Comunicado a la opinión pública: Pascua del Santo Padre
21 de abril de 2025 ___________________________________________________________________________________________________ Con profundo dolor y solidaridad en este difícil tiempo, la Provincia Colombiana de la Compañía de Jesús se une a las muestras de afecto y fraternidad por la Pascua del Santo Padre Francisco, fallecido hoy 21 de abril de 2025. Nuestras sinceras condolencias a sus familiares, compañeros y amigos más cercanos quienes estuvieron de cerca en su enfermedad. Acompañamos en la esperanza del Señor a toda la Iglesia, pueblo fiel de Dios, para que recordemos con amor su legado, y los animamos a orar por su eterno descanso. Durante su paso por Colombia en septiembre de 2017 y a lo largo de su vida, Francisco inspiró a las comunidades jesuitas y al Cuerpo Apostólico a vivir una espiritualidad en diálogo con lo real y en constante movimiento, interpelando los corazones de quienes más lo necesitan. Fue un hombre fiel al Evangelio y en continua conversación con las situaciones del mundo. Que Jesús, el buen Pastor, le conceda la vida eterna y nos dé el consuelo para abrazar su memoria. Provincia Colombiana de la Compañía de Jesús
Debemos resucitar con Cristo
Hoy es uno de esos días en que me siento profundamente feliz. Hay algo en mi interior que me dice que vale la pena ser creyente, que tiene sentido mantener firme la esperanza y que el amor es uno de los valores fundamentales en la vida de todas las personas. Hoy, Cristo ha vencido la muerte, Cristo ha resucitado y es motivo de gozo y celebración para todos los que creemos. El drama de la pasión no podía ser el final del asunto Jesús. Él mismo lo había dicho cuando anunció su muerte. La resurrección se convierte en el eje de nuestra fe, en el motor de nuestra esperanza y en el alimento de nuestro amor. ¿Por qué? Porque encontramos en la resurrección la victoria sobre el pecado y la muerte, el triunfo sobre todo lo que nos ata y esclaviza, es el anuncio de la nueva humanidad; nueva porque la luz de la resurrección hace que nuestro camino sea seguro y que no tengamos miedo de caminar en medio de las dificultades de la vida ordinaria. La resurrección de Jesús es la manifestación del amor de Dios hecho vida. Es encontrar un nuevo sentido para luchar por la fraternidad, por el respeto a la persona, por la defensa de la vida. Resucitar con Cristo es asumir el compromiso de hacer todo lo que esté a nuestro alcance para perdonar a quien haya podido ofendernos de alguna manera. Hacer vida la resurrección es dejar a un lado la violencia, es pronunciar un no rotundo a la muerte, a la destrucción, a todo lo que sea expresión de consecuencia del pecado en nosotros. Es comprometerse a trabajar por el otro con un profundo sentido solidario. Durante la semana mayor se nos ha invitado a cambiar actitudes que no van en la línea del seguimiento de Jesús, a dejar a un lado las manifestaciones de nuestro egoísmo, a renunciar a la violencia en todas sus formas y manifestaciones. Se nos ha mostrado un camino diferente, unos valores que le dan un nuevo sentido y orientación a la vida. De nosotros depende el que acojamos a Cristo resucitado como la luz del mundo que disipa las tinieblas de nuestro corazón y nos lleva a caminar por el sendero de la luz. Es nuestra decisión. ¿Qué respuesta le damos a Jesús que nos invita a resucitar con Él? Vivir la experiencia de la resurrección es salir fortalecidos para el camino de la vida, como les sucedió a los discípulos. Se encontraban encerrados por miedo a los judíos, la alegría de la resurrección y la presencia del Señor resucitado los cambia. Se vuelven valientes y decididos, asumen el compromiso y la misión que se les confía. Son los primeros testigos de la buena noticia que significa la resurrección de Jesús. Eso lo proclaman desde el comienzo, como lo describe el libro de los Hechos de los Apóstoles. El temor y el miedo se convierten en valentía, en disponibilidad para sufrir aun el martirio, es arriesgarlo todo por la causa del Evangelio y de la construcción del reino. Hoy, cuando el hombre ha avanzado tanto en cuanto a ciencia y tecnología, la experiencia de la resurrección no ha perdido vigencia, sigue teniendo la misma fuerza e importancia que ha tenido desde los comienzos del cristianismo y de la Iglesia. Vivámosla.
