Por: José Leonardo Rincón, S.J.Julio 28, 2017 En efecto, Galat ya había recibido previamente un público llamado de atención por el mismo motivo. Desde su tribuna, el también rector de la Universidad La Gran Colombia, no ha cesado en sus duras descalificaciones hacia el romano pontífice a quien señala de ser un anti papa, ilegítimo sucesor de Benedicto XVI (considerando por él como el verdadero Papa), pastor errático en sus formas y contenidos, farsante, usurpador, anticristo, etc. Por tratarse no de un parecer personal, que merecería el razonable respeto en medio de la pluridiversidad que caracteriza nuestra realidad humana, sino de una posición intransigente desde un canal televisivo autodenominado católico, donde se celebra la eucaristía, se expone el Santísimo, acuden religiosos y sacerdotes, entonces se llama fuertemente la atención y se advierte de la cismática postura que además de desconcertar a miles de creyentes televidentes, pone en riesgo su fe y el respeto que amerita para un católico el Santo Padre. Un necesario baculazo que dan nuestros pastores con el celoso ánimo de corregir posturas incorrectas y ordenar un redil ciertamente preocupado por tan contumaz actitud. Y es que Galat, lejos de acoger la pública reconvención, tercamente se mantiene en sus posturas y añade nuevas, casi de película, como la de afirmar, basado en supuestas declaraciones de un cardenal, que Francisco es Papa gracias a un complot mafioso que lo posesionó allí porque presionó la renuncia de Benedicto. En tal caso, nuestra Conferencia Episcopal sería cómplice y estaría en la posición equivocada al igual que todo el colegio cardenalicio y a la hora de la verdad todo el orbe católico que sigue a Francisco como legítimo pastor de nuestra Iglesia y manifiesta mayoritariamente su aprobación a su liderazgo y la gestión que adelanta. Es tan descabellada la posición de Galat y tan descomunal el daño que genera que por eso se ha advertido de cismática. Sé de cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, que no necesariamente comparten la actitud de renovación y apertura que para la Iglesia quiere Francisco, por eso resulta tan llamativo como contundente el comunicado, porque uno puede no compartir muchos asuntos, esto es, ideas, gestos, posiciones teológico-pastorales, pero otra cosa es afirmar exabruptos como los ya mencionados e invitar a rechazar su legítimo pontificado. Nadie medianamente razonable cree en la eventual pusilanimidad de Benedicto XVI, un alemán de sólido pensamiento, carácter recio y conocedor como pocos de la compleja curia vaticana. Por el contrario, si algo se le reconoce es su inteligencia proverbial, su cordura y sensatez, su sentido crítico y realismo, su capacidad para medir fuerzas y oportunamente hacerse a un costado con actitud valerosa y humilde para que otro, dada su edad y la disminución de sus fuerzas, tuviese el coraje y los ánimos suficientes como para tomar el timón de la nave de Pedro en la actual y bien difícil coyuntura histórica. Incluso para sus más críticos detractores, resultará imposible no dejar de reconocer en Francisco su carisma pastoral que seduce multitudes, su liderazgo en el concierto internacional donde tiene un evidente respeto y reconocimiento, su temple a la hora de proponer reformas en el Vaticano que parecerían imposibles. Si, como sostiene Galat, Francisco fuera producto de una jugada mafiosa, ¿cómo podría levantarse contra sí misma que es precisamente lo que quiere extirpar desde dentro?, ¿No será más bien la supuesta mafia la que está agallinada y temblorosa frente a la férrea posición de Francisco? Galat está ya viejo y reblandecido. Lástima que le haya dado por estas locuras seniles. Lo conocí hace 40 años en su plena lucidez. No parecía tan conservador y retardatario, por el contrario, colaboraba con el CELAM en la difusión del reciente Concilio Vaticano II y de las Conferencias de Medellín y Puebla. Sus conferencias eran brillantes y descollaba como orador excepcional. Trabajamos juntos cuando él era el Presidente del Consejo Nacional de Laicos y yo un joven adolescente, Coordinador de la Comisión de Juventud del mismo Consejo. Con Carlos Corsi conformaban una bina de laicos como la soñara la Apostólicam Actuositatem. La misión era noble: formar un laicado comprometido. Como lo había anunciado proféticamente Juan XXIII, este siglo XXI sería el siglo de los laicos y había que estar preparados. Lamentablemente, años después, se dejaron seducir por la política al fundar Laicos por Colombia. No les acabó de ir bien y por eso Galat apeló a otras estrategias: tener universidad y canal propio de televisión. Lástima este final, pero lástima, sobre todo, que la arrogancia y la soberbia, como le sucediera a Lutero en su momento, puedan más. Ojalá la visita de Francisco nos haga mucho bien a todos. Galat está equivocado pero podría esperarse su rectificación. Ojalá. La misericordia de Dios siempre es infinita y trasciende nuestras humanas mezquindades.