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I Encuentro Nacional de la Red Mujeres Provincia Colombiana

Reunidas en la Casa San Claver, en Santandercito, Cundinamarca, del 6 al 8 de marzo de 2025 las personas delegadas de 6 regiones: Bogotá-Soacha, Caribe, Eje Cafetero, Nariño, Santander, Valle-Pacífico; 7 obras transversales: ACODESI, CINEP/PPP, CIRE, Fe y Alegría, JRS-Col, PUJ, RJI; y un grupo de 4 jóvenes jesuitas, nos encontramos para estrechar lazos, compartir experiencias y sentirnos Cuerpo Apostólico enviado en Misión en el contexto colombiano. Queremos compartir algunas reflexiones sobre nuestro encuentro, que a pesar de no haber tenido la presencia de algunas compañeras que, por diversas razones no pudieron llegar, pudimos contar con la presencia del P. Provincial Hermann Rodríguez, SJ, sus asistentes PP. Jorge Alberto Camacho, SJ y José Darío Rodríguez, SJ, la Secretaria ejecutiva de planificación apostólica Laura Perdigón, una delegada de la Oficina Provincial de Comunicaciones Laura Valentina Souza y el equipo dinamizador de la Red Mujeres Colombia, Stefany Herrera, María Carolina Sánchez y María Consuelo Escobar. Nos ha reunido el objetivo de propiciar un espacio de encuentro e integración en el que podamos compartir los distintos saberes y las buenas prácticas que vienen funcionando en la Provincia, en las distintas obras y regiones, respecto a la búsqueda de la equidad para las mujeres en todos los aspectos dentro del cuerpo apostólico. A partir de este compartir, elaborar un plan de acción que concrete nuestra misión y modo de funcionar en la Provincia Colombiana para los siguientes dos (2) años. Para avanzar con este proceso de discernimiento y planificación apostólica, nos hemos puesto en presencia de Dios por medio de la oración, la conversación espiritual, la eucaristía y la confianza de que es el Espíritu quien guía nuestro camino. Nos han acompañado nuestra madre María, Isabel y la mujer Siro-fenicia, recordándonos que Dios se hace presente en nuestra cotidianidad. Nos acompañaron las presentaciones sobre el estado de la Provincia a nivel apostólico, la historia de la Red Mujeres Provincia Colombiana, del grupo de género e igualdad de la CPAL y el testimonio de Alejandra Nuño a nivel intercontinental. Los testimonios de la Hermana Aura Camilo, R.A., y de Ulrike Purrer nos iluminaron desde la perspectiva de la espiritualidad ignaciana y del análisis aterrizado del contexto eclesial. Testimonios desafiantes que nos invitan a la esperanza y a fortalecer nuestro deseo de construir, de manera colectiva, realidades claras de acogida, inclusión, valoración y equidad en nuestras obras y regiones. Al escuchar las presentaciones de las obras y regiones sobre el papel de la mujer en la Iglesia y la Compañía nos aproximamos a la realidad presente, enfatizando en las buenas prácticas que ya ocurren en nuestros diferentes contextos, pero también en los desafíos que encontramos y que nos sentimos invitadas a identificar mejor para transformar. Somos un Cuerpo Apostólico conformado por 17.986 personas de las cuales el 64,4% (11.589) somos mujeres. Nos sentimos llamadas a contribuir en la transformación de realidades de exclusión, violencia e inequidad, en entornos más inclusivos, reconciliados y equitativos en función de nuestra Misión común. Hacemos parte de una historia marcada en muchos momentos por la invisibilización de la mujer, los variados tipos de violencias basadas en género, la falta de oportunidades de liderazgo y la subvaloración de su papel en nuestras obras y regiones. Por ello, nos sentimos invitadas, como Provincia Colombiana, a revisitar y caminar sinodalmente hacia la implementación contextualizada del Decreto 14 de la Congregación General 34, sobre el papel de la mujer en la Iglesia y la Compañía de Jesús. Queremos continuar profundizando en el diagnóstico de la situación actual y contribuir a transformar estas realidades dolorosas e inequitativas, para lo cual hemos dado los primeros pasos para la elaboración de un plan de acción de la Red Mujeres Provincia colombiana, con una misión, visión, iniciativas concretas y temas de reflexión. Esto, en clave de discernimiento a partir de la metodología propia de la Compañía de Jesús centrada en la oración y la conversación espiritual en perspectiva sinodal. Es la primera vez que un encuentro de esta índole tiene lugar en la Provincia y, aunque sentimos que el camino aún es largo y complejo, nos encontramos llenas de una gran esperanza que nos moviliza a querer construir de manera colectiva y participativa. Queremos que, en todas nuestras obras, regiones, y en las comunidades jesuitas, se conozca más sobre este camino que hemos emprendido y se sigan apoyando las iniciativas que surjan de esta Red a favor de la mujer y de una misión de reconciliación y justicia en perspectiva sinodal. Un agradecimiento especial al equipo organizador por estar al tanto de todos los detalles que hicieron de estos días de trabajo una experiencia significativa y valiosa. De igual manera al P. Provincial y su equipo de trabajo por la apertura y disposición para que esta reflexión sobre el papel de la mujer en la Iglesia y la Compañía de Jesús se haga vida concreta dentro de la Provincia en sus obras, regiones y comunidades jesuitas. Confiamos este camino a Nuestra Madre María, que nos inspira y fortalece en estos primeros pasos que damos en perspectiva de colaboración, equidad y sinodalidad.