Comienza la semana mayor
Domingo de ramos. Día especial dentro del recorrido del año litúrgico. Comienza la Semana más importante para la vida del cristiano. Es la Semana santa o Semana mayor durante la cual estaremos celebrando los acontecimientos más importantes de nuestra fe. Hoy, conmemoramos la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Entrada que nos recuerda el hecho de reconocer a Jesús como el Rey y Señor. Sin embargo, contrasta con los acontecimientos de los días siguientes, especialmente desde el jueves hasta el domingo. Acercarse al drama de la pasión, muerte y resurrección de Jesús es contemplar el drama del Dios hecho hombre, que culmina así la obra de la redención desde el madero de la cruz. Es encontrarse con las contradicciones propias de los seres humanos, que en ciertos momentos parece que quisiéramos hacer a un lado todo lo que tenga que ver con el sufrimiento, la enfermedad, el dolor y la cruz. Quizás hemos pensado que es mejor vivir una fe sin tantas complicaciones, sin tantos aspectos que exijan de nosotros la autenticidad y el testimonio. Pienso en lo que pueden sentir todas aquellas personas que sufren y que viven el drama del dolor y el sacrificio. Contemplar el jueves santo, la institución de la eucaristía, es reconocer que el amor de Dios no se cansa de inventarse maneras para estar más cerca de la humanidad, de quedarse con nosotros. No contento con haberse hecho hombre, naciendo como niño en el pesebre de Belén, no bastándole el hecho del drama de la pasión y de la cruz, se inventa la manera de ser nuestro alimento espiritual, para fortalecer a cada uno en el camino de la vida, para mostrarnos hasta dónde puede llegar el amor hecho vida. Es el ejemplo de la humildad y el servicio en el lavatorio de los pies. Es la misión de ser continuadores de su obra de salvación para quienes escoge para el ministerio sacerdotal con el compromiso de ser otros “Cristos” para sus hermanos. El escándalo de la cruz solo es comprensible para quien tiene fe. No lo podemos entender si se mira desde el punto de vista humano solamente. ¿Cómo se puede entender que alguien triunfe cuando está vencido por completo? ¿Cómo puede resurgir un triunfo de la derrota? ¿Cómo puede lograrse la salvación de la humanidad desde la ignominia? Esa es la aparente contradicción del drama del Calvario que contemplamos el viernes santo. Acompañemos a Jesús en su camino hacia la cruz. Hagamos el esfuerzo por interiorizar las lecciones de amor, perdón y reconciliación que nos entrega Jesús desde la cruz. No todo termina en el fracaso para Jesús. Sus enemigos pudieron pensar que todo había terminado con su crucifixión y sepultura. Sin embargo, la historia de la humanidad cambia, es el triunfo del resucitado que vence la muerte y nos abre el camino de la esperanza. Es la espera silenciosa de la Iglesia el sábado santo, para disponerse a la explosión de júbilo y alegría del domingo. Es compartir la soledad de María, quien al pie de la cruz nos recibió y acogió como hijos. Es el dolor de una madre que encarna el sufrimiento de tantas madres, esposas e hijas golpeadas por el drama absurdo de la violencia. Venzamos al odio con amor, a la muerte con la vida. Vivamos con fe estos días santos.
Cuando me siento amado por Dios me lleno de esperanza: Un café con Monseñor Luis José Rueda
En este segundo encuentro fraterno, nos reunimos con Monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia. Hablamos de sus inicios como párroco en Santander, su vocación y su apuesta por el cuidado de quienes más lo necesitan. Los invitamos a abrir el corazón y escuchar con esperanza su testimonio.
¿Lanzaría yo la primera piedra?
