Por: Gustavo Jiménez Cadena, S.J.Diciembre 5, 2016 El Pontífice, para culminar el año jubilar de la misericordia, publicó un documento en el que abrió una puerta generosa para invitar a los fieles a acercarse al perdón de Dios. Así habló el Papa: “Para que ningún obstáculo se interponga entre la petición de reconciliación y el perdón de Dios, de ahora en adelante concedo a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver a quienes hayan procurado el pecado de aborto”. El cristianismo, desde sus mismos comienzos, vio en el aborto un horrendo crimen contra la humanidad y una ofensa grave al Dueño de la vida. Para ayudar a los fieles a comprender su gravedad, la Iglesia determinó que quien procurara un aborto quedaría excomulgado: una excomunión que sólo puede levantar el obispo o un sacerdote autorizado. Al católico excomulgado se le prohíbe recibir los sacramentos y desempeñar oficios eclesiásticos. El gesto misericordioso del Papa no cambia en nada la oposición tradicional de la Iglesia al aborto. Lo sigue considerando como un crimen. Nada puede justificar el asesinato de un bebé indefenso. El Papa lo deja muy claro: “Quiero enfatizar con todas mis fuerzas que el aborto es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente. Con la misma fuerza, sin embargo, puedo y debo afirmar que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido que pide reconciliarse con el Padre”. El Papa reconoce con tristeza “la pérdida de la debida sensibilidad personal y social hacia la acogida de una nueva vida, y el hecho de que algunos viven el drama del aborto con una conciencia superficial, casi sin darse cuenta del gravísimo mal que comporta un acto de este tipo”. Francisco alimenta una gran empatía por quienes han echado por este camino: “Pienso de forma especial, en todas las mujeres que han recurrido al aborto. Conozco bien los condicionamientos que las condujeron a esta decisión. Sé que es un drama existencial y moral. He encontrado a muchas mujeres que llevaban en su corazón una cicatriz por esa elección sufrida y dolorosa”. Frente a quienes han participado en la eliminación del bebé -madre, personal médico, quizás teguas ignorantes y atrevidos- la posición de Papa no puede ser distinta a la de Jesús: “El perdón de Dios no se puede negar a todo el que se haya arrepentido, sobre todo cuando con corazón sincero se acerca al sacramento de la confesión para obtener la reconciliación con el Padre”. Al extender a todos los sacerdotes la facultad de absolver el pecado del aborto, el Papa Francisco los anima a ser “guía, apoyo y alivio a la hora de acompañar a los penitentes en este camino de reconciliación especial”.