Hacía 20 años no pasaba por el noviciado y retornar a él, la semana pasada, fue reconfortante. Disculpas al lector por comenzar esta nota “informativa” de un modo personal. Me resulta difícil, en este caso, atenerme sólo a los datos. Acompañé al P. Provincial a su visita anual al noviciado (del lunes 2 al miércoles 5 de mayo), conversé con cada uno de los novicios y formadores; durante el jueves y viernes (6-7) nos encontramos los formadores de las distintas etapas para nuestra reunión semestral.
Luego de presentar la dinámica de cada etapa de formación, comentamos un texto propuesto por el P. General en el año 2012 sobre la castidad; esto lo hicimos en el marco de lo que la Compañía Universal ha denominado la Promoción de una Cultura Consistente de Protección (PCCP). Como lo señala nuestra cartilla Nuestro ministerio en ambientes sanos y protegidos, es tarea de todos, y en especial de los formadores, “ofrecer todos los medios educativos, psicológicos y espirituales para ayudar a los jesuitas de todas las edades a vivir maduramente su opción por la castidad consagrada”.
Durante la visita al noviciado, pudimos celebrar los cumpleaños del hermano Honorio Betancur, SJ y del novicio de segundo año Favio David Guerra-Acero, SJ. Así que la visita fue completa: a los momentos de reflexión profunda, de oración y celebración eucarística, y de conversación espiritual, se le añadieron momentos de fiesta y de academia gracias a la solemne declaración leída por el P. Provincial del 4º rey mago, el MagHonito.
Dije al comienzo que mi visita fue reconfortante; fue así al escuchar el relato de cómo Dios ha ido transformando la percepción sobre cada uno de los novicios, su identidad y llamado, y el modo como cada uno se va abriendo, en medio de resistencias y gracias al acompañamiento. Partí con el deseo de volver, pronto, a celebrar los votos, el 5 de julio.