fbpx

Mi hija se hizo cristiana

Noticias

Por: Gustavo Jiménez Cadena, S.J.Julio 14, 2016 Así me decía hace pocos días una piadosa madre atribulada: “¿Qué puedo hacer, padre, mi hija de 18 años se hizo cristiana?” Yo le comenté: “Me parece muy buena la noticia de que se hubiera hecho cristiana. ¿Y antes qué era?” La buena señora me explicó que desde pequeña había sido católica como toda la familia, incluyendo abuelos y tatarabuelos. Tuve, entonces, que dar comienzo a una larga explicación para aclararle las cosas a mi interlocutora. Si su hija era católica, esto quiere decir que ya era cristiana desde antes de cambiarse de religión. El cambio de religión no la empezó a hacer cristiana. ¿No sabe usted que los católicos nos llamamos cristianos desde hace dos mil años, desde antes de tomar el nombre de católicos? Allá, en los comienzos, en tiempo de los apóstoles, a los seguidores de Jesucristo nos empezaron a llamar cristianos en una ciudad de la actual Turquía, llamada Antioquía. A algunos de mis lectores, los que tienen más años, le tocó estudiar para la primera comunión el catecismo del padre Astete, un catecismo de preguntas y respuestas. La primera de todas las preguntas era ésta: “¿Somos cristianos?” Y respondíamos: “Sí, por la gracia de Dios: por un regalo especial de Dios”. No se nos preguntaba si éramos católicos, sino simplemente si éramos cristianos, vale decir, seguidores de Jesucristo. A ese nombre de cristianos no podemos renunciar por nada del mundo, para aplicárselo exclusivamente a otros grupos religiosos no católicos. Claro que todos que creen en Jesucristo como Dios y salvador también tienen derecho a llamarse cristianos, aunque no pertenezcan a la Iglesia Católica. El nombre de “católica”, aplicado a la iglesia de Cristo, vino después, a principios del siglo II. La empleó el mártir Ignacio de Antioquía, discípulo del apóstol San Juan. Católica significa universal, es decir, abierta a todas las naciones y para todos los tiempos. San Paciano, obispo de Barcelona del siglo IV, solía decir: “Cristiano es mi nombre y católico mi apellido”. Esto mismo podemos decir nosotros: por recalcar nuestro apellido de católicos, que significa universalistas, no tenemos por qué renunciar a nuestro nombre de cristianos, con el que nos proclamamos seguidores de Cristo. Evidentemente aquí el nombre es más importante que el apellido. De mayor importancia que llamarse cristiano es ser cristiano de verdad: seguir a Cristo en el vivir de cada día, las 24 horas. Poco vale un nombre si la realidad de la vida lo contradice: si el modo de pensar y de actuar va en contra de Aquel a quien decimos seguir. Para ser cristiano de verdad no basta con estar bautizado. “¿Qué haría Jesucristo si estuviese en mi lugar, en la situación concreta en que yo me encuentro?” Esta pregunta se la planteaba en cada momento de su vida el santo chileno contemporáneo, el jesuita padre Alberto Hurtado. En eso consiste ser auténticamente cristiano: en obrar, en cada situación de la vida, como Cristo obraría si se encontrase en mi lugar.

Compartir en redes

Noticias destacadas

Actualidad

Noticias

El PAC 2 y la realidad latinoamericana de la pandemia

Palabra CPAL | Febrero de 2022 Reflexiones a partir del Informe Social 2021 de la CEPAL...
Noticias

“Documentos antiguos… restaurados para servir a la gente de hoy”

Participa en esta invitación que se realiza en el marco del Año Ignaciano. ______________________________________________________ El...
Noticias

Los predilectos de Jesús

24 de octubre de 2021 _________________________________________________________________________________________ Todos tenemos personas que están más cerca de nuestro...
Noticias

Un llamado especial a los futuros candidatos

Conoce el nuevo sitio web para las vocaciones jesuitas, publicado por la Curia General de...
Noticias

Gratitud ante todo | Antonio Silva, SJ

El pasado 14 de marzo, nuestro hermano Antonio Silva, SJ cumplió 100 años. En comunidad, celebramos su...
Ir al contenido