fbpx

Le dijo «effetá», que quiere decir «ábrete»

El mensaje del domingo

XXIII Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B – Septiembre 8 de 2024

Lecturas: Isaías 35, 4-7; Santiago 2, 1-5); Marcos 7, 31-37

 

Al volver Jesús de la región de Tiro, pasó por Sidón y se fue al lago de Galilea en territorio de la Decápolis. Allí le presentaron un sordo y tartamudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo apartó de la gente. A solas con él le metió los dedos en los oídos, y con el dedo untado en saliva le tocó la lengua; y mirando al cielo suspiró y le dijo: “Effetá” (que quiere decir “Ábrete”). Inmediatamente se le abrieron los oídos y se le soltó la traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad. Entonces les mandó que no se lo dijeran a nadie. Pero mientras más les mandaba, más lo pregonaban. Y en el colmo del asombro decían: “¡Todo lo ha hecho bien! ¡Hasta hace oír a los sordos y hablar a los mudos!” (Marcos 7, 31-37).

Los milagros de Jesús contienen significados que van más allá de la superación de una incapacidad física. Meditemos sobre el sentido trascendente del que nos narra hoy el Evangelio.

 

1. Jesús nos invita al silencio a solas con Él, para ser transformados por su poder sanador

Ante la petición que le hacen, Jesús aparta al sordomudo de la gente. También nosotros necesitamos que el Señor, estando nosotros “a solas” con Él que viene “en persona”, como dice el profeta Isaías en la primera lectura (Isaías 35, 4-7), nos disponga a escuchar su Palabra.

Qué difícil es escuchar en medio del ruido cotidiano. Jesús quiere decirnos, como a aquél sordomudo, “effetá”, palabra aramea que significa “ábrete”, no sólo en el sentido meramente físico concerniente a las facultades de oír y hablar, sino ante todo en el de una apertura espiritual de todo nuestro ser al Señor. Por eso es necesario buscar espacios y momentos de silencio a solas con Dios, para poder percibir lo que Él nos dice y disponernos también a escuchar a los demás, empezando por los más necesitados, que suelen ser discriminados, como dice la palabra de Dios dice la segunda lectura (Santiago 2, 1-5).

2. Jesús abre nuestros oídos para que podamos escuchar

Necesitamos que Dios abra nuestros oídos interiores para poder escucharlo. La imposición de las manos realizada por Jesús “suspirando”, significa la comunicación del Espíritu Santo que nos hace posible oír, comprender, acoger y poner en práctica lo que Dios nos dice. Y también es preciso que Él nos disponga a una auténtica comunicación con los demás, la cual exige como condición necesaria saber escuchar. Quien no es capaz de hacer silencio interior, no puede escuchar a Dios ni al prójimo.

Y también es preciso que Él nos disponga a una auténtica comunicación con los demás, la cual exige como condición necesaria saber escuchar. Quien no es capaz de hacer silencio interior, no puede escuchar a Dios ni al prójimo.

 

3. Jesús nos hace posible comunicar su Buena Noticia, no sólo de palabra sino con hechos

Jesús no solamente abre los oídos, sino también hace posible hablar. La Palabra de Dios que escuchamos no podemos dejarla sólo para nosotros mismos; debemos comunicarla, dando así testimonio de lo que el Señor ha obrado en nosotros.

Ahora bien, el relato del Evangelio dice que Jesús les mandó a quienes presenciaron el milagro que no se lo contaran a nadie. La razón de este mandato era evitar las falsas interpretaciones de los hechos de Jesús como prodigios espectaculares acordes con la idea de un mesías político que devolvería a los israelitas el esplendor de los tiempos de los reyes David y Salomón diez siglos atrás. Pero lo que Él buscaba con sus milagros no era obtener el poder terrenal, sino manifestar el amor misericordioso y sanador de Dios. Animémonos pues a escuchar a Jesús meditando sus enseñanzas en espacios y tiempos adecuados de silencio, y a comunicar nuestra experiencia de Él, no sólo con palabras, sino ante todo con hechos. Él, que “todo lo ha hecho bien” como se dice en el Evangelio de hoy, quiere seguir haciendo el bien a través de nuestra disposición efectiva a colaborar para hacer de este mundo un lugar donde se realice el amor compasivo a todos, empezando por los más necesitados.

 

*Hoy comienza en Colombia la SEMANA POR LA PAZ

Esta Semana se celebra en nuestro país desde hace 38 años y con motivo de la memoria de san Pedro Claver (1580 – 1654) cuya fiesta es el 9 de septiembre y quien dedicó su vida como sacerdote jesuita en Cartagena al servicio de los esclavos provenientes del África. Cuentan sus biógrafos que él -de acuerdo con lo que dice la carta de Santiago (2,1-5)- atendía pastoralmente a los esclavos en primer lugar, antes de hacerlo con los poderosos de esta ciudad caracterizada por una alta discriminación social. Pedro Claver murió un 8 de septiembre, día de la Natividad de la Virgen María -que este año cae en domingo-, y además de haber sido canonizado en 1888 por León XIII -el Papa que escribió la primera encíclica social abogando por los derechos de los trabajadores-, fue reconocido como Defensor de los Derechos Humanos en la Ley 95 de 1985 de la República de Colombia, que declaró a su vez el 9 de septiembre Día de los Derechos Humanos.

La Semana por la Paz es convocada por la Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica en Colombia, la Compañía de Jesús y más de cien organizaciones no gubernamentales. El símbolo del inicio de su celebración fue la guacamaya, ave típica de múltiples colores que invitan al reconocimiento de la pluralidad y la diversidad, en el marco de la construcción de una sociedad en la que quepamos todos. Celebremos pues esta Semana invocando a María santísima y a san Pedro Claver, para que nos dispongan a escuchar lo que Dios nos dice en nuestros prójimos necesitados y contribuir a la construcción de la paz. Que así sea.

 

Preguntas para la reflexión

1. ¿Qué mociones suscitan en mí el relato de Evangelio y las demás lecturas bíblicas de este domingo?
2. ¿Qué percibo que debo hacer para escuchar a Dios y a los demás?
3. ¿Cómo siento que debo contribuir a la paz en mi entorno social, a la luz de la Palabra de Dios

Compartir en redes

Homilías del autor

Homilías

15
SEP

«¿Quién dicen que soy yo?»

Ver más
01
SEP

La pureza auténtica es la del corazón

Ver más
25
AGO

«¿También ustedes quieren irse?»

Ver más
18
AGO

«Quién come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna»

Ver más
11
AGO

«El pan que voy a dar es mi carne, para la vida del mundo»

Ver más
Ir al contenido