Pensar en la reconciliación me da esperanza: Un café con Pacho de Roux, SJ

Con el objetivo de transmitir la esperanza y celebrar la vida, la Oficina Provincial de Comunicaciones estará compartiendo una serie de entrevistas a personajes de gran relevancia para la Compañía y la Iglesia. Con un café, grandes anécdotas y camaradería se hablará de la reconciliación, la vocación y las alegrías de vivir la misión. Nuestro primer invitado es el P. Francisco José de Roux, SJ. Los invitamos a dejarse conmover por sus vivencias, su sensibilidad y su mirada sobre el país. 

Comunicado oficial: Situación actual del JRS-Colombia

El pasado 24 de enero, la Oficina de Población, Refugiados y Migración (PRM) del Departamento de Estado de los Estados Unidos emitió una notificación oficial informando la suspensión de los fondos asignados a los programas de ayuda internacional mientras se lleva a cabo una revisión de los mismos para determinar si se alinean con la política exterior y prioridades del Gobierno de los Estados Unidos. A raíz de esta comunicación, el JRS-Colombia se vio en la necesidad de detener el proyecto denominado «Horizontes de Fraternidad: Acompañamiento y protección a la población migrante en su camino hacia la inclusión efectiva en Colombia” en el marco del cual se pretendía acompañar entre septiembre de 2024 y agosto de 2025 a 12.370 personas a lo largo y ancho del territorio nacional con un presupuesto de 4.5 millones de dólares. La suspensión de este proyecto obligó al JRS-Colombia a cerrar seis de sus oficinas (Ipiales, Palmira, Bucaramanga, Santa Rosa del Sur, Tibú y Cartagena) y a reducir en un 59% su planta de personal y la negociación de acuerdos de indemnización cuyo valor ascendió a 1.200 millones de pesos, dinero que puso a disposición de la organización, el JRS-USA. De enero a febrero, el JRS-Colombia pasó de contar con 155 colaboradores a una estructura mínima conformada por 67 personas, incluidos 7 aprendices SENA. Como resultado de esta decisión, unilateral y atípica del Gobierno de los Estados Unidos, el JRS-Colombia no alcanzó a brindar acompañamiento a 9.140 personas en movilidad humana forzada que sueñan con construir o reconstruir un proyecto de vida en alguna región del país. Aún así, el JRS-Colombia sigue dando vida a la misión de acompañar, servir y defender a las personas y comunidades en movilidad humana forzada por medio de 8 oficinas que siguen operando en Cúcuta, Barrancabermeja, Buenaventura, Arauca, Soacha, Ibagué, Pasto y Pereira; en estos territorios se avanza en la implementación de 14 proyectos con componente de protección, medios de vida, integración comunitaria y/o educación. De aquí a finales de abril, cuando se cumpla el plazo de los 90 días de suspensión, el gobierno de los Estados Unidos decidirá el futuro del proyecto que implementa el JRS-Colombia; esta decisión puede traducirse en alguno de los siguientes escenarios: 1. Suspensión definitiva de los fondos, 2. Descongelamiento parcial de los fondos, con modificaciones de los montos, metas y condiciones de financiación, o 3. Descongelamiento total de los fondos. El JRS-Colombia celebra en 2025 treinta años de presencia en el país, por lo que la crisis desencadenada por la orden de suspensión constituye un momento idóneo para redoblar esfuerzos por conseguir medios que permitan seguir dando vida a la misión de este Centro Social de la Provincia. Un mes después de la emisión de la orden de suspensión, la organización avanza en la formulación de más de diez proyectos y sigue explorando nuevas fuentes (flexibles y no flexibles) de financiación para seguir contribuyendo a la construcción de una Colombia más hospitalaria y reconciliada.

