El camino para ser verdadero cristiano
Hace tiempo escuché una canción que decía más o menos algo como “¿qué es preciso para ser feliz?”. Es una pregunta que todos los seres humanos nos hacemos, siempre nos inquieta el alcanzar la felicidad, pensamos que es algo que se compra o se vende como los artículos que compramos en el supermercado o, más modernamente, por internet. No hemos caído en la cuenta de que es algo que debe nacer de lo más profundo de nuestro interior. Es una actitud, una opción de vida, es algo que no podemos lograr sino en la medida en que queramos comprometernos a hacerlo realidad en la cotidianidad de nuestra vida. La primera lectura de este domingo, tomada del libro del Éxodo, nos muestra el camino. Nos presenta lo que hemos llamado los diez mandamientos. Son los preceptos que el Señor por medio de Moisés le entrega al pueblo de Israel. Los tres primeros se refieren a nuestra relación con Dios: “no tendrás otros dioses frente a mí, no pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso; fíjate en el sábado para santificarlo”. Viene luego una segunda lista que se refiere a nuestras relaciones con las demás personas: “honra a tu padre y a tu madre, no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás testimonio falso contra tu prójimo, no codiciarás los bienes de tu prójimo y no codiciarás la mujer de tu prójimo”. Si analizamos con cuidado no son cosas imposibles de hacer. Son cosas que si las hacemos, mejorarán nuestras relaciones, harán que tengamos una mejor convivencia y, sobretodo, nos evitarán problemas con los demás porque tendremos más elementos que nos permitan encontrar el verdadero sentido de nuestra manera de proceder. La segunda lectura nos da una nueva clave cuando nos dice que “lo necio de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres”. Podemos buscar dónde está la diferencia. La respuesta nos la da el apóstol Pablo un poco antes cuando nos dice que “los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría. Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los griegos”. Es el seguimiento de Jesús al cual hemos sido llamados por el bautismo que hemos recibido y que nos convierte en mensajeros de la buena noticia. Lo que nos dice el libro del Éxodo debemos leerlo en clave de evangelio para comprender su sentido desde la experiencia de Jesús. En el evangelio se nos dice que “mientras Jesús estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía”. Hoy, nosotros, tenemos otros signos que nos hablan de la acción de Dios en nuestra vida, hoy debemos reconocer cómo acontece Dios en el quehacer diario, cómo se nos revela en las personas que actúan conforme a lo que nos dice la primera lectura de este domingo y que comentábamos antes. El camino propuesto, es el más adecuado para ser verdadero seguidor de Jesús, pues eso significa el llamarnos cristianos. Es el compromiso de vida adquirido en el bautismo y vivido en el día a día. Sintamos que esta invitación es un llamado a cambiar nuestra manera de proceder, a mejorar en la manera de relacionarnos, a buscar el bien de todos, dejando a un lado el egoísmo.
«La Cuaresma es, ante todo, un tiempo de ilusión esperanzada»
Escucha el mensaje de Cuaresma que nos envía Luis Guillermo Trujillo, SJ, desde la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús en Bucaramanga. _________________________________________________________________________________________________________________ Muchas veces hemos asumido el tiempo de Cuaresma desde la tristeza y, si bien es un tiempo penitencial, hoy se nos invita a verlo desde la esperanza: la ilusión de abrirnos radicalmente a la alegría del amor de la Pascua. Así lo expresa Luis Guillermo Trujillo, SJ en el mensaje de Cuaresma que nos envía desde la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús en Bucaramanga. “La Cuaresma es un tiempo para facilitar la acción de Dios en uno mismo. Si no empezamos por nosotros mismos, no es posible tener estructuras más justas, más amables”, asegura. Ante la tibieza e indiferencia de nuestro mundo, pidamos que la gracia del Espíritu Santo nos permita vivir de la mejor manera esta Pascua, recordando que “lo que Jesús quiere es un amor entrañable por su pueblo, por cada persona, por cada ser vivo que existe y habita en esta Casa Común”. Mira el mensaje completo. _________________________________________________________________________________________________________________
