Por: Gustavo Jiménez Cadena, S.J.Marzo 3, 2016 El 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer. De ahí que haya escogido como tema de mi columna periodística de hoy el supuesto escándalo “destapado” hace pocos días por la televisión británica BBC. La BBC presentó su noticia como una primicia periodística, que le dio la vuelta al mundo en pocas horas y produjo titulares maliciosos como éste: “Fotos y cartas que revelan la intensa amistad de 30 años del Papa Juan Pablo II con una mujer casada”. Se trata de la relación que tuvo Juan Pablo II, desde antes de ser elegido como Papa, con la filósofa Anna Teresa Tymieniecka, una mujer intelectual, americano-polaca, casada y con tres hijos. Muchas veces se visitaron, se cruzaron entre ellos multitud de cartas y trabajaron conjuntamente en un libro titulado “Persona y Acción”, que se publicó en polaco en 1969. La BBC, aunque advierte que en las numerosas cartas “no hay evidencias de que el Sumo Pontífice rompiera el voto de celibato”, sin embargo da la noticia en tal forma que tiende sobre su memoria una nube de escabrosa sospecha. Les advierto ante todo a mis lectores que la BBC se descolgó con una chiva muy trasnochada. La amistad y la intensa correspondencia epistolar de Wojtyla con la filósofa eran noticia muy vieja: son hechos ampliamente publicados por los biógrafos del pontífice y exhaustivamente analizados en el proceso de canonización. Vale la pena también hacer notar de paso que la BBC en no pocas ocasiones deja que, a través de sus informaciones y comentarios, se filtren sus sentimientos de antipatía hacia la Iglesia Católica. El Papa Francisco, al ser preguntado por los periodistas sobre este asunto, en su viaje de regreso de México, empezó con una observación psicológica: “Un hombre que no sabe tener una buena relación de amistad con una mujer -no hablo de los misóginos que son enfermos- es un hombre al que le falta alguna cosa”. Y añadió: “Por experiencia propia, cuando pido un consejo a un colaborador o amigo, me gusta también escuchar el parecer de una mujer: ellas te dan tantas riquezas, miran las cosas de otro modo”. Al gran público le queda siempre una pregunta: ¿Es correcto que el Papa, o un sacerdote, tenga amistad con una mujer? El Papa Francisco les dijo a los periodistas: “Una amistad con una mujer no es pecado. Una relación amorosa con una mujer que no sea tu esposa sí es pecado”. Enseguida recordó que “el Papa es un hombre, que tiene necesidad del pensamiento de las mujeres y que tiene un corazón que puede tener una amistad sana con una mujer”. Así, pues, dentro de las debidas condiciones y límites, la amistad de un hombre de Iglesia con una mujer no sólo es normal y legítima sino incluso enriquecedora. La veterana periodista Valentina Alazraki es una testigo de excepción: una de las más de 120 testigos de varios países del mundo para la causa de canonización de Juan Pablo II. Tuvo acceso durante cinco años a los documentos de la postulación. Muy cercana a él a lo largo de 26 años. Defiende la relación transparente y sin malicia que el Papa polaco acostumbraba tener con las mujeres. Escribió así: “Yo tenía 23 años cuando lo eligieron, y 50 cuando murió. Les puedo decir que, en esos largos años, lo que más me llamó la atención como mujer, no como periodista, fue la limpieza extraordinaria de su mirada, la manera como miraba a las mujeres, la naturalidad con la que, sin ninguna hipocresía, las abrazaba, acariciaba o besaba en la mejilla”. Así ve las cosas esta mujer, casada y con hijos, que también mantuvo con Juan Pablo una larga e intensa amistad. La periodista Valentina delineó el perfil del joven Wojtyla como un hombre con una sana relación con las mujeres: “De joven tuvo amigas. Cuando era actor en el teatro, cuando era sacerdote, se iba de excursión con muchachas y muchachos”. Continúa la periodista describiendo así la transparente actitud del Papa: “Cuando íbamos a África y había una misa en la que en el ofertorio subían muchachas con falditas de paja y los senos prácticamente desnudos, en aquellos momentos algunos obispos del séquito se sonrojaban, no sabían hacia dónde mirar, pero Juan Pablo las veía subir hacia el altar con una mirada extraordinaria. Sonreía, las veía con admiración cono si estuviera viendo unas flores bonitas o un amanecer lleno de poesía”. Valentina Alazraki, como testigo de la postulación, tuvo que responder a 128 preguntas sobre las virtudes de Juan Pablo II. “De acuerdo -dice- a lo que yo vi o supe durante más de 26 años, vivió todas las virtudes: fe, esperanza, caridad, justicia, prudencia y naturalmente la castidad”. La admiración de Juan Pablo II por la mujer y su actitud sana ante el sexo femenino se resumen en la famosa frase de su Carta a las Mujeres: “Te doy gracias, a ti mujer, por el hecho de que eres mujer”.