Cambiar el corazón

Muchas veces hemos presenciado o hemos vivido la escena de dos personas que discuten acaloradamente. Nos impresiona ver lo que hacen y oír lo que dicen. Las ofensas salen con una facilidad pasmosa. Se ultraja la dignidad de las personas, se cuestiona su integridad y se pone en tela de juicio lo más sagrado que tiene el ser humano: su honra. Todos nos hemos visto en situaciones difíciles, en las cuales, no sabemos qué hacer ni qué decir, porque nos toman por sorpresa. Escuchamos cosas que nos sorprenden, bien sea de otras personas o de nosotros. Nos convertimos en jueces, censores y verdugos. Dictamos sentencia con una facilidad impresionante. Encontramos víctimas y culpables, condenamos y absolvemos con una gran facilidad. Pero, me pregunto: ¿hemos mirado hacia nuestro interior? ¿Podemos decir que no hay en nosotros culpa alguna en el daño causado a otros? ¿Somos inocentes o, debemos reconocer que hemos fallado por acción o por omisión? Es un punto neurálgico en la vida de convivencia y relaciones en la cual debemos desenvolvernos. Fácilmente, hablamos o hacemos más de la cuenta, causando daño a otros. Y nos quedamos tan tranquilos, como si nada hubiera pasado. ¿Por qué de nuestro interior no salen palabras de bondad, de amor y reconciliación? ¿Por qué no podemos ser instrumentos de paz, sembradores de una nueva esperanza? ¿Por qué no cambiamos el corazón? Para que de él salgan los buenos deseos, las palabras de ánimo que estimulen y ayuden. Creo que es posible, si nos lo proponemos, lo sería verdaderamente. Creo que debemos ser más cautos en censurar a los demás por lo que hacen o dejan de hacer, por lo que dicen o callan, por sus actitudes y comentarios. Debemos mirar primero hacia nuestro interior y desde allí, en la humildad y el silencio, reconocer que somos los primeros que fallamos. Eso es cambiar el corazón, eso es pensar en positivo y eso es aportar a la construcción de un nuevo país. Dicho de una manera más sencilla: pensemos antes de actuar y no al contrario, actuar y luego pensar. Estoy casi seguro de que, si así lo hacemos, evitaremos el cometer muchos errores, no seremos ligeros en condenar, señalar y enjuiciar, porque la prudencia nos hará mirar hacia nuestro interior antes que fijarnos en los demás. El cambio del corazón lleva consigo un profundo respeto a las demás personas, al mismo tiempo que nos hace más comprensivos ante su fragilidad. Ese cambio del corazón no da espera. Lo podemos iniciar ya.

Oremos por el Papa Francisco

En este tiempo de incertidumbre, el P. Antonio José Sarmiento, SJ, nos comparte un mensaje de esperanza en torno a la salud del Santo Padre y nos invita a orar por su pronta recuperación. Sigamos caminando como una Iglesia unida en la fraternidad del Señor. 