Mensaje de la Parroquia San Javier en la Cuaresma 2021
Desde la Parroquia San Javier en Bogotá, Arturo Guerra, SJ (párroco) y Daniel Mora, SJ (vicario), comparten con nosotros un sentido mensaje de Cuaresma, frente a la experiencia de volver a encontrarnos en medio de la pandemia. Ambos, resaltan que estos han sido tiempos caracterizados por la incertidumbre; es una crisis inevitable que nos enfrenta a lo desconocido, la angustia y al reto de cuidarnos. Sin embargo, la experiencia del retorno al Templo ha dejado entrever el deseo de encontrarnos para hacer presencia en la comunidad y en sus obras, para así volver a celebrar juntos los misterios de nuestra fe. _________________________________________________________________________________________________________________
Elementos para andar el desierto
Me acerco a una realidad geográfica y, literalmente, un ecosistema también. Dimensión intangible, con toda seguridad necesaria para mantener el sentido y viva la esperanza. Hermosa y difícil oportunidad. De niño, campesino de laderas siempre verdes, descubría la existencia de otros mundos aparentemente muertos. Algunas lecturas (Éxodo, Cien lecciones de Historia Sagrada) y películas del Oeste me iban llenando de asombro. Noticias del Gran Cañón del Colorado, El Sahara, Arabia, Namibia, Atacama, La Candelaria, La Tatacoa, Sertao, Semiárido fueron realidades maestras que encendían mi imaginación: La escasísima o escondida agua, temperaturas cambiantes y extremadas, los tonos rojizo, sepia, heno seco de la tierra, serpientes zigzagueando apenas debajo de la arena, pequeños y grandes lagartos levantando alternas sus patas al caminar, insectos alzando su cuerpo desde atrás para dejar resbalar diminutas y acumuladas gotas de rocío hasta su boca, inquietos roedores corriendo a esconderse debajo de las piedras, tostados arbustos y espinosas hierbas, cactus somnolientos… Fantásticas y asombrosas manifestaciones de la lucha por la vida… Evocar con fascinación y natural temor estos misteriosos mundos, me lleva a considerar la dificultad y el dolor que representa colocarse en situación de desierto para acercarse al misterio del sentido. Más aún, considerarse transitoriamente un desierto por el silencio, la muerte, la quietud, el desprenderse de lo cotidiano –para entrar en el mundo casi desconocido, y a veces hostil, que es nuestra interioridad y, sin embargo, continuar el curso de lo cotidiano– es algo a lo cual nos llama este tiempo de Cuaresma. El tiempo es hoy (no existen ni el ayer ni el mañana), la vida es hoy. ¿Qué hago con mi día de hoy? ¿Qué me impide vivir mi día como último, único, diferente? ¿Para qué me ha sido dado? ¿Para qué estoy aquí, ahora? Jesús de Nazaret, llevado por el Espíritu al desierto luego de ser bautizado, vive este profundo misterio del sentido de su existencia como Hijo de Dios: ¿Con qué criterios y qué medios usaré para dar a conocer el reino de Dios? ¿Para qué asumí la voluntad del Padre al ser bautizado por Juan? En la sinagoga de Nazaret, sorprende a todos con palabras de Isaías, mostrando los frutos de ese desierto vivido y permanente: “El Espíritu está sobre mí…”. Solo el silencio, la aparente muerte del desierto, su sequedad, el despojo nos colocan en posibilidad de descubrir lo que Él espera de nosotros. “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”, “Si quieres encontrar a Dios, mátalo” (es decir, toma conciencia de la imagen que de Dios tienes y descártala si no se adecúa a Jesús de Nazaret), “Si te dispones a vivir una experiencia espiritual, espera la tentación y la lucha”. Toma conciencia de que serás colocado en el filo de la navaja o de la montaña. Serás agitado como caldo hirviente; así podrás ver de qué estás hecho. “Satanás ha pedido permiso para cribarte, pero Yo he orado por Ti para que no te haga daño”. ¿Cuáles motivaciones y deseos reales alimentan mi mente y mi corazón en el diario vivir? ¿Hacia dónde se dirigen mis pasos? Aquí se juega el sentido de nuestra vida. “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera”. ¿Lo permitirás o no confías?
¿Ustedes quién dicen que soy yo?: nuestras imágenes de Cristo
Joaquín Emilio Pachón, SJ, párroco de la Parroquia Santa Rita en Cartagena, nos comparte su reflexión en este segundo viernes de Cuaresma.
