemos políticamente su visita. ¡Por favor!