Iniciamos el itinerario de formación 2025 de la Región Bogotá-Soacha

El pasado 12 de febrero, más de 200 jóvenes vinculados a las obras de la Compañía de Jesús en la región Bogotá-Soacha se reunieron en la Manzana Jesuítica de Bogotá para dar inicio al Itinerario de Formación Regional 2025. Este encuentro tuvo lugar en el marco del Día de las Manos Rojas, una jornada emblemática que busca sensibilizar y generar conciencia sobre la problemática del reclutamiento forzado de niños, niñas y adolescentes en el conflicto armado. Este año, nuestro itinerario regional se fundamenta en la cuarta opción fundamental del Plan Apostólico de Provincia, promoviendo una profunda articulación entre ecología integral, reconciliación y justicia social. Reconocemos que los desafíos socioambientales no pueden abordarse de manera aislada, ya que la crisis ecológica y la crisis humana están intrínsecamente conectadas. En un territorio caracterizado por su diversidad cultural, complejidades sociales y acelerado crecimiento urbano, acogemos el llamado del Papa Francisco a cuidar nuestra Casa Común, impulsando una conversión ecológica que coloque la dignidad humana en el centro de nuestras acciones. De esta manera, el itinerario regional no solo se concibe como un espacio de encuentro y formación, sino también como una oportunidad para que los jóvenes sean protagonistas del cambio. A través de una visión integral, podrán incidir en sus comunidades con un firme compromiso por la justicia, la solidaridad y el bien común. Estamos convencidos de que la transformación social comienza en cada uno de ellos y, por ello, reafirmamos nuestra vocación de acompañarlos en este camino de aprendizaje, reflexión y acción. El inicio de la jornada se llevó a cabo en el teatro del Colegio Mayor de San Bartolomé, donde el P. José Darío Rodríguez, SJ, ofreció una contextualización sobre el impacto del conflicto armado en las comunidades y el entorno natural. Posteriormente, el equipo de ReconoSiendo guió un espacio espiritual en la Iglesia San Ignacio de Bogotá, permitiendo a los participantes reflexionar sobre las consecuencias individuales, comunitarias y ambientales del reclutamiento forzado y la utilización de menores en el conflicto armado. En el cierre del encuentro, los jóvenes fueron invitados a interiorizar sus emociones y pensamientos a través de la palabra y la escucha activa. En un marco de conversación espiritual, compartieron sus vivencias y reconocieron los llamados del Dios de la vida y de la paz, que se manifiesta en todas las cosas. El Itinerario de Formación Regional se desarrollará a lo largo de 2025 mediante encuentros locales y regionales, talleres y espacios de acompañamiento que fortalecerán las capacidades de liderazgo y acción social de nuestros jóvenes en sus contextos. Nuestra próxima cita regional será el 9 de abril de 2025 en el Colegio San Bartolomé La Merced.