Nuevos canales de la Comisión de la Verdad
Con el ánimo de manterner informada a la comunidad y llegar a más públicos, la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición (CEV), tiene nuevas estrategias de comunicación. Todos los sábados en la mañana se enviará un boletín electrónico con el resumen de las acciones más importantes de las CEV durante la semana. _________________________________________________________________________________________________________________ De igual manera, una vez al mes se compartirá un boletín llamado «Historias de verdad», exclusivo para historias humanas y crónicas. Por otro lado, «Frente al espejo» se ha posicionado como la apuesta televisiva de la CEV, cuyo reto «aceptar sin filtro lo que vemos y decirnos la verdad». Entre los programas ya grabados, se encuentran los del espacio llamado «Charlas con Pacho». Son encuentros de Francisco de Roux, S.J., presidente de la CEV, con distintas personalidades de la prensa y las industrias culturales.
Conviértanse y crean en el evangelio
Con estas palabras (Marcos 1, 15), que hoy escuchamos al recibir la ceniza resultante de la quema de los ramos del año anterior y comenzar así la Cuaresma -los 40 días de preparación para la Semana Santa-, inició Jesús su predicación anunciando la cercanía del reino de Dios, es decir, del poder de su amor. Convertirse significa originalmente “cambiar de mentalidad”: una transformación de la mente que se traduce en un proceso de reorientación hacia Dios, situándonos en la onda de su voluntad, que es voluntad de amor: amor a Él sobre todas las cosas, demostrado en el amor al prójimo. Y creer en el Evangelio, es decir, en la Buena Noticia -que es lo que significa esta palabra- es aceptar en nuestra vida el mensaje salvador de Dios que nos ama infinitamente, que se nos reveló en la persona de Jesús y que nos comunica su Espíritu para que nosotros vivamos en la onda de su amor. 1. “Rásguense el corazón, no las vestiduras” La primera lectura, tomada del libro de Joel (2, 12-18), uno de los profetas del Antiguo Testamento, hace referencia al rito de rasgarse las vestiduras, que realizaban los judíos para expresar dolor por los pecados propios o de los demás. Joel invita más bien a rasgarse el corazón, de modo que no nos quedemos en ritos externos, sino que nuestra actitud de arrepentimiento sea sincera, desde lo más profundo de nuestro ser. Y también el mismo profeta resalta una frase que aparece varias veces en los textos bíblicos para indicar el amor de Dios, que es “compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad” (Éxodo 34:6-7; Números 14, 18; Salmos 86, 103, 144). Acogiendo esta invitación, no nos quedemos en el rito externo de recibir la ceniza -que también en la Biblia es signo de arrepentimiento y penitencia-, sino sintamos de verdad en nuestro corazón la necesidad de reorientar nuestra vida hacia Dios, es decir, hacia el Amor que es Él mismo. 2. “En nombre de Cristo les pedimos que se reconcilien con Dios” Esta exhortación de Pablo en su segunda carta a los cristianos de la ciudad griega de Corinto (5, 20 – 6, 2), se dirige hoy también a nosotros. El sacramento de la Reconciliación es signo de la acción misericordiosa de Dios que perdona nuestro pecado cuando nos arrepentimos sinceramente. Y esto sucede cuando, confiando en su amor y en su poder sanador, nos proponemos convertirnos, es decir, reorientar nuestra vida hacia Él. La Cuaresma que hoy iniciamos es un tiempo especialmente propicio para celebrar este sacramento, llamado también de la Penitencia, de la Confesión y del Perdón. En los comienzos de la Iglesia, la confesión de los pecados era pública, y de ahí proviene la fórmula “Yo confieso ante Dios todo poderoso, y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho…” Pero luego, en el transcurso de los primeros siglos de la era cristiana, se fue viendo la necesidad de la confesión privada, tanto para preservar el derecho a la intimidad de la conciencia, como para recibir personalmente una asesoría o un acompañamiento espiritual. Acojamos pues la exhortación del apóstol san Pablo, que reconocemos como palabra de Dios mismo, reconociendo que el sacerdote que oficia este sacramento representa tanto a Dios como a la comunidad. 3. “Cuiden de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos” Finalmente, en el Evangelio (Mateo 6, 1-6. 