Es muy fácil hacer afirmaciones a la ligera. Es muy sencillo condenar a las personas desde nuestra orilla cuando nos creemos impecables, perfectos, intachables y nos sentimos con derecho a lanzar la primera piedra. Nos hemos llevado las manos a la cabeza porque en los últimos meses hemos conocido pronunciamientos de las autoridades de justicia competentes sobre posibles delitos cometidos por personas influyentes. Pero, ¿podemos de ahí, sacar la conclusión de que esas personas son culpables, las podemos condenar sin que la justicia haya emitido un fallo? El texto del Evangelio de este domingo nos da una lección sobre nuestra manera de juzgar a las demás personas. El relato sobre la mujer adúltera nos enseña muchas cosas: en primer lugar, quiénes somos nosotros para considerarnos jueces de la conducta y el comportamiento de los demás. ¿Por qué nos consideramos impecables, exentos de toda falta y, por lo tanto, autorizados a hacer afirmaciones como la de “esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio”? Más aún, reclaman para ella la aplicación de la ley: “Moisés nos manda en la ley apedrear a estas mujeres”. Es la aplicación rígida de una norma. Su astucia no se queda ahí, va más allá al preguntarle “¿Tú qué dices?”. Han apelado a la conciencia de Jesús. Él conocía sus intenciones, por eso les responde “aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra”. Jesús está de acuerdo con la ley de Moisés, pero les devuelve la pregunta, apela a la conciencia de cada uno, lo invita a examinarse delante de Dios y de sí mismo y se pregunte si puede ser quien lance la primera piedra para castigar la falta. El texto continúa y nos presenta la reacción de quienes habían llevado a la mujer “al oír aquellas palabras, los acusadores comenzaron a escabullirse uno tras otro, empezando por los más viejos”. La conciencia les hace caer en la cuenta de que no son inocentes, que muy seguramente son responsables de lo que la mujer ha hecho. Quedan solos Jesús y la mujer. El diálogo siguiente nos enseña el llamado a la conversión que hace Jesús dentro de un profundo clima de respeto por la mujer acusada de adulterio. “¿Dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?” La respuesta es sincera “nadie, Señor”. La afirmación de Jesús, el inocente, el que conocía las conciencias de las personas, el único sin pecado en aquella escena le dice a la mujer “tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar”. ¿Haríamos nosotros lo mismo? ¿Usaríamos la misma actitud de Jesús? ¿Seríamos igualmente comprensivos? ¿Aplicaríamos la misma pedagogía de ser Inflexibles con el pecado e inmensamente compasivos con el pecador? Al leer con atención este pasaje y su aplicación para la vida encontramos que es un cuestionamiento a nuestra fácil manera de juzgar a las personas y, sobre todo, a preguntarnos cada uno si estaría dispuesto a lanzar la primera piedra.
Cultivar la esperanza en tiempos de crisis
El 24 de diciembre de 2024, con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, el Santo Padre inauguró el Año Jubilar, una celebración que ocurre cada 25 años e invita a renovar nuestra relación con Dios. El lema de este jubileo es “peregrinos de esperanza”, un invitación que nos motiva a recuperar “la fuerza y la certeza de mirar al futuro con mente abierta, corazón confiado y amplitud de miras”. En la actualidad esta mirada es de especial importancia teniendo en cuenta la multiplicidad de factores desesperanzadores que hay en el mundo: conflictos internos, secuelas de la pandemia, el cambio climático y la injusticia social. Si observamos nuestro contexto más cercano podemos distinguir escenarios desoladores y caminos que nos separan; en nuestras obras, con nuestros hermanos y en las situaciones cotidianas hay momentos de desesperanza y desolación que nos alejan de la misión común. ¿Cómo cambiar esta realidad y transmitir la esperanza del jubileo? Para mantener encendida la llama de la esperanza sólo es necesario mirar a nuestro alrededor; tantos rostros, historias y melodías que nos muestran a Dios encarnado en nuestra realidad y movilizando corazones. Cada individuo se convierte en un símbolo de amor incondicional y capacidad ilimitada de bondad para llevar luz a la creación. La esperanza nos lleva a rememorar nuestra historia y agradecer por todos aquellos que han infundido paz en momentos de vulnerabilidad. A pesar del tiempo, su legado es ejemplo de la fuerza transformadora que las acciones esperanzadoras pueden realizar en las personas. De ahí la importancia de apoyar y fortalecer las iniciativas de sanación y reconciliación que se realizan en nuestras obras. Las acciones colectivas pueden generar efectos a largo plazo y potenciar nuestro campo de acción. Esperanza no es sinónimo de esperar, es trabajar conscientemente para lograr los sueños dejando en la sabiduría de Dios el resultado final. Por esto, en este año los invito no solo a ser peregrinos, sino también a ser campesinos labradores de optimismo, comunicadores de fraternidad y reconciliación, voluntarios de entendimiento, sembradores de oportunidades, tesoreros del Evangelio, educadores de paciencia y agentes de paz para permear a la Provincia de una esperanza renovadora y una fortaleza apostólica que permita seguir apostando por la misión. Todos somos actores de la esperanza de nuestra Provincia. Oramos por la situación actual de tantos hermanos y hermanas en la región del Catatumbo y enviamos a ellos una voz de esperanza y solidaridad. Tomado de: Red Juvenil Ignaciana, Colombia.