La regla de oro

Con frecuencia escuchamos frases como estas “el que la hace, la paga”, “en juego largo hay desquite”, “tranquilo, que yo sé cómo me la cobro”. Todas son expresiones que nos muestran el sentido de venganza que puede haber en el corazón de las personas, el deseo de hacer justicia por su propia cuenta, como si ese fuera el camino mejor para solucionar los problemas. Nos hemos acostumbrado a este tipo de reacciones y respuestas y, se ha vuelto algo ordinario ver cómo se siembra más violencia para responder a la violencia. El texto del evangelio de este domingo va en una línea completamente diferente: habla de perdón, de amor, de hacer el bien. Pero no con las personas que son nuestros amigos, familiares o quienes nos hacen bien. Es una invitación para actuar de esa manera con las personas que nos han ofendido, los que nos han causado daño, nos han hecho mal. Es casi un escándalo lo que nos propone Jesús para ser sus seguidores y parecernos a Él. El punto clave está en la reflexión que hace Jesús: si hacemos bien solo a los que nos hacen bien, no tenemos mérito alguno. Si amamos solo a los que nos aman tampoco tenemos mérito alguno. Tratemos a los demás como queremos que ellos nos traten, la medida que usemos, la usarán con nosotros. Esa es la regla de oro. Es la clave de las relaciones interpersonales, es el secreto para ir construyendo la felicidad. Qué diferente sería el panorama del mundo si esa regla de oro la aplicáramos en nuestra vida. Qué cantidad de problemas se resolverían por el camino sencillo del perdón y la reconciliación, de comprender que se falla por fragilidad más que por malicia. Cómo nos sentiríamos tan diferentes y distintos si la aplicáramos en las pequeñas y grandes cosas de la vida. Más aún, Jesús añade otros elementos que complementan y clarifican la regla de oro: “sean compasivos, no juzguen, no condenen, perdonen, den, les verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante”. Todo eso porque el amor no es solo para las personas que nos simpatizan, pues se nos invita a amar a nuestros enemigos, a hacer el bien a los que nos odian, a bendecir a los que nos maldicen, a orar por los que nos injurian. Todo esto, mirado humanamente, es escandaloso, no se entiende. La vida debe ser mirada desde el amor, el perdón, la bendición. Pienso que, siguiendo el ejemplo de Jesús, el camino que nos muestra; podemos afirmar que es todo un desafío para quien reconozca en su vida y en su corazón que ha fallado muchas veces en este campo. Pienso que todos, usted quien lee esta columna, yo que la escribo, las personas que nos rodean, hemos fallado y nos hemos equivocado. Es el momento de hacer vida esa regla de oro “trata a los demás como quieras que te traten”. Pregúntate qué debes cambiar y cómo puedes orientar tu vida de ahora en adelante, teniendo como criterio decisivo la regla de oro “la medida que usen la usarán con ustedes”.