16-18) nos dice Jesús cuál es la actitud con la cual debemos realizar los tres elementos que componen la Cuaresma: la limosna, el ayuno y la oración. – “Dar limosna” es compartir los bienes propios con los necesitados, tanto los materiales como los espirituales. La Iglesia nos invita especialmente en este tiempo a la “comunicación cristiana de bienes”. Por eso una parte de la colecta que se recibe en las eucaristías se destina a contribuir con la acción social de la Arquidiócesis en favor de quienes padecen situaciones de pobreza. – “Ayunar”, como también “hacer abstinencia” es privarse de consumir determinados alimentos, no sólo como expresión de penitencia, sino también para compartir con los necesitados. La Iglesia prescribe como días de ayuno el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo: consiste en una comida al mediodía y dos pequeños refrigerios, uno en la mañana y otro en la noche, y obliga a los fieles entre los 18 y los 58 años de edad. Y como días de abstinencia, que obliga a los mayores de 14 años, el Miércoles de Ceniza, los viernes de Cuaresma y el Viernes Santo, privándose de comer de carne, excepto la del pescado. El ayuno y la abstinencia tienen un sentido de penitencia que no debería reducirse a los alimentos. Puedo ayunar o abstenerme reduciendo, por ejemplo, ciertas formas de consumismo. Pero, de cualquier forma, la penitencia debe orientarse a la caridad solidaria. En este sentido, lo esencial es abstenerse de algo para compartir con los necesitados. – “Orar”, es comunicarnos con Dios. En la Cuaresma se nos invita especialmente a reforzar la búsqueda de espacios y momentos para escuchar su Palabra, para alabarlo y darle gracias, para examinar delante de Él nuestra conciencia en una revisión cotidiana de nuestros pensamientos, palabras, obras y omisiones, para pedirle perdón por nuestros pecados, para expresarle nuestro propósito de conversión y pedirle que nos muestre su voluntad, para pedirle también lo que necesitamos tanto física como emocional y espiritualmente. Pues bien, tanto en el compartir con los necesitados, como en el ayuno y la abstinencia, como en la oración a Dios, nos dice Jesús que debemos tener una actitud humilde y sincera, opuesta a la de los soberbios e hipócritas que tanto criticó Él porque realizaban los ritos religiosos para que los vieran y los alabaran. Ofrezcámosle pues al Señor nuestro propósito de vivir esta Cuaresma con un verdadero espíritu de humildad y sinceridad, pidiéndole para ello su luz y su gracia e invocando la intercesión de María Santísima, modelo de sencillez y de transparencia.
Cuaresma en el desierto y lo cierto es el despojo para renacer
REFLEXIONES PARA EL TIEMPO DE CUARESMA A partir del próximo viernes, y durante las cinco semanas que vienen, nuestras parroquias nos compartirán una serie de reflexiones que, sin duda, nos ayudarán a vivir este tiempo de Cuaresma que comenzamos hoy, con la celebración del miércoles de ceniza. El desierto, es más que un lugar; tiene un profundo significado bíblico y espiritual, tal como nos lo indica esta primera reflexión que nos comparte el CIRE. Este tiempo especial que vivimos como humanidad, tiene mucho de larga travesía pesada y sombría. En ésta hemos perdido compañeros, amigos, parientes cercanos; también hemos experimentado limitaciones de nuestros encuentros con la gente que más queremos. La mayoría de la población ha visto reducir dramáticamente sus ingresos, lo cual ha producido devastadoras consecuencias al interior de las familias. ¿Cómo vivimos los cristianos este tiempo de desierto? ¿De qué manera nos interpela? Algunas parroquias de la Compañía de Jesús en Colombia nos ayudarán a sentir, con sus mensajes, que no vamos solos en este trayecto. Una luz está en el horizonte: la plenitud de la vida en el resucitado. El desierto es un lugar de paso, presenta grandes retos, despierta inquietudes, genera incertidumbre, pero aligera la vida porque solo se va con lo mínimo necesario. El desierto es la tierra de la gran soledad, del horizonte abierto y el reto continuo de superar los cambios extremos… es una realidad de vida intensa, aunque todo sea provisional, precario, pasajero, monótono, cotidiano. Arena por todas partes y los transeúntes del desierto jadeantes ante tanta exigencia. En el desierto todo es real, sin apariencia, purificado de lo efímero, reducido a lo esencial, a lo indispensable. El desierto es silencio, soledad, abstinencia, ausencia… fascinación y susto porque hay que enfrentarse con uno mismo. Allí no hay límites: arena y yo… sin fronteras. Lo esencial del desierto es la ausencia de otros, el ayuno de encuentros y la abstinencia de presencias… como el pueblo de Israel al salir de Egipto (Ex 5,1; 15,22; 16,1; Dt 2,7; 8,2-4; Os 