Perdonar y ser perdonado
Muchas veces hemos escuchado el pasaje que el Evangelio de este domingo nos pone a consideración. Otras tantas lo he leído, especialmente para preparar a grupos de personas para el sacramento de la reconciliación. Nos es muy familiar la historia y por eso podemos pasar por encima de ciertos detalles y ciertas reflexiones. Los invito a que interioricemos el sentido de la parábola. Un primer acercamiento nos puede llevar a pensar, y con mucha razón, en lo que viven las familias por diversas circunstancias. Los hijos que deciden irse de la casa, reclamando o no la parte de la herencia que les corresponde. Son los que no aceptan la autoridad de los padres, o deciden irse para hacer su vida, buscando nuevos horizontes, recorriendo nuevos caminos. Sabemos que los hijos, como dice un autor, no son tus hijos, sino hijos de la vida. Que es cierto que deben tomar vuelo, pero lo que no aceptan los padres es que salgan de la casa de mala manera, como si los estuvieran echando. Un segundo aspecto es el referente a la libre decisión, a la capacidad que cada persona tiene para ejercer su libertad. Uno puede decir que el hijo menor tomó la decisión que consideró era la mejor, que se pudo haber equivocado, pero que luego reconoció su error y buscó la manera de enmendarlo. Hay también algo de esto, porque es propio de las personas fallar y que lo importante es corregir el rumbo y enderezar el camino. Que la lección ha sido aprendida y que lo importante es no olvidarla. Un tercer enfoque puede ser el de analizar lo que puede generar al interior de la familia una actitud de intransigencia y falta de comprensión. Se encuentra reflejada en la actitud del hijo mayor del relato. No quiere comprender lo que ha sucedido con su hermano menor, más aún, no lo reconoce como tal pues lo llama “ese hijo tuyo”. Me pregunto si nosotros podemos asumir el papel de ser jueces de los demás, de señalar sus errores y fallas, como si nosotros fuéramos perfectos. Considero que no es una actitud justa cuando cada uno de nosotros está rodeado de fragilidad. Finalmente, me quiero centrar en lo que considero es la lección más importante que nos puede ofrecer el texto, reflejado en la actitud del padre misericordioso que perdona a su hijo. El padre siempre lo había esperado, porque en su corazón había algo que le decía que algún día regresaría. Las faltas de su hijo eran grandes pero el perdón puede más porque lo ama y de corazón. No se pone a contarle toda la historia de sus errores, no le reprocha y le condena. Hay una actitud de misericordia que nos muestra la medida del amor hecho vida en el perdón. Al mismo tiempo, la experiencia del hijo menor al ser perdonado es un ejemplo para nosotros. No debemos descorazonarnos, no debemos dejarnos invadir por el desaliento y la desesperanza. Por más que estamos hundidos en lo más profundo del abismo, siempre existe la posibilidad y la oportunidad de salir. Todo está en nuestras manos y en la decisión que tomemos. Vivamos dicha experiencia, dejemos que nos llegue.