La esperanza no defrauda

«Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha llenado con su amor nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado» Romanos 5, 5   Comenzar un año es una oportunidad para revisar y actualizar nuestras metas. Hemos disfrutado de unos días de descanso, de encuentros informales con nuestras familias y con miembros de nuestras comunidades para nutrirnos afectivamente, recrearnos y fortalecernos. Nada más oportuno que este momento para acoger la invitación de la Iglesia a vivir un año santo en el que podamos fortalecer la esperanza. El Papa invita a toda la Iglesia a hacerse peregrinos de la esperanza. Hace muchos años le oí al P. João Batista Libânio, SJ, esta historia que nos regaló en el cierre del Congreso Continental de Teología en Porto Alegre, Brasil: Había una vez un niño llamado Daniel. Vivía en un pequeño pueblo de Brasil. No era muy juicioso que digamos, pero un año, al terminar sus clases recibió un regalo de su papá. Lo llevó a conocer Rio de Janeiro, una de las ciudades más hermosas de su país. Al llegar, lo primero que fueron a conocer fue el inmenso mar. Daniel estaba admirado por la belleza y la grandeza de ese horizonte sin límites que se abría ante sus ojos. Daniel pidió que pudieran entrar en el mar y se montaron en una barca para dar un paseo. Las olas crecían y el mar embravecido amenazaba la pequeña barca. Regresaron a la orilla y fueron a descansar. En la noche Daniel soñó que iba atravesando el mar en una barca y que el mar estaba embravecido. Daniel pidió a Dios que le diera la posibilidad de cruzar el mar y las dificultades de la vida. La respuesta de Dios fue: “cree, espera y ama”. El segundo día, Daniel fue con su papá a Botafogo, el barrio donde se levanta el cerro del Corcovado, sobre cuya cima está el Cristo Redentor que identifica a la ciudad. Esa mañana, sucedió un fenómeno extraordinario. Las nubes cubrían el cerro y el Cristo parecía volar allá en lo alto, sin ningún soporte ni pedestal. Daniel quedó deslumbrado con la belleza de este espectáculo. Esa noche, cuando fue a dormir, soñó que veía el gran Cristo volando en medio del cielo y le pidió a Dios que le regalara una escalera para subir hasta el cielo y así estar con Dios. La respuesta de Dios fue: “cree, espera y ama”. El tercer día Daniel fue con su papá al centro de la ciudad y conocieron iglesias y museos. Al regresar a la casa, el papá de Daniel no podía abrir la puerta. La cerradura se había dañado y la llave no servía. Por fin, luego de muchos esfuerzos, lograron entrar. Esa noche Daniel soñó que estaba frente a la gran puerta del cielo. Una puerta enorme, cerrada con una chapa muy grande y fuerte. Y Daniel le pidió a Dios que le regalara la llave para poder abrir la puerta del cielo y entrar allí, donde Dios lo esperaba. La respuesta de Dios fue: “cree, espera y ama”. Daniel somos cada uno de nosotros. El Papa Francisco dice en la bula con la que convoca al Año Santo: “He aquí porqué esta esperanza no cede ante las dificultades: porque se fundamenta en la fe y se nutre de la caridad, y de este modo hace posible que sigamos adelante en la vida. San Agustín escribe al respecto: «Nadie, en efecto, vive en cualquier género de vida sin estas tres disposiciones del alma: las de creer, esperar, amar»” (Spes non confundit, 3). Leyendo un libro del filósofo coreano Byung-Chul Han, El espíritu de la esperanza, me sorprendió descubrir que, para algunos, la esperanza es contraria a la acción. Dice Han: “Desde la Antigüedad, siempre se ha considerado que la esperanza es opuesta a la acción. La consabida crítica dice que la esperanza se resiste a actuar porque le falta la resolución para hacerlo, que quien tiene esperanza no actúa y cierra los ojos a la realidad. Haciéndonos concebir ilusiones, la esperanza nos distraería del tiempo presente, de la vida aquí y ahora” (Han, 37). Sin embargo, la esperanza cristiana, que se fundamenta en la fe y se nutre en la caridad nos anima siempre a afrontar el presente con la mirada puesta en el futuro. “Un presente que no sueña tampoco genera nada nuevo. Un presente así no tiene pasión por lo nuevo, entusiasmo por lo posible ni ganas de comenzar algo nuevo. Si no hay futuro, es imposible apasionarse”, nos recuerda Han en su libro (Han, 43). Acompañemos a toda la Iglesia a vivir este Año Santo renovando nuestra esperanza y dando razón a los que nos pregunten por ella, tal como lo pide el apóstol Pedro: “Estén siempre preparados a responder a todo el que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen” (1 Pedro 3, 15). Y no olvidemos a san Ignacio que en la décima parte de las Constituciones nos invita a poner solo en Dios nuestra esperanza: “Porque la Compañía, que no se ha instituido con medios humanos, no puede conservarse ni aumentarse con ellos, sino con la mano omnipotente de Cristo Dios y Señor nuestro, es menester en Él solo poner la esperanza de que Él haya de conservar y llevar adelante lo que se dignó comenzar para su servicio y alabanza y ayuda de las ánimas” (Constituciones, 812). Quiero invitarlos a iniciar el año renovando el ánimo y la esperanza. Una esperanza que tiene bien puestos sus fundamentos en la fe y que cultiva y se expresa en obras de amor. Invito a todo el cuerpo apostólico a mirar al futuro con la confianza de sentirnos en las manos de Dios. La esperanza no defrauda. Nuestros sueños y nuestra esperanza en un futuro distinto se alimentan en el amor de Dios que nos sostiene. Hermann Rodríguez Osorio, SJ Provincial Bogotá, 20 de enero de 2025