13,5) al regresar del destierro (Is 35,1; 40,3; 43,19) y descrito por el NT como preparación del pueblo (Mt 3,1-3) y prueba de Jesús, que supera y mantiene la fidelidad a la misión (Mt 4,1; Hb 2,18; 4,15; Hch 7,30-44). La gran prueba del desierto es la fe. No ver nada, perder la seguridad de caminar por el desierto, sumergido en la arena y sabiendo que Dios es toda la seguridad de la presencia. Sin fe no se puede vivir… y menos caminar por el desierto. Solo viviendo la monotonía del desierto… se agradece la fertilidad de la tierra… y el florecer precario que engalana fugazmente el horizonte, permite soñar con un espacio distinto y otra forma de vida plena y vital; más allá de haber sobrepasado la exigencia de la fragilidad, precariedad, pobreza, cansancio y fatiga. Allí se hace fascinante el sentir y gustar como la soledad se vuelve comunión y espacio de llamada, respuesta y encuentro. En el desierto también espera y seduce Dios… pero “Bajo tu gran cielo, en soledad y silencio, con humilde corazón, estaré ante Ti cara a cara. En este mundo laborioso, de herramientas y luchas y multitudes con prisa, ¿estaré ante Ti cara a cara?” (Rabindranath Tagore). El desierto coloca en crisis y hace crecer la existencia, da valor a lo importante, desecha lo que perturba o estorba el vivir. El desierto es la vocación grandiosa del ser humano que camina en el contexto de lo cotidiano… la grandeza enmarcada en lo rutinario. El misterio encarnado en lo repetido. En el desierto se dan encuentros que prueban la fidelidad de aceptar y querer la vida; se presenta el examen de profundidad… para que Dios se quede invadiéndonos. Solo puede haber encuentro en el desierto: porque allí descubrimos y leemos el misterio de la vida, de la presencia, y del encuentro. El desierto es ambivalente al ser lugar de dificultades, sin seguridades a que aferrarse (salir del propio amor querer e interés EE189) dureza y exigencia, pero al mismo tiempo espacio sagrado para el encuentro y la intimidad con Dios (comunicación del creador y la creatura EE 15). Que esta situación que atravesamos de experiencias de despojo, fragilidad, vulnerabilidad, crisis…, “ablande” nuestros corazones y los dejemos modelar y, de ese modo, seamos más receptivos y creativos. El desierto agota, satura, gasta… se tiene la impresión de que la tarea aplasta y lanza a la zozobra. Sin embargo, en el desierto esta Dios y donde EL esta hay sorpresas… porque EL es lo nuevo. Dios quiere hacer un ser humano nuevo, que viva en una tierra nueva y pueda organizar un cielo nuevo. De ahí que es un Dios imprevisible en sus exigencias: «ensancha el espacio de la tienda, despliega sin miedo la lona, alarga las cuerdas, clava bien las estacas, porque Dios quiere que amplíe la carpa en todas las direcciones» (Is 54, 2-3) Dios en el desierto de nuestro vivir cotidiano espera cambios radicales, transformaciones profundas… Dios es ante todo novedad. El desierto regala realismo y búsqueda de lo que en verdad vale la pena, porque habíamos puesto nuestra seguridad en algo incapaz de otorgarla. Creo que nos habíamos quedado sin Principio y Fundamento, por no estar afianzados sobre roca y habíamos olvidado a quien nos ha llamado. Es el momento de buscar nuestras raíces más profundas. Cuando ese recorrido se vive adecuadamente, es probable constatar, con el Peregrino, sin necesidad de otra herida en la rodilla, ir a fondo por haber tocado Fondo. En efecto, antes o después, el desierto nos conduce hacia el fondo estable y quieto, aquello que queda cuando hemos soltado –voluntaria o involuntariamente– todo lo demás (“para que el Criador y Señor obre más ciertamente en la su criatura, si por ventura la tal ánima está muy afectada y inclinada a una cosa desordenadamente, muy conveniente es moverse, poniendo todas sus fuerzas, para venir al contrario de lo que está mal afectada” EE 16). En medio del desierto actual, seamos conscientes de
Nuevo formato de las Noticias de Provincia
Las Noticias de Provincia, la publicación impresa y digital con información de interés para la comunidad jesuita, se ha renovado en su diseño y propuesta editorial. En su nueva circulación mensual, los jesuitas de nuestra Provincia podrán encontrar la editorial de nuestro provincial, las noticias breves (resumen de destinos, nombramientos y novedades prácticas), las semblanzas de nuestros hermanos fallecidos, así como contenido de nuestras obras y apostolados a nivel nacional. Conoce el primer número del año, en homenaje a nuestros hermanos fallecidos entre noviembre de 2020 y enero del presente año.