I Encuentro Nacional de la Red Mujeres Provincia Colombiana
Reunidas en la Casa San Claver, en Santandercito, Cundinamarca, del 6 al 8 de marzo de 2025 las personas delegadas de 6 regiones: Bogotá-Soacha, Caribe, Eje Cafetero, Nariño, Santander, Valle-Pacífico; 7 obras transversales: ACODESI, CINEP/PPP, CIRE, Fe y Alegría, JRS-Col, PUJ, RJI; y un grupo de 4 jóvenes jesuitas, nos encontramos para estrechar lazos, compartir experiencias y sentirnos Cuerpo Apostólico enviado en Misión en el contexto colombiano. Queremos compartir algunas reflexiones sobre nuestro encuentro, que a pesar de no haber tenido la presencia de algunas compañeras que, por diversas razones no pudieron llegar, pudimos contar con la presencia del P. Provincial Hermann Rodríguez, SJ, sus asistentes PP. Jorge Alberto Camacho, SJ y José Darío Rodríguez, SJ, la Secretaria ejecutiva de planificación apostólica Laura Perdigón, una delegada de la Oficina Provincial de Comunicaciones Laura Valentina Souza y el equipo dinamizador de la Red Mujeres Colombia, Stefany Herrera, María Carolina Sánchez y María Consuelo Escobar. Nos ha reunido el objetivo de propiciar un espacio de encuentro e integración en el que podamos compartir los distintos saberes y las buenas prácticas que vienen funcionando en la Provincia, en las distintas obras y regiones, respecto a la búsqueda de la equidad para las mujeres en todos los aspectos dentro del cuerpo apostólico. A partir de este compartir, elaborar un plan de acción que concrete nuestra misión y modo de funcionar en la Provincia Colombiana para los siguientes dos (2) años. Para avanzar con este proceso de discernimiento y planificación apostólica, nos hemos puesto en presencia de Dios por medio de la oración, la conversación espiritual, la eucaristía y la confianza de que es el Espíritu quien guía nuestro camino. Nos han acompañado nuestra madre María, Isabel y la mujer Siro-fenicia, recordándonos que Dios se hace presente en nuestra cotidianidad. Nos acompañaron las presentaciones sobre el estado de la Provincia a nivel apostólico, la historia de la Red Mujeres Provincia Colombiana, del grupo de género e igualdad de la CPAL y el testimonio de Alejandra Nuño a nivel intercontinental. Los testimonios de la Hermana Aura Camilo, R.A., y de Ulrike Purrer nos iluminaron desde la perspectiva de la espiritualidad ignaciana y del análisis aterrizado del contexto eclesial. Testimonios desafiantes que nos invitan a la esperanza y a fortalecer nuestro deseo de construir, de manera colectiva, realidades claras de acogida, inclusión, valoración y equidad en nuestras obras y regiones. Al escuchar las presentaciones de las obras y regiones sobre el papel de la mujer en la Iglesia y la Compañía nos aproximamos a la realidad presente, enfatizando en las buenas prácticas que ya ocurren en nuestros diferentes contextos, pero también en los desafíos que encontramos y que nos sentimos invitadas a identificar mejor para transformar. Somos un Cuerpo Apostólico conformado por 17.986 personas de las cuales el 64,4% (11.589) somos mujeres. Nos sentimos llamadas a contribuir en la transformación de realidades de exclusión, violencia e inequidad, en entornos más inclusivos, reconciliados y equitativos en función de nuestra Misión común. Hacemos parte de una historia marcada en muchos momentos por la invisibilización de la mujer, los variados tipos de violencias basadas en género, la falta de oportunidades de liderazgo y la subvaloración de su papel en nuestras obras y regiones. Por ello, nos sentimos invitadas, como Provincia Colombiana, a revisitar y caminar sinodalmente hacia la implementación contextualizada del Decreto 14 de la Congregación General 34, sobre el papel de la mujer en la Iglesia y la Compañía de Jesús. Queremos continuar profundizando en el diagnóstico de la situación actual y contribuir a transformar estas realidades dolorosas e inequitativas, para lo cual hemos dado los primeros pasos para la elaboración de un plan de acción de la Red Mujeres Provincia colombiana, con una misión, visión, iniciativas concretas y temas de reflexión. Esto, en clave de discernimiento a partir de la metodología propia de la Compañía de Jesús centrada en la oración y la conversación espiritual en perspectiva sinodal. Es la primera vez que un encuentro de esta índole tiene lugar en la Provincia y, aunque sentimos que el camino aún es largo y complejo, nos encontramos llenas de una gran esperanza que nos moviliza a querer construir de manera colectiva y participativa. Queremos que, en todas nuestras obras, regiones, y en las comunidades jesuitas, se conozca más sobre este camino que hemos emprendido y se sigan apoyando las iniciativas que surjan de esta Red a favor de la mujer y de una misión de reconciliación y justicia en perspectiva sinodal. Un agradecimiento especial al equipo organizador por estar al tanto de todos los detalles que hicieron de estos días de trabajo una experiencia significativa y valiosa. De igual manera al P. Provincial y su equipo de trabajo por la apertura y disposición para que esta reflexión sobre el papel de la mujer en la Iglesia y la Compañía de Jesús se haga vida concreta dentro de la Provincia en sus obras, regiones y comunidades jesuitas. Confiamos este camino a Nuestra Madre María, que nos inspira y fortalece en estos primeros pasos que damos en perspectiva de colaboración, equidad y sinodalidad.