Vivimos en un mundo de contrastes

La afirmación que me sirve de título a la columna de esta semana no es algo novedoso. Nos lo dicen los sociólogos, los psicólogos, los estudiosos de la realidad humana desde el punto de vista personal y social. No es novedoso, porque es lo que encontramos todos los días, por donde quiera que caminemos. Son esos contrastes que nos sacuden en lo más profundo, sobre todo cuando no encontramos respuesta lógica, sino que debemos asumir una actitud casi que de conformismo, porque la solución no está al alcance de nuestras manos. El texto de Lucas que se nos presenta  en el Evangelio es un ejemplo de esos contrastes a los que me he referido más arriba. Está presentado en clave de felicidad y desgracia. Son los criterios del mundo, de lo fácil, de aquello que la gente busca como su satisfacción y meta en la vida. Contrasta con lo que Jesús propone como el camino de la felicidad. Es lógico que el ambiente en el cual nos movemos no entienda esa dinámica porque no está de acuerdo con lo que se nos está vendiendo e inculcando de diversas maneras. Al fin de cuentas, es cuestión de opciones, de decisiones y entra en el campo de la libertad de cada persona. Veamos lo que es popular, lo que llama la atención. Se habla de “los ricos, de los que están satisfechos, de los que ríen y de quienes son alabados por todo el mundo”. Ante estas cuatro actitudes Jesús exclama “ay de ustedes, porque  ya tienen su consuelo, porque tendrán hambre, porque llorarán de pena, porque de ese modo trataron sus padres a los falsos profetas”.  En síntesis no todo lo que brilla es oro, como dice el refrán, la felicidad no está en el tener, no es ese el camino que Jesús propone. Sin embargo, hay muchas personas para quienes la riqueza, el prestigio y otras cosas se constituyen en valores fundamentales. Por otro lado, en la primera parte del texto aparece el contraste “dichosos ustedes los pobres, los que ahora tienen hambre, los que ahora lloran, cuando los hombres los aborrezcan y los expulsen de entre ellos, y cuando los insulten y maldigan por causa del Hijo del hombre”  es lo que propone Jesús a sus discípulos y, en ellos a nosotros. Las razones son claras “de ustedes es el reino de Dios, serán saciados, al fin reirán, alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo. Pues así trataron sus padres a los profetas”. Es un camino muy distinto, es un nadar contra la corriente, por decirlo de alguna forma. Eso no es popular, no es atractivo. Es el camino de la verdadera felicidad, la que se construye sobre la base del ser y no del tener. Claro está que esto corresponde a las opciones y decisiones personales. Es cuestión de cada uno. Vale la pena preguntarse ¿sobre qué base está construida nuestra vida? ¿Cuáles son los valores que la orientan? ¿Qué consideramos como prioridad? y ¿Por cuáles valores estamos dispuestos a jugarnos el todo por el todo?. Esa es la clave y ahí está el secreto para ser capaces de superar esos contrastes, esas contradicciones existenciales que nos afectan y que no podemos ignorar o pretender acallar. ¿Cuál es tu respuesta? ¿Dónde está tu corazón?

XXVI Inmersión Ignaciana: Conversión Ecológica

Con una invitación a vivir “este momento como una oportunidad para una conversión”,  inició la XXVI Inmersión Ignaciana. El tema central de este encuentro fue la Conversión Ecológica y el llamado del Santo Padre a escuchar el “grito de la tierra” y realizar acciones concretas por el cuidado de la Casa Común. El Instituto Mayor Campesino -IMCA- fue el encargado de acoger a cerca de 70 personas del Cuerpo Apostólico; líderes de obras, jesuitas y colaboradores interesados en trabajar por la Creación. «El tema de la conversión, diría el padre Baena es “enderezar lo torcido”(…) Se necesita muchas veces retomar el camino y enderezar la vida. Lo que queremos proponer en este ejercicio espiritual, comunitario y de reflexión conjunta, es preguntarnos cómo hacemos para vivir un proceso de conversión ecológica. A este encuentro venimos a pensar cómo hacer para vivir y ayudar a los que trabajan o viven con nosotros a caminar en la dirección a una conversión ecológica», indicó el P. Hermann Rodríguez, SJ, Provincial. Los conversatorios, oraciones matutinas y el compartir fraterno permitió conocer el panorama actual de la Provincia y las nuevas apuestas regionales, así como generar consciencia sobre la importancia de actuar en la preservación de la vida y la biodiversidad. Este espacio creado por el P. Julio Jiménez, SJ, en 1999, nos congrega como comunidad y es una oportunidad para conocer hacia donde se dirige la Provincia cada año. Este 2025 es el año de la esperanza y la oportunidad para conectarnos con la obra divina de Señor, reconociéndonos como criaturas hermanas de la tierra que nos cobija. Los invitamos a sumarse a las iniciativas que se desarrollan en cada una de las obras y comunidades. Próximamente estaremos compartiendo más información sobre la apuesta ecológica de la Provincia.    

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