Pensar en la reconciliación me da esperanza: Un café con Pacho de Roux, SJ
Con el objetivo de transmitir la esperanza y celebrar la vida, la Oficina Provincial de Comunicaciones estará compartiendo una serie de entrevistas a personajes de gran relevancia para la Compañía y la Iglesia. Con un café, grandes anécdotas y camaradería se hablará de la reconciliación, la vocación y las alegrías de vivir la misión. Nuestro primer invitado es el P. Francisco José de Roux, SJ. Los invitamos a dejarse conmover por sus vivencias, su sensibilidad y su mirada sobre el país.
Comunicado oficial: Situación actual del JRS-Colombia
El pasado 24 de enero, la Oficina de Población, Refugiados y Migración (PRM) del Departamento de Estado de los Estados Unidos emitió una notificación oficial informando la suspensión de los fondos asignados a los programas de ayuda internacional mientras se lleva a cabo una revisión de los mismos para determinar si se alinean con la política exterior y prioridades del Gobierno de los Estados Unidos. A raíz de esta comunicación, el JRS-Colombia se vio en la necesidad de detener el proyecto denominado «Horizontes de Fraternidad: Acompañamiento y protección a la población migrante en su camino hacia la inclusión efectiva en Colombia” en el marco del cual se pretendía acompañar entre septiembre de 2024 y agosto de 2025 a 12.370 personas a lo largo y ancho del territorio nacional con un presupuesto de 4.5 millones de dólares. La suspensión de este proyecto obligó al JRS-Colombia a cerrar seis de sus oficinas (Ipiales, Palmira, Bucaramanga, Santa Rosa del Sur, Tibú y Cartagena) y a reducir en un 59% su planta de personal y la negociación de acuerdos de indemnización cuyo valor ascendió a 1.200 millones de pesos, dinero que puso a disposición de la organización, el JRS-USA. De enero a febrero, el JRS-Colombia pasó de contar con 155 colaboradores a una estructura mínima conformada por 67 personas, incluidos 7 aprendices SENA. Como resultado de esta decisión, unilateral y atípica del Gobierno de los Estados Unidos, el JRS-Colombia no alcanzó a brindar acompañamiento a 9.140 personas en movilidad humana forzada que sueñan con construir o reconstruir un proyecto de vida en alguna región del país. Aún así, el JRS-Colombia sigue dando vida a la misión de acompañar, servir y defender a las personas y comunidades en movilidad humana forzada por medio de 8 oficinas que siguen operando en Cúcuta, Barrancabermeja, Buenaventura, Arauca, Soacha, Ibagué, Pasto y Pereira; en estos territorios se avanza en la implementación de 14 proyectos con componente de protección, medios de vida, integración comunitaria y/o educación. De aquí a finales de abril, cuando se cumpla el plazo de los 90 días de suspensión, el gobierno de los Estados Unidos decidirá el futuro del proyecto que implementa el JRS-Colombia; esta decisión puede traducirse en alguno de los siguientes escenarios: 1. Suspensión definitiva de los fondos, 2. Descongelamiento parcial de los fondos, con modificaciones de los montos, metas y condiciones de financiación, o 3. Descongelamiento total de los fondos. El JRS-Colombia celebra en 2025 treinta años de presencia en el país, por lo que la crisis desencadenada por la orden de suspensión constituye un momento idóneo para redoblar esfuerzos por conseguir medios que permitan seguir dando vida a la misión de este Centro Social de la Provincia. Un mes después de la emisión de la orden de suspensión, la organización avanza en la formulación de más de diez proyectos y sigue explorando nuevas fuentes (flexibles y no flexibles) de financiación para seguir contribuyendo a la construcción de una Colombia más hospitalaria y reconciliada.